Resulta nauseabundo soportar la criminalidad de los dirigentes demócratas de Occidente, cuando de Palestina se trata, al igual que las tripas se revuelven si de sus políticas internacionales y del orden mundial hablamos, sea sobre la reordenación del territorio en todo Oriente Medio, sea sobre el hambre en el mundo, el cambio climático o su más reciente aberración, la crisis financiera.
Occidente, con el eje anglo-francés a la cabeza, decidió instalar en Palestina un Estado satélite, el estado de Israel, a sangre y fuego y sobre las mismas bases “democráticas” de occidente : poder militar, dominio del territorio al más puro estilo colonial y relaciones con sus “vecinos” basadas en la rapiña, esquilmación de los recursos y control autoritario de las poblaciones. Cientos de miles de palestinos fueron expulsados de sus tierras, al exilio obligado, distribuidos por todo el mundo y, especialmente en Jordania y países árabes, donde servirán de moneda de cambio y de legitimación de gobiernos corruptos, autoritarios y totalitarios.
Masacrados y expulsados del Líbano, de Jordania, Sabra y Chatila, divididos en su tierra, aislados en la mayor cárcel del mundo, donde más de 1,5 millones de personas, son ahora masacradas.
Estamos en tiempos sangrientos, de confusión organizada, donde las víctimas parecen ser los verdugos. Tiempos de arbitrariedad consciente, por parte de Occidente, del mundo árabe. Tiempos donde la humanidad se ha deshumanizado.
Las políticas de este orden sangriento, asesino, despiadado y de una “inmaculada” limpieza étnica “democrática”, tiene nombres y apellidos : Obama, Busch, Gordon Braum, Sarkozy, Angela Merkel, Zapatero, Mubarak, Olmert, Simon Peres, Tzipi Livni, Solana, el mundo árabe, etc. Ellos y ellas representan y legitiman a “sangre y fuego”, los valores del mundo libre occidental.
La “justicia global”, el derecho a los libres valores de occidente, quedan muy bien representados en las “tropecientas” resoluciones de NNUU incumplidas y vulneradas por Israel desde 1948, año de la creación del estado satélite de Israel. Desde 1967, colonizan Gaza y Cisjordania y no se retiran de los territorios ocupados ; no acatan la jurisdicción del Tribunal Internacional de la Haya, y son impunes a los sistemáticos crímenes de guerra ; no respetan la convención de Ginebra y masacran a la población civil.
Occidente asegura sus intereses, permanentizando este orden de injusticia global, basado en mantener y financiar el ejercito mejor armado del mundo (inclusive con energía nuclear) y garantizar que Israel es un bastión del imperialismo en esa zona estratégica con sus acuerdos comerciales y los miles de millones de dólares con que anualmente se les dota.
El otro y grave problema, lo encontramos en las clases asalariadas occidentales, las cuales se encuentran desaparecidas de la calle. Estas clases exigen solidaridad cuando el capital cierra empresas, deslocaliza industrias, procede a despidos arbitrarios e injustos. Clases asalariadas que salen a la calle exigiendo solidaridad con sus puestos de trabajo perdidos, con sus estándares de consumo (coche, vivienda, sanidad, educación, agua, transporte, etc.), es decir por los elementos básicos que posibilitan la vida.
Acaso debemos replantearnos esta concepción de la solidaridad, pues tal parece que el hecho de que todo un pueblo, el palestino, esté siendo “exterminado” históricamente y masacrado nuevamente y que su derecho a la vida se vea negado de manera sistemática y calculada : se les contamina la tierra y el agua ; se les destruye cualquier industria o empresa ; se les impide producir y comerciar autónomamente ; se les impide moverse en su territorio, tienen fronteras físicas diarias ; se les prohíbe la sanidad… y, ahora se asesina a cientos y se causan miles de heridos. Pero todo esto, no parece mover ni las conciencias ni los cuerpos de los pueblos, de las clases asalariadas occidentales a salir a la calle, para ejercitar lo propio, la solidaridad.
En el estado Español, más allá de unas ¿10.000 personas… ? han salido a la calle. Asalariados, inmigrantes, “hipotecados estafados”, las gentes de “bien y éticas” del PSOE, sindicatos, sindicalistas… parece que las fiestas del “consumo” tienen una categoría moral más elevada y nos hemos quedado en “nuestros sofás occidentales”.
¿Debemos replantearnos que queremos decir bajo esas retóricas de “justicia social, libertad, solidaridad, derechos para todos y todas” ?. Pues asalariados, inmigrantes, “hipotecados estafados”, mujeres, jóvenes, hombres, somos parte de occidente y Occidente mira para otro lado y es su lado, el que le asegura los millones de beneficios del capital financiero, de las multinacionales ; de los salarios occidentales y de las prestaciones sociales occidentales. Es el lado que “garantiza lo nuestro” y son “nuestros derechos occidentales : tener agua y energia, tener coche, tener salarios o rentas sustituibles, tener comida y –buena a ser posible-, movernos, viajar,… ser libres…”
Desde los más elementales derechos, desde la humanidad, como decía Bertol Brecht, “Nada debe parecer natural, Nada debe parecer imposible de cambiar”. A LA CALLE, por ellos, por nosotros.
DMC
Fuente: Desiderio Martín