Esclavizados, explotados laboralmente y engañados desde el principio por sus patronos. Así estaban los 91 trabajadores del campo -todos ellos procedentes de Portugal, excepto ocho españoles, un polaco, dos angoleños y un ciudadano mozambiqueño- liberados por la Guardia Civil a raíz de la Operación Lusa, que ha permitido detener en Navarra a 17 patronos y empresarios implicados en la red.
La situación de los trabajadores, de auténtica «esclavitud encubierta», en palabras del Delegado del Gobierno en Navarra, Vicente Ripa, impresionó a los propios agentes. Se trataba de personas captadas en estaciones de transporte y albergues, principalmente en las ciudades portuguesas de Lisboa y Oporto. Personas elegidas por presentar cuadros de profundo desarraigo social, problemas familiares, en su mayoría semianalfabetos, cuando no analfabetos, a los que obligaban a trabajar en condiciones de precariedad absoluta.
La promesa de un trabajo fijo les convencía. Llegados a poblaciones del sur de Navarra, eran alojados en penosas condiciones y sin contrato ni alta en la Seguridad Social, y obligados a trabajar nueve horas diarias de lunes a sábado, y todos los días de la semana en campañas específicas.
Fueron detenidas 17 personas, 13 de ellas portuguesas y cuatro españolas, en las localidades navarras de Arguedas, Milagro, Tudela, Valtierra y Citruénigo. Todos realizaban la función de patronos de captación y requisaban el importe de los salarios de los empleados bien acompañándolos a las oficinas bancarias donde los empresarios ingresaban el sueldo o bien obligándoles a autorizarles el cobro de sus cheques. En algunas empresas se llegaba a ingresar en la cuenta bancaria del patrono el sueldo de los trabajadores. Los arrestados españoles son una mujer natural de Cintruénigo (Navarra), y tres varones nacidos en Barcelona, Gijón (Asturias) y Ágreda (Soria). Los detenidos tienen entre 22 y 63 años y tres de ellos son mujeres.
Respecto a los empresarios imputados, se trata de siete personas (uno de ellos también ha sido detenido) de las poblaciones navarras de Tudela, Olite, Murchante, Fitero y Valtierra. Según la Delegación del Gobierno, estas redes operan en el área de La Rioja y Navarra preferentemente.
Sin aseos en las viviendas
Vecinos de Arguedas corroboraron la situación de indigencia en que vivían los extranjeros. Muchas de las viviendas carecían de aseos y los empleados tenían que hacer sus necesidades en la vía pública. Los liberados poseían una sola indumentaria para su trabajo en el campo y su vida diaria.
Además de obligarles a pagar una cuantía en concepto de manutención y vivienda, en muchos casos los patronos y empresarios «en el colmo de la desfachatez e inmoralidad», señaló el Delegado del Gobierno, «se negaban directamente a pagarles los sueldos alegando que se lo gastaban en alcohol para emborracharse y no acudían en buenas condiciones a trabajar, o bien diciéndoles que les guardaban el dinero hasta final de temporada». El analfabetismo de muchos facilitaba el engaño. En ocasiones les convencían de que los gastos de manutención y alojamiento eran superiores al sueldo.
Los empresarios pagaban seis euros por hora trabajada pero el patrono o intermediario sólo entregaba a los inmigrantes entre 10 y 15 euros a la semana, más el alojamiento, comida y un cartón de tabaco. El empleador se quedaba así con más de 300 euros semanales por trabajador explotado.
El coronel jefe de la Novena Zona de la Guardia Civil, Luis Iglesias, señaló que los obreros explotados eran reacios a la intervención policial considerándose algunos de ellos incluso «protegidos» por sus explotadores.
Fuente: MIKEL MUEZ/EL PAIS