Acabar de una vez por todas con los atentados terroristas no depende de acabar con los terroristas sino con las causas que los producen. La verdadera dimensión de la injusticia que padecen las víctimas de los atentados terroristas no se puede comprender al margen de la injusticia que padecen los pueblos de los que surgen los terroristas.
En su aspecto penal, los atentados del 11-M-04 de Madrid están siendo investigados por el Juez Del Olmo de la Audiencia Nacional. En la instrucción realizada hasta la fecha, se identifica el móvil de dichos atentados como respuesta a la participación del gobierno español en el ataque a Iraq el 19-III-03. A diferencia de la instrucción judicial, la Comisión Parlamentaria de Investigación del atentado, tiene como finalidad oficial el esclarecimiento de las circunstancias “políticas” del mismo. Esta finalidad supone determinar las acciones y omisiones de las instituciones políticas y los poderes públicos que explican las causas del atentado y su gestión posterior. Dichas acciones y omisiones no pueden limitarse al terreno policial sino también y principalmente, deben contemplar las decisiones políticas que, al colocar a España en el bando de los agresores a Iraq, pusieron a la población española en el punto de mira de las víctimas de dicha agresión.
Salvo para impedir una verdadera indagación de los hechos, la pregunta central en la Comisión Parlamentaria no puede ser la que ha sido “¿QUÉ FALLÓ PARA QUE LOS TERRORISTAS PUDIERAN CONSUMAR EL ATENTADO ?” A una pregunta incoherente le corresponde una conclusión absurda. Ambas suponen que, una vez descubiertos los fallos en la seguridad policial y los servicios de inteligencia, el peligro terrorista quedará conjurado y nunca más podrá afectarnos. Esta visión reduccionista de la tragedia del 11-M, emanada de la doctrina antiterrorista dominante, sirve para justificar un gasto cada vez mayor en seguridad militarizada y para legitimar las políticas de los que dicen defendernos del terrorismo. Los violentos al por mayor nos protegen de los violentos minoristas, previamente producidos por ellos mismos. Pero no sirve para mirar de frente las políticas violentas, injustas e ilegales que nuestros gobiernos y nuestras multinacionales imponen a otros pueblos y otros países, frecuentemente con nuestro consentimiento o con nuestra oposición testimonial e impotente. En esas políticas, que tienen que ver con nuestras formas globalizadas e insensatas de producir y consumir, está la semilla de la violencia.
Dado que la pregunta central ha sido la mencionada, solo cabe deducir que la Comisión Parlamentaria no tenía el propósito de sacar a la luz sino, por el contrario, ocultar, las causas políticas de la matanza en Madrid. Cuando la investigación para esclarecer un atentado, empieza y termina en dicho atentado, sin remontar el río de sus posibles causas, el resultado de la investigación está previamente definido. Sin causalidad solo hay casualidad, azar, destino. Para la Comisión Parlamentaria, las circunstancias políticas del atentado están contenidas en el propio TERRORISMO cuya causa económica, política y ontológica, es él mismo.
La pregunta verdadera para indagar la causa del asesinato en Madrid de 191 personas y las heridas de otras 1500. Sólo puede ser : ¿QUÉ HECHOS, ADEMÁS DE LA ACTIVIDAD DE LOS TERRORISTAS, CONSTITUYEN LAS CAUSAS DE LA MASACRE ?, Esta pregunta no ha sido asumida como matriz en las sesiones de trabajo de la Comisión de Investigación Parlamentaria.
La verdad más verdadera de un atentado terrorista no es la que muestra, una y otra vez la sangre y el dolor producidas por el atentado, ocultando, una y otra vez, la sangre y el dolor que han producido el atentado. Cuando el terrorismo, como respuesta destructiva y autodestructiva de quienes han sido privados de todo, se eleva a la categoría metafísica de principio y fin de todas las cosas, se están ocultando la coacción y el genocidio que supone la globalización capitalista, que es su causa verdadera.
Acabar de una vez por todas con los atentados terroristas no depende de acabar con los terroristas sino con las causas que los producen. La verdadera dimensión de la injusticia que padecen las víctimas de los atentados terroristas no se puede comprender al margen de la injusticia que padecen los pueblos de los que surgen los terroristas. El terrorismo se soluciona con justicia y con democracia. Sin justicia para todos no se acabará con el terrorismo. Sin respeto a los derechos y libertades de las personas y de los pueblos no habrá paz. Sin la comprensión de las dimensiones políticas de la injusticia y de la violencia, no será posible el trabajo del duelo de las víctimas. Sin trabajo del duelo de todas las víctimas no habrá perdón, ni posibilidad de reconciliación ni justicia. Sólo habrá una interminable espiral de violencia.
Sin una pregunta general que apunte al conocimiento de las causas políticas del atentado y que articule todas las demás preguntas particulares, la Comisión de Investigación es incapaz de producir una interpretación racional del atentado. A su vez, sin apuntar a esa pregunta general, todas las respuestas quedan vacías de sentido y pueden utilizarse, como ha sucedido en las sesiones, para una finalidad y para su contraria.
A estas alturas, es evidente, para quien quiera verlo, que la causa principal del atentado del 11-M en Madrid es el hecho de que el gobierno del Partido Popular presidido por José Mª Aznar, sitúo la política exterior española bajo la dirección de una potencia extranjera, EEUU, al participar de forma destacada en la cobertura política de una agresión militar ilegal contra Iraq, en contra de la ONU, de todas las fuerzas políticas y sociales, excepto la dirección del propio PP y de la casi totalidad de la población en España.
El Partido Popular y su gobierno eran conscientes de los riesgos de esta operación. Su proyecto de implantación de la utopía neoliberal en lo económico y de un regimen neofranquista en lo político, es coherente con la participación en las aventuras coloniales de EEUU bajo el estardante de la lucha contra el terrorismo internacional. Este meritoriaje le garantizaba, tanto la participación en el botín del Nuevo Orden basado en la Guerra Capitalista Global, como la protección de EEUU en su proyecto de involución política en el Estado Español, consistente ente en un neoliberalismo sustentado en la legitimidad del 18 de Julio de 1936.
Esta apuesta prometía grandes beneficios para el PP si salía bien. Pero también graves daños si salía mal. Y salió mal. Tanto por los falsos argumentos con los que se intentó legitimar la agresión a Iraq, como por la prolongación de la guerra, una vez proclamado su fin. También por el volumen de destrucción, caos y muertes de civiles allí y aquí y por el aumento del precio del petróleo y de la inestabilidad política y económica. El atentado del 11-M es el coste de sangre de la población madrileña por una decisión tomada, en el mayor de los aislamientos, por un gobierno traidor a la soberanía de los pueblos y nacionalidades de España. El daño ha sido tan descomunal como explícita la responsabilidad del PP.
Agustín Morán.
III/05
Par : caes