Artículo de opinión de Rafael Cid

<<Si a Pedro Sánchez le va bien en los próximos

cuatro años, nos irá muy bien a todos>>

<<Si a Pedro Sánchez le va bien en los próximos

cuatro años, nos irá muy bien a todos>>

En el mundo erráticamente catalogado de <<desarrollado>> (a costa de qué y de quiénes es otro cantar) los derechos, en teoría, están a la orden del día. No así los deberes, que son su contraparte necesaria, como el yin y el yang sin perjuicio de la ideología de género. No hay deberes sin derechos ni derechos sin deberes. Lo proclamaba la Primera Internacional, llevando a sus estatutos el espíritu de la máxima <<a cada uno según sus necesidades y de cada uno según sus capacidades>> (recibir y dar, sublimación del potlatch aborigen). Los deberes sentidos solo como obligaciones se condensan en el trágala de la servidumbre voluntaria que conmina a votar sin convicción, pagar impuestos sin devoción y asesinar si la patria lo demanda por constricción.

No cabe responsabilidad sentida porque la experiencia vital está delegada y profesionalizada en los representantes. Y al solapar el vínculo social con los otros, nuestros semejantes, se deja de contemplar esos deberes como los derechos de los demás (libres e iguales) que moralmente <<debemos>> proteger. De ahí que no haya día ni acontecimiento relevante que no denuncie la impostura de este particular mochileo del lassez faire lassez passer. Sobre todo cuando se trata de mirar por encima del tancredismo democrático con que ejercemos la condición ciudadana ante las decisiones del poder. Lo personal es político, aunque las autoridades pretendan que sus actuaciones están más allá del bien y del mal.

Lo acabamos de visualizar con la distinta y distante aplicación de la normativa del Espacio Schengen sobre la libre circulación de personas en su territorio y las restricciones de salvaguarda. Ha habido un <<abre la muralla>> en el caso de la incursión flagrante de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, durante su extraño periplo por el aeropuerto madrileño Adolfo Suarez. Dirigente política que tiene prohibido el acceso a la Unión Europea por considerarla corresponsable en la violación de derechos humanos perpetrada por aquel régimen. Pero al parecer se ha impuesto el interés del gobierno del país de acogida, no solo permitiendo su tránsito sino, lo que resulta más chocante, contando con la asistencia del ministro de Fomento José Luis Ábalos para sortear esa prohibición.

Sin embargo, el mismo gobierno que viste y calza, frontera sur de la UE, continuamente rechaza violentamente a los cientos de migrantes y náufragos que intentan llegar a España para escapar de la miseria y la opresión en sus naciones de origen. Un <<cierra la muralla>> a los más desfavorecidos que suele ejecutarse con vallas de separación, afiladas concertinas y elementos de disuasión por parte de las Fuerzas de Seguridad que a menudo provocan hechos luctuosos. Contra estos otros desplazados forzosos todo vale, porque el aislamiento de la zona Schengen es una de las premisas de la Unión Europea. Y cuando alguno de estos refugiados logra llegar a la costa española, no le espera más comitiva oficial que la Cruz Roja y una estancia en los CIEX a la espera de su probable expulsión con cajas destempladas. Todo lo contrario de si se es portador de una <<Golden Visa>>, el permiso de residencia con derecho a circular por toda la UE a los extranjeros ricos que inviertan dos millones en títulos del Estado, tengan un millón en acciones y participaciones empresariales o en un banco, o adquieran un inmueble de más de 500.000 euros.

Reconozco que lo narrado lleva su toque demagógico. Sobre todo si se aborda bajo el prisma ideológico que dualiza la realidad en clave maniquea amigo-enemigo. Que es a lo que nos tienen acostumbrados políticos, tertulianos y medios de comunicación hasta en las cosas más peregrinas. Si uno encara la primera página de El País el martes 28 de enero se topa con este titular:<<España creó 402.300 empleos gracias al mejor cuarto cuatrimestre desde la recuperación>>. Abre la muralla. Pero si buscamos la misma noticia en las páginas de un diario contrario, por ejemplo El Mundo, la conclusión es otra muy diferente:<<Se crean 402.300 empleos en 2019, la cifra más baja desde la recuperación>>. Cierra la muralla.

La tesis <<nada es verdad ni es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira>>, produce monstruos. Pero no solo. Lo más grave es que se trata de una óptica tóxica a perpetuidad. Porque el imaginario que crea y recrea tiene como objetivo hacernos cómplices, gozando del esperpéntico teatrillo que los poderosos han diseño para alienarnos. Entonces los derechos pierden su ascendencia sobre los deberes y se constituyen en un arma de destrucción selectiva. Panem y circenses, que dijera el poeta romano Juvenal.

Basta recordar el bochornoso espectáculo de millones de espectadores pendientes de las peripecias de los equipos de fútbol desplazados a Arabia Saudita para disputar la final de la supercopa. Deslocalización de postín realizada por la Federación Española al precio de 120 millones de euros en los tres años comprometidos. La paga del soldado con la que uno de los sistemas más abyectos del mundo blanqueara sus fechorías allí donde más duele a los sátrapas: en la sanción de la opinión pública. Crímenes atroces como el asesinato y descuartización del periodista Jamal Khashoggi por los sicarios de palacio, y la guerra de agresión de Riad contra los rebeldes del Yemen, considerada por la ONU <<la mayor catástrofe humanitaria del siglo>>, no cuentan en esa razón de Estado ampliada al deporte rey. Llueve sobre mojado. Si en su día el presidente Pedro Sánchez, preguntado sobre la venta de armas a la tiránica petromonarquía, se justificó alegando que <<lo mejor es que no haya que utilizar ni esas bombas ni esos proyectiles>>, ayer fue Luis Rubiales, factótum del infame espectáculo, el que se ha respondido a las críticas por llevar el derbi a Arabia Saudita con un inaudito <<sus costumbres son sus costumbres>>.

La frase de nuestro cineasta más internacional (tanto que apareció en los <<papeles de Panamá>>) que encabeza este texto, recuerda lo que dijo un secretario de Defensa de Eisenhower: <<lo que es bueno para la General Motors es bueno para los Estados Unidos y viceversa>>. Y los deberes sin hacer.

Rafael Cid

 


Fuente: Rafael Cid