En el Parlamento el principal partido de la oposición interpela al gobernante para que responda sobre un gravísimo caso de corrupción que le ha estallado. Debiera ser un duro aprieto para el Jefe de Gobierno, todo su gobierno y su partido está afectado por ese escándalo que, además, ha intentado ocultar, protegiendo y pactando con el principal agente, su tesorero. ¿Un aprieto?, qué va, el Jefe de Gobierno sale airoso, no tiene que justificar sus cobros ni sus actuaciones posteriores, le basta con desviar la vista a Andalucía y contestar: “y tú más”.
En el tema de la corrupción el “y tu más” se está convirtiendo en una especie de consenso al revés, una suerte de normalización que la despolitiza y la vuelve inocua. En el poder y en sus aledaños lo normal es la corrupción. La sinrazón, el engaño y la sinvergonzonería de los unos se esconden en las de los otros, y ambos recuperan la razón y la posición con el “y tú más”. Las acusaciones de corrupción dejan de ser argumento político.
En el tema de la corrupción el “y tu más” se está convirtiendo en una especie de consenso al revés, una suerte de normalización que la despolitiza y la vuelve inocua. En el poder y en sus aledaños lo normal es la corrupción. La sinrazón, el engaño y la sinvergonzonería de los unos se esconden en las de los otros, y ambos recuperan la razón y la posición con el “y tú más”. Las acusaciones de corrupción dejan de ser argumento político.
El “y tú más” da mucho de sí y su uso se extiende a otros temas. Ahora empiezan a utilizarlo para el incremento del paro durante el periodo de gestión de los unos, que es respondido con el “y tú más” (cuando gobernabas), y, claro, puede extenderse a cualquier tipo de recorte o tropelía.
Si la política ha sido aburrida hasta ahora, imaginen el futuro que nos espera. De “la única política posible” pasaremos al “latiguillo único”, que lo mismo sirve para un roto que para otro roto y facilita mucho la carrera de tribuno, hasta un producto de la LOGSE o de la LOMCE podrá ejercerla.
La conclusión tendría que ser que de nada sirve cambiar de políticos si no cambiamos de políticas (me refiero a contenidos políticos, no a la representación femenina). Es más difícil, cierto, pero también la única opción real. Al margen de si pensamos que todos los políticos son iguales o, por el contrario, que esa afirmación es un disparate, parece evidente que se parecen mucho conforme se acercan a la cima y eso nos debiera empujar a otro tipo de cambios.
Colectivo Malatextos – Txema Berro Uriz
Fuente: Colectivo Malatextos