Hacemos nuestro -extractando- el artículo Profesores: una epopeya post, publicado por Santiago García Tirado en la revista Jot Down, que recomendamos leer completo.

Si existe internet, si el mundo está al alcance de toda persona-cualquier persona, ¿no han quedado obsoletos los docentes?

El confinamiento ha ofrecido al mundo un banco de pruebas inesperado. Por una vez, y en casi cualquier país al mismo tiempo, el profesor queda lejos del alumno. Los contenidos corren libres en Google Classroom, en Moodle, en Microsoft, y están listos para demostrar que la pedagogía constructivista en alianza con la web 3.0 relega a la irrelevancia la figura del docente. […] Parece maravilloso.

Si existe internet, si el mundo está al alcance de toda persona-cualquier persona, ¿no han quedado obsoletos los docentes?

El confinamiento ha ofrecido al mundo un banco de pruebas inesperado. Por una vez, y en casi cualquier país al mismo tiempo, el profesor queda lejos del alumno. Los contenidos corren libres en Google Classroom, en Moodle, en Microsoft, y están listos para demostrar que la pedagogía constructivista en alianza con la web 3.0 relega a la irrelevancia la figura del docente. […] Parece maravilloso.

[…] Pero ¿quién, sino una profesora, un maestro, puede plantear conceptos como la justicia social o la defensa del medio ambiente? ¿Quién, si no es el docente, hará a esos alumnos reflexionar en torno a la solidaridad, el respeto por las minorías, la defensa de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres?

[…] Todo llega de la mano de alguien —una profesora, un profesor— a quienes mueve una cierta forma de amor. […] No en vano es el docente quien canaliza el amor de la sociedad por su mundo. Porque sin amor, no hay traspaso del mundo. Quienes negocian y compran y esquilman el planeta —que coincide a menudo con quienes dictan las normas de la nueva educación— demuestran a diario que lo suyo no es amor por el mundo.

[…] Hannah Arendt explicó el trabajo del docente como la transmisión del mundo. La nueva generación entra en la escuela […]. Allí, sin diferencia de clase social ni de sexo, sin discriminación por motivos religiosos o étnicos, todos aprenden por igual lo que la humanidad ha logrado hasta la fecha. La ciencia, la democracia, el juego, la medicina, la música, los derechos sociales. La geografía para que comprendan la dimensión de su pequeño barrio, su pueblo, su familia. La literatura de quienes crearon mundos nuevos o dieron nombre a sentimientos para los que antes no existía nombre. El respeto, la paciencia. El lugar del otro.

Defendemos, pues, la presencialidad allá donde sea posible guardar las distancias de seguridad con higiene y ventilación adecuadas, y denunciamos que no se ha hecho nada para posibilitar esto bajando de verdad las ratios, contratando más profesorado, buscando espacios alternativos en colaboración con distintas entidades locales (cada escuela, cada IES, debería tener adoptado un museo o centro cultural y viceversa; de hecho es así en algunos centros del mundo rural); todo en el marco de una reformulación pedagógica y curricular que la situación, extraordinariamente grave, demandaba y demanda. Y no solo no se ha hecho, sino que la Administración educativa lo ha impedido en aquellos centros donde creían que lo de la autonomía era cosa cierta. ¡Pues no, el burocrático boletín manda!, aunque sea mal y cambie lo publicado en el anterior quince días después.

¿Ha evaluado el Departamento de Educación, brecha digital aparte (a ver qué hacen con los 6’5 millones recibidos del Ministerio, además de comprar sin talento), la problemática psicosocial y las secuelas que puede dejar en nuestro alumnado esta vivencia de la llamada «semipresencialidad»? ¿Cómo afectará lo de acudir lu, mi, vi, una semana y ma, ju, la siguiente media clase alternativamente? ¿Qué será de las relaciones sociales con sus compas y profes? ¿Cómo puede afectar al buen desarrollo físico que su edad demanda (se sabe que casi el 80 % de los adolescentes no cumple con la hora diaria de ejercicio)? ¿Aumentarán los casos de quienes hacen un uso problemático de Internet, se agravarán algunas adicciones? Actualmente, el porcentaje de niños y adolescentes que hacen un mal uso de Internet es del 9 -10%.

¿Evaluar el Departamento de educación sus decisiones, discutirlas, consensuarlas? No hay más que oírles: Sobresaliente general para su gestión y tira pa’delante.

 


Fuente: CGT-Enseñanza Huesca