La masacre 

En una matanza se origina el golpe de estado parlamentario. En Marina Cue (1), una estancia en el distrito de Curuguaty, departamento de Canindeyú, propiedad de un ex senador, Blas N. Riquelme, del partido colorado (2), obtenida ilegalmente, se produjo la matanza de al menos 11 campesinos ocupantes de la estancia, del movimiento de sintierras llamada Liga Nacional de Carperos (3)y seis policías. La prensa calificó a los campesinos de asesinos y a los policías de héroes. Días antes la policía, en la prensa comercial, tenía fama de ladrona, floja y violenta. ‘Polibandis’ le decían. 

La prensa comercial paraguaya, de ideología conservadora, transmitió que todo era culpa del Gobierno y de la izquierda violentista. En tanto, el relato que recogieron las organizaciones campesinas locales, los organismos de derechos humanos y diversas personas y organizaciones que se acercaron a la zona (en estado de sitio no declarado en esos momentos, cercada por Policía y Ejército) difiere totalmente del escenario que presenta la prensa mayoritaria: Se trataría de una matanza orquestada y planificada por la derecha y perpetrada por parte de la misma policía.

La prensa comercial paraguaya, de ideología conservadora, transmitió que todo era culpa del Gobierno y de la izquierda violentista. En tanto, el relato que recogieron las organizaciones campesinas locales, los organismos de derechos humanos y diversas personas y organizaciones que se acercaron a la zona (en estado de sitio no declarado en esos momentos, cercada por Policía y Ejército) difiere totalmente del escenario que presenta la prensa mayoritaria: Se trataría de una matanza orquestada y planificada por la derecha y perpetrada por parte de la misma policía. La orden de intervenir policialmente en la ocupación campesina, vino desde el Congreso y presionó tanto al ministerio del Interior como a la Fiscalía (4) y por eso se efectuó el allanamiento sin seguir el protocolo que el ministro del Interior (antiguo luchador por los ddhh) había implementado para hacer los desalojos y todas las intervenciones policiales: conversación amistosa para evitar el uso de la violencia por parte de la policía y la otra parte. Después de eso, venía un uso gradual y estricto de la fuerza. La policía siempre se resistió a ese protocolo, pues implicaba que los negociadores fuesen desarmados a negociar. La derecha forzó una intervención policial que, basándose en una orden de cateo, convirtieron en orden de desalojo ilegal. 

Según una versión asumida por sectores campesinos, el jefe de los policías encargado de la negociación fue desarmado, pero portando una bomba lacrimógena en su mano. Al momento de negociar con los campesinos, este jefe policial trató muy mal, verbalmente, a los dirigentes campesinos que fueron a negociar con él, llegando a abofetear a uno de ellos. En el mundo campesino y masculino, el abofeteo, con el dorso de la mano, implica un gran deshonor para quien lo recibe. Eso irritó muchísimo a los dirigentes campesinos y uno de ellos amenazó al jefe policial, quien intentó hacer uso de su bomba lacrimógena, la que le fue quitada de las manos por uno de los campesinos. De ahí en adelante los policías dispararon a destajo, con respuesta desigual de los campesinos, quienes usaban las armas propias del campo: escopetas de caza y hoces. 

La balacera fue tal que, según esta versión, los policías mataron a otros cinco de sus compañeros y varios campesinos. Algunos campesinos heridos fueron rematados por la policía. Los campesinos heridos se comunicaban por celulares con sus familiares e incluso radios comunitarias contando que la policía venía a rematarles. En cambio, la versión oficial de los medios y la policía cuenta que los campesinos emboscaron y a mansalva dispararon a los policías, en base a una infiltración izquierdista y guerrillera. 

En la izquierda, especialmente en la izquierda de Asunción, hubo un desconcierto casi total y un cuidado excesivo, resultado de la campaña de terror de la derecha y su prensa. Costó muchísimo que se moviera la gente de izquierda, en solidaridad con los campesinos asesinados (considerando que los policías eran también hijos de campesinos). Los partidos más ligados al campo y algunas ONGs con cercanía al movimiento campesino se movieron inmediatamente, en plan solidario, pero enfocándose directamente en el terreno, sin manifestarse contra la matanza ni intentar rebatir al campaña mediática anti campesina. 

El poder organizar una movilización social solidaria por el movimiento campesino costó días valiosos. Recién el lunes 18 de junio, se realizó una unitaria pero modesta acción de solidaridad, en el local de una de las muchas centrales sindicales paraguayas. En ese entonces, y por una mezcla de intereses electorales y de responsabilidades, la izquierda estaba absolutamente dividida. Este acto unitario, fue un raro evento en esa coyuntura. Quienes organizaron ese acto solidario querían lograr que la amenaza a los campesinos fuese un eje central de la agenda política y social paraguaya, pero no lo lograron. En cambio, lo que vino a movilizar y unir a la izquierda (y más que la izquierda) fue el golpe parlamentario a Lugo. 

EL GOLPE PARLAMENTARIO 

Desde el día de la matanza de Curuguaty, la derecha empezó a proclamar que haría un juicio político a Lugo, mientras a través de la prensa desplegaba una campaña del terror: calificaba a los movimientos campesinos y a la izquierda en general de violentista y asesina, amplificaba las amenazas de “tractorazos” de los gremios de hacendados y ganaderos, renovaba las campañas mediáticas de inseguridad y hacía una sensibilización unilateral respecto al dolor de los policías y no de los campesinos. La prensa y la derecha llamaron también a la ciudadanía a movilizarse para exigir el juicio político, pero este llamado cayó en el vacío (5). 

La amenaza de uso del juicio político, un instrumento jurídico del Congreso que le permite destituir a los altos cargos de la cosa pública, estuvo presente desde el comienzo de la era Lugo, sin éxito. Esta vez rápidamente toda la derecha llegó a un acuerdo para derrocar al presidente. Ese acuerdo involucraba, como gran novedad y giro dramático, al principal apoyo parlamentario del presidente Lugo: el partido liberal (PLRA). El vicepresidente, Federico Franco un ultraderechista católico homofóbico y antiabortista, era liberal. 

La movida parlamentaria vino reforzada de amenazas y crispación política. Amenazas de cacerías de “zurdos”, derramamiento de sangre, en la construcción de terror mediático y social. La presión sobre el muy presionable presidente por parte de la derecha dio frutos y, junto con hacer renunciar al ministro del Interior, colocó en su cargo a un derechista ex fiscal de la república, apellidado Candia Amarilla, muy pero muy conservador. La derecha se cerró al diálogo y obtuvo los votos para hacer el juicio parlamentario, mientras mantenía un discurso violentista, terrorista, intolerante y facistoide. Prueba de eso son los “argumentos” que se usaron para el juicio, presentados en un dossier formado por fotocopias de recortes de prensa. 

La gente de izquierda y otras, salieron a la calle a detener al juicio, los días 21 y 22 de junio, intentando movilizar campesinos y gente de la ciudad, contra la campaña de miedo y desinformación de la prensa mayoritaria. Aunque, ya para ese momento, estaba todo decidido: pese a la presión internacional de los países sudamericanos, EEUU había dado su aprobación al golpe parlamentario desde hacía mucho tiempo. 

Luchar contra el miedo esos días fue lo más duro de todo: las clases pudientes, retiraron a sus niños de colegios y escuelas, hicieron acopio de mercaderías y alimentos, vaciando supermercados, cerrando restaurantes y negocios los días previos y el día mismo del juicio. 

SE CONSUMA EL GOLPE DE ESTADO PARLAMENTARIO 

La bienvenida al dictador parlamentario, Federico Franco, fue mediante un ataque policial a las más de 20 mil personas que estaban en la plaza frente al parlamento manifestándose, sin considerar que había mucha gente con dificultades de movimiento o bebés. La actitud de Lugo desconcertó a mucha gente. Al poner a un ultraderechista como ministro del Interior había perdido la confianza de mucha gente y al no acercarse a solidarizar por los campesinos muertos en la masacre de Curuguaty había perdido el respeto de los movimientos campesinos; además los fuertes rumores de su renuncia anticipada, hicieron poco por ayudar a movilizar apoyos populares para él. 

Al anuncio del juicio contra él, Lugo pareció despertar y dijo que enfrentaría el juicio. Eso despertó algunas esperanzas en sus seguidores y en quienes se oponían al comienzo de una dictadura parlamentaria. La gente lo estuvo esperando en la plaza para que acompañara la resistencia que el pueblo hacía, pero nunca llegó a la plaza. Prefirió renunciar al cargo ante las cámaras de televisión. Eso hizo desmoralizar a la gente que en la plaza resistió más que el Presidente. 

Muchos no luguistas estuvieron en la calle desde el principio de las manifestaciones en solidaridad con los campesinos asesinados y encarcelados (siguen encarcelados aún hoy), con sus familias y con todo el movimiento campesino, criminalizado por esta matanza orquestada por la derecha. Aún bajo el cuestionamiento de que se pudiera interpretar su presencia en la lucha como un apoyo a Lugo, los no luguistas se manifestaron para defender y propiciar la capacidad de movilización y expresión del pueblo, amenazada por el parlamento y la prensa derechista. 

RESISTENCIA 

La izquierda intenta desde ese momento rearticularse y retornar a sus jueguitos de poder, mientras la dictadura va tomando cada día más cara de dictadura. Otros sectores de la resistencia, en tanto, han impulsado la acción directa como el mejor método de resistencia y, de hecho, es lo único que ha tenido relativo éxito hasta hoy. 

El sábado 23 de junio, el día después del golpe, una circular interna de la Radio Nacional suspendía todos los programas de ese día. Censura. Trabajadores y locutores de esos programas reaccionaron prontamente: convocaron a una manifestación y denunciaron el hecho, llegando mucha gente a apoyarles en la que fue la primera manifestación pública de resistencia a la dictadura, en la entrada de la Radio Nacional del Paraguay, un medio público de comunicación. En tanto estos manifestantes se enteraron de la amenaza de censura y cierre de la TV Pública del Paraguay. Desde Radio Nacional salió una marcha solidaria hasta el edificio de la TV Pública y la manifestación que comenzó ahí se convirtió en el foco de resistencia eje y simbólico hasta el día de hoy en todo Paraguay. 

La resistencia hoy continúa, enmarcada en el concepto de Resistencia Pacífica que el ex gobierno de Lugo le ha dado. Cortes de ruta, “malvenidas” a los nuevos directivos de los entes públicos, marchas, manifestaciones y festivales, así como caravanas para recibir y despedir a la delegación de observadores de la OEA encabezada por José Miguel Insulza, su secretario general, quien no agendó ninguna entrevista con organizaciones sociales, incluso aquellas con rango consultivo en la OEA. Crea tensión en la resistencia el exceso de “luguismo”, así como el propio peso de Lugo en ella, debido a las críticas que su desempeño tuvo dentro de la misma izquierda que le apoyó. Otra tensión es cierta falta de dinamismo e iniciativa de esa izquierda en resistencia. Tensiones que se dan en un escenario complejo bajo control mediático y político-policial de un gobierno de facto derechista y ultracatólico que empieza, tras despedir a la delegación OEA a mostrar su cara más represiva, con el despido de más de mil trabajadores del Estado y la persecución a la izquierda campesina o cercana al campesinado a quien pretende culpabilizar de la matanza de Curuguaty. Preparando ese escenario, la primera medida del gobierno parlamentario, fue desconvocar el Comité Especial Investigador que la presidencia de la República había organizado para investigar independientemente la masacre de Curuguaty. 

Por Pelao Carvallo


Fuente: Pelao Carvallo