Ando entre perplejo y consternado. Ambos sentimientos seguramente intransferibles, aunque al menos intelectualmente argumentables. Perplejo por la propuesta al movimiento 15M de “toma el municipio” firmada por Rafael Cid en el mensual Rojo y Negro 264 de este mes de enero, y previamente difundido en la web del mismo medio. Y consternado precisamente por la destacada difusión de dicha propuesta por los medios de la CGT, organización anarcosindicalista que hace poco más de un año hizo su primera campaña estatal por la abstención en las últimas elecciones generales.

Perplejo por cuanto a pesar de la prevención autoinculpadora del autor respecto a la posible “insolencia” o “casi indecencia” de su propuesta (¿pura retórica,  insolencia para con el 15M, indecencia para ciertas purezas anarquistas o mero afán provocador?), ésta se desgrana en un desordenado decálogo, en el que se destaca por sí

Perplejo por cuanto a pesar de la prevención autoinculpadora del autor respecto a la posible “insolencia” o “casi indecencia” de su propuesta (¿pura retórica,  insolencia para con el 15M, indecencia para ciertas purezas anarquistas o mero afán provocador?), ésta se desgrana en un desordenado decálogo, en el que se destaca por sí mismo el punto 7, en el que sugiere -al 15M- configurar “un frente cívico que respalde candidaturas populares para las elecciones municipales del 2015″. Claro que es de suponer también que la sugerencia se la hace igualmente a la CGT o a sus militantes, ya que es en los medios de la Confederación donde se difunde el artículo. Pero cuidado, mi perplejidad no la provoca tanto esta sugerencia (no me considero en absoluto un abstencionista per se), como el entramado argumental del que se acompaña y, sobre todo, la repetida pretensión de que sean las gentes del 15M las que se hagan eco de dicha propuesta.

Por un lado, considero políticamente un absurdo el propio enunciado del punto 7: ¿qué hay que configurar y cuándo, antes o después, las candidaturas populares o el frente cívico que las respalda? o en otro orden del discurso ¿es pensable a caso que haya una candidatura de la cual se pueda decir que es “popular”, a parte de las autocalificadas como tales por el PP, a la sazón actual partido gobernante de corruptxs? Por otra parte, no parece claro si el motivo que mueve todo el artículo es la desazón que provoca al autor la reforma de la Ley de Régimen Local, que sin duda es preocupante aunque no sé si tanto como para resucitar viejos frentes cívicos o populares, o es el hecho de que el “inefable 15M” siga “sin ser una polis” como parece que le gustaría a Cid. Más bien parece que lo primero sirve sin más como excusa  para mostrarnos su deseo o esperanza de alcanzar un “colofón constituyente en la larga marcha autogestionaria emprendida por el 15M”, marcha que en mi opinión ni es larga aún, ni propiamente autogestionaria -aunque sí asamblearia- ni necesariamente tendría por qué alcanzar colofón alguno, y si tal llegase tampoco tendría por qué ser el constituyente que espera Cid, ni éste necesariamente el deseable. Y por último, estoy seguro que por fortuna las gentes rebeldes del 15M en sus dinámicas autoorganizativas de lucha y protesta son lo suficientemente autónomxs y madurxs como para no necesitar supuestas cabezas pensantes que les marquen las líneas de su devenir social y político. En conclusión, el artículo de Rafael Cid es más un alarde confuso de ideas y un espejismo de deseos “constituyentes” mal esbozados, que una provocación.

En contra de lo que algunos piensan, un artículo en la web pasa como espuma en el ruido de fondo de la red, mientras que un artículo en papel queda y permanece en la memoria de quien lo lee. Por esto no cabría más crítica que por su contenido si el artículo estuviera sólo publicado en la web del Rojo y Negro, los espacios de opinión están para eso. Pero si el artículo además se elige para ser publicado en la prensa confederal obtiene otro cariz y una importancia del que carece en la web, por lo pronto llega en principio a mucha más gente (varias decenas de miles) que la que ojea diariamente el portal de internet, y por lo tanto, su publicación cobra una significación política o ideológica mayor. Y precisamente por esto, es por lo que también estoy consternado, consternado al ver cómo la CGT, mi organización, ofrece su prensa periódica para difundir propuestas vanguardistas dirigidas a un movimiento social en el cual, dicho en plata, ni pincha ni corta: la CGT a penas es una organización más de las izquierdas que apoya, casi siempre pacata y escépticamente, cuando no a posteriori de las acciones, al “inefable 15M”.  Cabría preguntar a Rafael Cid, y por extensión a quien decide publicar su artículo en el mensual, si considera que la CGT debe hacer suya su más que discutible propuesta de “electoralismo libertario”, y volcar sus recursos y energías militantes en las municipales de 2015,  hipotéticamente de la mano del 15M,  para crear candidaturas falazmente populares o frentes cívicos que las respalden. No niego el posible interés de este debate, pero no creo que sea el que necesitamos en la CGT – y probablemente tampoco el que saque al 15M de sus supuestos “rendimientos decrecientes” -. A no ser, que pensemos que mejor cualquier salto adelante, que ninguno…

A. J. Carretero Ajo


Fuente: A. J. Carretero Ajo