Estoy en contra de todo tipo de violencia. Aquí la tienen ya : la condena de rigor, aunque sé que este aviso no valdrá para contrarrestar las intenciones de criminalizar a todos lo que rechazamos el pensamiento único que imponen los grandes altavoces del poder, de ese poder que es, y ya es hora de que alguien lo diga, violento por naturaleza. Ustedes nos llaman radicales antisistema ; violentos, por supuesto. Ustedes, los que bombardean por petróleo y sacrifican en el altar del hambre a millones de personas porque así lo exige su dios, el libre mercado.

Estoy en contra de todo tipo de violencia. Aquí la tienen ya : la condena de rigor, aunque sé que este aviso no valdrá para contrarrestar las intenciones de criminalizar a todos lo que rechazamos el pensamiento único que imponen los grandes altavoces del poder, de ese poder que es, y ya es hora de que alguien lo diga, violento por naturaleza. Ustedes nos llaman radicales antisistema ; violentos, por supuesto. Ustedes, los que bombardean por petróleo y sacrifican en el altar del hambre a millones de personas porque así lo exige su dios, el libre mercado.

Todo lo que voy a decir es exclusivamente mi opinión, la de una persona que ahora no se representa más que a sí misma. No escribo como activista o militante de ninguna causa. Esta es sólo mi voz, la voz de una persona que está orgullosa de estar radicalmente en contra de ustedes, los violentos.

Lo que está sucediendo en Grecia, en Europa, en todo el mundo, no es un mero exabrupto incontrolado de grupos marginales y violentos. Lo que está sucediendo es que estamos hartos de ustedes. Ustedes son los políticos y los grandes empresarios, unidos en un excelente maridaje que defiende siempre los mismos intereses, los intereses de las clases más poderosas, ante una inmensa mayoría de la sociedad que asiste de forma pasiva a su propio saqueo. Pero nosotros no nos conformamos. Queremos un cambio, y nos atrevemos a pedirlo. No somos antisistema, somos el futuro. Y lo queremos expresar de forma pacífica y organizada. Tenemos la razón, y queremos construir un mundo mejor a través de la razón. Pero eso no les interesa a ustedes. Sus cámaras de televisión nunca están donde deben. Ustedes quieren sangre. A ser posible nuestra sangre. Por eso la muerte del joven griego no será la única. Ya se han producido muchos casos. Otra “muerte accidental de un anarquista” más.

La violencia me repugna. Jamás he mostrado ninguna actitud violenta en las manifestaciones a las que he acudido. Como yo opina la inmensa mayoría de la gente que prefiere pasar las tardes reclamando justicia en las calles a disfrutar de la inmensa comodidad del sofá o del centro comercial, lugares en los que siempre están los ciudadanos modélicos de esta mentira. Pero no se preocupen, aunque la inmensa mayoría de los manifestantes sea pacífica, ustedes ya se encargarán de buscar a los cuatro o cinco que no lo sean. Y si no encuentran lo que buscan, lo cual es más que probable, ustedes mismos se ocuparán de traerlos. Hace poco lo pude leer en un manual que estudian los aspirantes a ser los policías del mañana. Los que se supone que serán los defensores de la ley y del orden público. Decía este manual que en Barcelona, en la movilización contra el Banco Mundial de 2001, se infiltraron policías entre los manifestantes para reventar el acto. Si no existe la noticia que ustedes quieren, simplemente se fabrica. Así son ustedes de repugnantes.

Estoy en contra de toda la violencia. De todas sus acepciones. El problema es que ustedes han pervertido el significado de las palabras. No quieren cambiar las injusticias, porque son ustedes la que las han creado, y los máximos beneficiados, al igual que el gusano que vive del cadáver. Pero sí que les interesa manipular el lenguaje para acabar con el pensamiento crítico e impedir la disensión. Ustedes nos quieren confundir y manipular. Y esto también es violencia. La primera acepción del adjetivo violento lo deja bien claro. Violento es, según la RAE, lo que “está fuera de su natural estado, situación o modo”. La violencia no es sólo una agresión física, como ustedes lo quieren hacer ver. Es lo que pervierte el orden natural de las cosas. Violencia también es condenar poco menos que a la exclusión social a mi generación y a los que vienen detrás, impidiendo que podamos disfrutar del derecho a una vida digna. Violencia es convertir el trabajo en una mercancía y a las personas en activos financieros, en números que hay que cuadrar con el beneficio. Violencia es explotar al Tercer Mundo a costa del chantaje de la deuda externa, del saqueo de sus materias primas y del hambre que ustedes fomentan por viles intereses.

Los niños soldado de Sierra Leona van a la guerra con armas especialmente ligeras y apropiadas por su poco peso para ellos. Esas armas se fabrican en nuestro Primer Mundo. La ropa de marcan que llevan las hijas de ustedes también procede del Tercer Mundo, y es fabricada por otras niñas en condiciones infrahumanas, reducidas poco menos que a esclavas del siglo XXI. Ustedes se escandalizan cuando estalla un terrorista palestino allá lejos, en un remoto lugar. Y cuando sucede aquí, cuando es aquí el lugar en el que estallan trenes o grandes Torres Gemelas, ustedes responden bombardeando a niños en esos lejanos países, mientras siguen hablando de la “barbarie terrorista”. Ustedes, los que siempre se escandalizan y condenan la violencia de forma solemne, mientras observan, con total satisfacción, cómo suben las acciones de la empresa de telecomunicaciones en la que han invertido, gracias a una cosa que se llama coltán, con la que se fabrican móviles y genocidios al mismo tiempo.

Estamos en un momento de la historia en el que, por primera vez, tenemos los medios materiales y humanos necesarios para erradicar la pobreza en todo el mundo. Pero ustedes no quieren. No quieren porque son unos violentos que defenderán sus privilegios a cualquier precio. Siempre habrá dinero para salvar a sus amigos, pero jamás para impedir que un niño muera de hambre. Por eso no escuchan, por eso prefieren criminalizarnos y llamarnos violentos a los que luchamos precisamente contra la violencia que ustedes promueven. Y si la criminalización de la disidencia no basta para desactivarnos, siempre quedará una bala en la recámara. Sabemos que no gastaron todas con Grigoropoulos. También sabemos otras muchas cosas, y las pensamos decir. Se ha terminado el tiempo del silencio y de la mentira. Ahora es el tiempo de la verdad, y ésta es la primera : ustedes son los antisistema, los que son incapaces de defender nada que no sea su propio enriquecimiento. Son ustedes los que no quieren que la humanidad camine junta. Pero ya han fracasado, porque a pesar de todo vamos a caminar.


Fuente: Daniel Jiménez Lorente (Noticias Positivas)