Buen artículo el de Rafael Cid, “Que nadie decida por tí; sal del armario”. El asunto central que merodea, aún sin nombrarlo, a mi modo de entender, es el de la consciencia. Para mi, asunto crucial. De ahí que glose los cuatro puntos siguientes: para poner de relieve esa emergencia y su trascendencia.

En relación al derecho a decidir: Los derechos, para que existan, han de estar positivizados en normas; no existen derechos en abstracto sino concretados en disposiciones legales; ni son previos a éstas convenciones sancionadas de los hombres, ni vienen del cielo, ni florecen espontáneamente en la naturaleza, ni son innatos. Son derechos aquellas normas que así decide “una comunidad”, es decir, lo que decide la correlación de fuerzas en cada momento, por tanto, una cuestión de poderes terrenales, no algo metafísico.

En relación al derecho a decidir: Los derechos, para que existan, han de estar positivizados en normas; no existen derechos en abstracto sino concretados en disposiciones legales; ni son previos a éstas convenciones sancionadas de los hombres, ni vienen del cielo, ni florecen espontáneamente en la naturaleza, ni son innatos. Son derechos aquellas normas que así decide “una comunidad”, es decir, lo que decide la correlación de fuerzas en cada momento, por tanto, una cuestión de poderes terrenales, no algo metafísico. No hay que confundirlo con los valores a que aspire cada cual, ni mucho menos con La Justicia, que también es una cuestión valorativa. 

No hay derecho a decidir cualquier cosa, ni tampoco toda decisión, aunque la exteriorice uno, es propia. Ejemplo paradigmático de éste último caso son las religiones, los nacionalismos, los fascismos y los dogmatismos de todo tipo. La mentira, la fábula, la manipulación, un hecho peculiar, un “milagro” … son instrumentos de esas doctrinas, que con su parafernalia propia, sus ritos, liturgias, catecismos, etc., construyen e incrustan prejuicios, imaginarios colectivos que, para consolidarlos, atan, anclan emocionalmente creando modelos mentales centrípetos y cerrados en torno a su concepto clave tipo dios, nación, etc., entorno a lo que todo gira y sobre lo que todo vuelve. Así, deciden esa ideologías, sus oligarcas, popes y poderes, que las inyectan, no las personas infectadas que exterioriza esa decisión, porque, como buen abducido, la siete propia. Son personas alienadas, colonizadas, dogmatizadas, poseídas: meros instrumentos de clases, de castas, de poderes que monopolizan el discurso, más si lo hacen único a través de todos sus medios de comunicación del control de masas -mccm- o social, incluyendo “inmersiones” educacionales varias. Para que una decisión sea propia se precisa que se haya fundamentado en pluralidad equitativa y libre, y construido de manera autogestionada. Si además de propia queremos que nuestra decisión se acerque, tienda a la verdad, entonces su conformación debe sustentarse en conocimientos ciertos o contrastados y tomarse en base a criterios de verdad. 

-Si bien es cierto que para tener libertad de elegir, en este mundo capitalista, es casi imprescindible el dinero, es sólo condición necesaria pero no suficiente. Para que esa libertad sea real, autentica…, además de la libertad material y no constreñimiento, y de la disposición de los medios para ejercerla, además se precisa que los criterios en que se base tal elección los haya adquirido el individuo partiendo, como se acaba de apuntar supra, de la pluralidad y el contraste, sin dogmatismos, anclajes emocionales ni otras cárceles mentales, ni conducidos aunque sea a control remoto, sino construidos de manera autónoma y autogestionada. Es decir, que la decisión no te la impongan las modas,catecismis, ideologías, marketings o discursos, ni te la hayan “instruido” o te la “eduquen” doctrinas sea cual sea su pelaje, etc., y que si estiramos, al final, llegaríamos a la manipulación o invasión mental antes apuntada, pero ahora también incluyendo al mercado y sus agentes, etc., pues para que esa elección sea libre, se precisa que previamente no se esté alienado ni poseido, ni colonizado por poder alguno. ¿Cómo, con qué instrumentos colonizan los poderes al individuo? 

Recapitulando: Vemos que los derechos no son sobrenaturales, ni innatos, sino que son normas sancionadas conforme la correlación de fuerzas, de los poderes. Que la decisión para que, en rigor, se pueda tildar de propia, se ha de fundamentar en la realidad plural, equitativa y cierta, no en fábulas ni engaños ni historias; y, sobre todo, ha de ser conformada autogestionadamente, no a través de posesiones ni alienaciones mentales. Y para que tal decisión propia sea libre, se requiere, además de lo anterior, que no se está constreñido ni material ni mentalmente: que el modelo mental no esté dogmatizado ni anclado emocionalmente, ni conducidos según cuentos, modas, marketings, catecismos y cuentos varios, ni encarcelado de cualquier otro modo. De todas formas, la relación (decisión) propia-libre, en el sentido estricto en que la venimos contemplando, es muy estrecha, la distinción es meramente conceptual. Por otra parte, para que tales decisiones sean, en ese mismo sentido estricto en que se está hablando, propias y libres, se requiere ser consciente de su toma, y consciente tanto de las condiciones en que se toma tal decisión, como de la incidencia que están teniendo sobre ella. Vemos que la consciencia es un requisito previo y sustancial. Porque ¿Se puede ser sin ser consciente de que se es?¿Los zombis, alienados, poseídos, colonizados y aledaños? En todo caso, si queremos errar lo mínimo, hay que implementar criterios de verdad. 

-Sobre lo del biapás del capitalismo lo dejamos para otro momento. Solo expresar mi duda al respecto. Creo que estamos ante el summúm del neoliberalismo: los gobiernos quitando el dinero a los pobres, a los …., y entregándoselo a los ricos, osease, a los malversadores, ladrones, estafadores …. Pero es que la oligarquía occidental, ya sin Muro, y ante las nuevas amenazas orientales y de los emergentes, se ha de resituar en el nuevo escenario global. Ahí la recapitalización del capital. No veo el baipás, salvo para nosotros. ¿Si se están recapitalizando, se debilitan o se refuerzan? Creo que la cólera, además de ser mínima, aún no tener fuelle y (como casi todas las emociones, no así la consciencia) ser muy moldeable, está muy dispersa y sin instrumentos confiables y eficaces. Veo a unos pocos con el control y llevándose lo de todos, mientras unos pocos de éstos salen a gritar a la calle. Otra de conciencia. Falta consciencia, si no faltara conciencia, si la mayoría fuera consciente….. También faltan herramientas integrales, no sólo sindicales: herramienta que abarquen la integridad social del ser humano. No sólo una parte, y, además, ya en extinción. Conciencia. ¿Cómo. con qué se consigue? 

-Respecto a Castoriadis, lo que da vitalidad, lo que de verdad empuja a la ruptura democrática y, ojo, sabiendo hacia adónde se va, es la conciencia. Sin ella, con inconsciencias, poco se hará. Si, ciertamente, la conciencia puesta en acción. Pero la conciencia ha de ser primero. 

Visto que la conciencia es clave, ¡Qué es la consciencia? ¿Y la consciencia social? ¿Cómo se hace uno consciente? ¿Qué instrumentos llevan al conocimiento de uno mismo? ¿Cuáles al conocimiento de la realidad, al ecosistema en que nos movemos y nos hace? ¿Qué dificulta e impide que seamos conscientes? ¿Hay grados de conciencia?…. ¿Si soy consciente, me podrían manipular? 

Y si me llego a conocer y el yo que vive en mí, no me gusta o él me hace ver que soy, que “me han hecho” de una manera, con unos valores, o con unos impulsores motivacionales, o con unos intereses, o .., que no quiero? ¿Con qué herramientas se consigue modelar al ser humano? ¿Y si me hago consciente que el dios que tanto amo, ante el que me arrodillo varias veces al día, por quién tanto lucho, en realidad es un fantasma que sirve al Poder para constreñirme? 

¿Sin conciencia, soy capaz de conocer? ¿Sin conciencia, qué, quién soy, soy yo? ¿La lucha de los alienados puede perseguir la consciencia? ¿Qué es lo primero, la lucha o la toma de conciencia?

Cristobal Cardenas


Fuente: Cristobal Cardenas