Artículo de opinión de Cristóbal Orellana

Cuando hace ya dos décadas quisimos tener un campus, y formamos entonces una plataforma ciudadana para impulsar aquel objetivo, nos encontramos enfrente con la voracidad especulativa del Mº de Defensa. Tuvimos campus universitario, sí, pero el alcalde de entonces pasó por el aro de firmar unos acuerdos con Defensa de tal modo que el Ministerio sacó una buena tajada urbanística…

Cuando hace ya dos décadas quisimos tener un campus, y formamos entonces una plataforma ciudadana para impulsar aquel objetivo, nos encontramos enfrente con la voracidad especulativa del Mº de Defensa. Tuvimos campus universitario, sí, pero el alcalde de entonces pasó por el aro de firmar unos acuerdos con Defensa de tal modo que el Ministerio sacó una buena tajada urbanística…

Ahora, y en el contexto de una provincia cuajada de servidumbres militares y atraso económico, llevamos años y años pidiendo que el Mº de Defensa –que, por cierto, arrastra una deuda multimillonaria que está estimada en más de 25.000 millones de euros– ceda al Ayuntamiento de Jerez el llamado Rancho de la Bola, junto al río Guadalete. Pero nada, no hay manera, no hay forma de que el Ministerio deje en paz lo que abandonó hace tiempo y quede ya para disfrute y uso público, recuperación medioambiental, oportunidades de cultura y ocio, etc. Defensa quiere por aquello más de un millón de euros… y se los quiere sablear a una ciudad arruinada como Jerez, la cual ya le dio lo que le dio con aquel acuerdo del campus.

En definitiva, el Ministerio de Defensa quiere abusar una vez más de Jerez, a quien ya le debería haber cedido también «sus» instalaciones ecuestres junto al Parque González Hontoria. Lo mismo lo consigue -si no nos andamos listos- y nos limpia los bolsillos una vez más.

Qué indignación e impotencia tan grande sentimos los ciudadanos que sabemos que Jerez podría mejorar mucho desde el punto de vista medioambiental si se recuperara sin costes aquella finca y, lamentablemente, como único obstáculo, nos encontramos con los intereses belicistas de un PP que, sin la más mínima piedad, no ceja en su obsesivo afán de desplumar a los ciudadanos cada vez que puede.

Cristóbal Orellana (Jerez)


Fuente: Cristóbal Orellana