Kaixo compas,
Ya hemos pasado el ecuador de la brigada y la verdad es que a pesar de lo intenso de la misma parece que fue ayer cuando empezamos, y es que el tiempo pasa muy rápido cuando lo vives intensamente y como deseas vivirlo.
El último día en Nablus nos levantamos dispuestas a ir al funeral de tres de los cuatro mártires (pues uno de ellos era de Jericho y se le habían llevado de madrugada, cuando los soldados se dignaron a entregar los cuerpos). Sin embargo el funeral no pudo tener lugar pues las fuerzas de ocupación israelíes, seguían dentro en la parte este de la ciudad, destruyendo más oficinas y edificios gubernamentales. Así que transportaron los cuerpos desde el hospital de Rafidia hasta el cementerio, y sin poder hacerles ningún otro tipo de homenaje les dieron sepultura.
Kaixo compas,
Ya hemos pasado el ecuador de la brigada y la verdad es que a pesar de lo intenso de la misma parece que fue ayer cuando empezamos, y es que el tiempo pasa muy rápido cuando lo vives intensamente y como deseas vivirlo.
El último día en Nablus nos levantamos dispuestas a ir al funeral de tres de los cuatro mártires (pues uno de ellos era de Jericho y se le habían llevado de madrugada, cuando los soldados se dignaron a entregar los cuerpos). Sin embargo el funeral no pudo tener lugar pues las fuerzas de ocupación israelíes, seguían dentro en la parte este de la ciudad, destruyendo más oficinas y edificios gubernamentales. Así que transportaron los cuerpos desde el hospital de Rafidia hasta el cementerio, y sin poder hacerles ningún otro tipo de homenaje les dieron sepultura.
Día 22. Crónica 5
Y es que ese detalle que puede parecer una nimiedad, es sin duda un castigo añadido al que supone para la familia y amigos la muerte de un ser querido y para el pueblo palestino la muerte de jóvenes activistas, que luchan por la liberación de su pueblo.
Pero así, de esos pequeños retazos de sinsentido y crueldad siembra el estado de Israel la vida de la población palestina.
Antes de salir hacia Qalqilia tuvimos un par de reuniones, con el alcalde de Nablus y con una mujer, farmacéutica, elegida (democráticamente, por si alguien lo había olvidado) en las listas de Hamas. Ambas reuniones fueron muy interesantes y a pesar de las discrepancias idelógicas existentes, un par de cosas quedaron claras el respeto que ambos sentíamos por nuestros posicionamientos y el apoyo incondicional a la causa y la lucha palestina. A la tarde salimos hacia Qalqilia, donde una vez más nos recibieron con gran alegría, agasajándonos con una opípara comida, tan sencilla, como abundante y deliciosa y es que la hospitalidad de esta gente es algo realmente impactante, sobre todo cuando piensas en cómo les tratamos nosotros cuando llegan a occidente y cómo les pintan los medios de comunicación. Una más, de las tantas, injusticias que se cometen con el mundo árabe y en este caso con el pueblo palestino en particular.
Al día siguiente fuimos a ver el horrible y escalofriante muro de Qalqilia y es que como decía una compañera de la brigada anonadada ante la ubicación del muro «es como una jaula de cemento rodeando las casas». Cierto, rodea las casas, y a sus 40.000 habitantes. Una enorme jaula con cuatro puertas, tres de uso agrícola y una para la población que son controladas por los soldados israelíes que las abren y las cierran a su antojo, los días que les parecen y a la hora que les parecen, sin tener en cuenta que el único hospital de la zona está dentro de la ciudad y que al cerrar las puertas dejan a los habitantes de los pueblos de alrededor sin ningún tipo de servicio, da igual que tengas un examen final en la escuela, da igual que tengas que parir, da igual que te estés desangrando, las puertas las cierran sus guardianes, unos pipiolos de 19 años llenos de odio, arrogancia, miedo e ignorancia comandados por personas (si es que se les puede aplicar ese término) que implementan unas políticas racistas y genocidas, cuyo ingrediente básico es la humillación permanente, dictadas desde los despachos de Tel Aviv y Washington.
Después nos llevaron a visitar diferentes pueblos, todos con un denominador común : la ocupación en forma de falta de libertad de movimiento por medio de checkpoints, cortes de carreteras, destrucción parcial de las mismas y sobre todo, las colonias.
Cientos, miles de casas de techos rojos rodeadas de jardines y árboles, que se vislumbran en las colinas de las montañas. Allá una, otra por aquí, otra más allá. Una tras otra todas las colinas van siendo colonizadas. Después las unen y así se anexionan todo lo que queda en medio. Son un verdadero cancer, un cancer silencioso, imparable, destructor, que transforma el «tejido» existente desde hace miles de años por un «tejido» nuevo, de bonita apariencia, pero podrido por dentro, desde sus cimientos. Nuestros medios de comunicación nos suelen sacar a los colonos mostrándolos como seres humanos con familas felices que se aman, pero yo me pregunto, ¿qué amor puede crecer sobre las tierras arrebatadas por la fuerza a sus verdaderos dueños, sobre miles de olivos ancestrales arrancados de raíz, sobre la sangre derramada de todo un pueblo, sobre una injusticia tan clara, como brutal ?
No hace falta apretar un gatillo para matar a alguien hay muchas formas de hacerlo y la ignorancia y menos la prepotencia de creerse el pueblo elegido con derecho divino a la posesión de estas tierras, no exime de culpa. Visitamos entre otros, el pueblo de Marda, hermanado con Arbizu (Euskal Herria), este pueblo está ubicado en un bonito valle, rodeado de montañas cuyas laderas están llenas de olivos. Entre estos, como una bívora sinuosa, corre el muro de la vergüenza y la anexión. Por si esto fuera poco, la cima de las colinas de sus montañas están plagadas de casas con techo rojo, casas de techo rojo desde las que los colonos acechan y disparan a los habitantes del pueblo cuando suben a recoger sus aceitunas, cuando están de celebración o cuando los niños están jugando en sus calles, y no sólo eso, también les tiran basuras de diferentes tipos y hasta sus aguas residuales. Pero todavía hay más, al final del camino que lleva a la carretera principal el ejército colocó una gran puerta de hierro, que cierra aleatoriamente, dejando al pueblo en situación de aislamiento total, rodeado por muro y acechado, atenazado y amenazado por esos colonos mal nacidos.Realmente increíble.
Ya para terminar el día, fuimos al homenaje de unos mártires del Frente Popular a los que asesinaron hace dos años tras una dura batalla de resistencia contra las fuerzas de ocupación.
Allí conocimos a la que iba a ser su mujer, de hecho iban a casarse a la semana siguiente de su asesinato y aunque habían pasado dos años y aunque es una mujer joven le seguía guardando el luto y seguía mostrando el orgullo de ser la prometida de un héroe local, de un héroe nacional. Con ella estaba otra chica, tendría unos 25 años, su historia también nos resultó terriblemente conmovedora.
Se casó en agosto de 2000, un mes después comenzo la 2 Intifada, su marido, activista de la resistencia pasó a la clandestinidad, pues era perseguido no sólo por su activismo sino por su pasado y es que desde los 11 años había sido encarcelado en multitud de ocasiones, al principio tan sólo por pertencer a una conocida familia palestina volcada en la lucha por la liberación de su pueblo, más tarde por su propia militancia. De hecho se conocieron la última vez que el salió de prisión porque ella, que acababa de terminar la carrera de derecho, estaba trabajando en el tema de los presos palestinos.
Sólo pudo verle en contadas ocasiones durante los dos primeros años de la Intifada hasta que en 2002 año brutal de invasiones y asesinatos palestinos en masa, al volver de llevar a otros compañeros a un lugar seguro donde esconderse porque también estaban siendo buscados, fue descubierto, perseguido y asesinado.
Era sorprendente oírla hablar con esa serenidad y tranquilidad que te da la certeza de estar en posesión de la verdad y el orgullo de ser la viuda de un joven que dio su vida por la luchar por la libertad de su pueblo. Y era más sorprenderte oírla decir, que ella no iba a volver a casarse, que ella seguía casada con su marido, que su vida era la lucha por la causa en forma de ayuda a los y las prisioneras palestinas y que esperaba ser un modelo para las mujeres que en un futuro se encontraran en su misma situación. La verdad es que se te hace un nudo en la garganta al oír esas cosas y oírlas con esa convicción y con esa fuerza y eso unido a su mirada, paradójicamente, te llenan de esperanza y te hacen entender que sí, que el pueblo palestino está vivo, que siguen luchando, que van a seguir luchando, y un pueblo que lucha, nunca pierde.
Probablemente nosotras no lo lleguemos a ver, pero como dicen ellos : «finalmente la victoria,sera nuestra»
Salud, amor y fuerza,
Par : rr.ii.
Fuente: Li