Artículo publicado en Rojo y Negro nº 382 de octubre
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) reúne a representantes gubernamentales de todo el mundo para acordar políticas climáticas, energéticas, etc., limitar el aumento de la temperatura global y adaptarse a los impactos asociados con el cambio climático. La Conferencia de las Partes de la CMNUCC de 2023 (COP28) se celebrará del 30 de noviembre al 12 de diciembre próximos en Dubái (Emiratos Árabes Unidos). Como es habitual desde hace años, también asisten representantes de otros colectivos para hacer oír su voz al margen de la cumbre, junto con decenas de periodistas.
Las COPs han fracasado. Muchos países falsean la información sobre sus emisiones de gases de efecto invernadero, incluidas las de metano (el gas que más potencial tiene para aumentarlo). La transparencia sobre la medición, la notificación y la verificación de las emisiones es muy deficiente, porque ciertas naciones rechazan cualquier verificación independiente por vulnerar su soberanía nacional.
Otro problema es la inacción climática por parte de los gobiernos y muchas empresas. La adopción de medidas para mitigar el cambio climático y adaptarnos a él no existe, o es demasiado lenta, o hay marchas atrás; éste último es el caso de la excepcionalidad o prórroga del plazo de aplicación de medidas, reglamentos y leyes, con la excusa de la recuperación económica tras la pandemia por Covid 19 o la guerra de Ucrania, por ejemplo. El negocio es lo primero.
Por ello, los compromisos de reducción de emisiones son papel mojado; es inútil el esfuerzo mundial para evitar que la temperatura global supere en más de 1,5 ºC la de la época preindustrial, lo que significa que en un futuro próximo, las catástrofes climáticas serán frecuentes y ocurrirán en cualquier parte del mundo. Peor aún: muchos científicos consideran que esa temperatura ya la hemos rebasado, y los hechos parecen darles la razón:
– En España, el aumento de la frecuencia y de la intensidad de inundaciones y sequías, como la DANA del mes de septiembre de 2023 y la sequía de los últimos años, o la extensión y gravedad de los incendios forestales en 2022. A eso hay que añadir las olas de calor, cada vez más numerosas y tempranas. En 2022, la ola de calor, que empezó en primavera, se llevó por delante más de 11.324 vidas humanas (más de 61.000 en toda Europa); en 2023, la primera ola de calor empezó dos meses antes.
– En Canadá, los incendios de 2023 habían calcinado hasta el 6 de agosto 13.076.056 hectáreas, seis veces el promedio a largo plazo de 2,10 millones de hectáreas para esa época del año.
– En Libia y otros países de la cuenca mediterránea, el ciclón tropical mediterráneo (medican) Daniel, de septiembre de 2023, fue el más mortífero que se ha registrado jamás, y las inundaciones que ha causado están entre las 20 mayores de todo tipo y origen de los últimos 2.155 años.
– En todo el mundo, por primera vez se han batido los récords de temperatura global en tres meses consecutivos (junio, julio y agosto de 2023).
La ciudadanía de a pie está cada vez más preocupada por la emergencia climática y por la inacción gubernamental y empresarial ante ella, y ha decidido pasar a la acción. Al menos desde 2018, movimientos globales como el escolar de Fridays for Future, el colectivo de Extinction Rebellion, el científico de Rebelión Científica, o el vegano de Futuro Vegetal han roto los esquemas del activismo ecologista tradicional, para inaugurar una forma nueva y potente de participación de personas activadas, ajenas a cualquier tipo de activismo. Más transversales son las Mesas por el Clima, que se han creado en numerosos municipios, y que favorecen la participación pública en el debate y en la adopción de medidas contra la emergencia climática.
Los grupos de presión de las empresas beneficiarias de la inacción climática tampoco desfallecen. La COP27 de Egipto fue acusada de lavado de imagen, y la designación de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) como sede de la COP28 ha sido ya fuertemente criticada, pues se considera análoga a nombrar para la dirección de un centro de rehabilitación de toxicomanías a una persona drogodependiente. Los EAU están entre los cinco países con más emisiones de gases de efecto invernadero per cápita. “Casualmente”, el presidente de la COP28 es también el director general de la Abu Dhabi National Oil Company (ADNOC), pero la alarma trasciende esa “coincidencia”: la ADNOC ha anunciado planes para duplicar la producción de petróleo y gas de aquí a 2027, mientras los EAU se han comprometido a reducir sus emisiones netas de carbono a cero para 2050.
El control petrolífero de la COP28 no es una anécdota aislada. Así, el Partido Popular Europeo ha fracasado por un estrecho margen de votos en su intento de bloquear la Ley de Restauración de la Naturaleza, que el propio Parlamento Europeo reconoce como crucial para combatir el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, además de reducir los riesgos para la seguridad alimentaria. La mala noticia es que consiguió que se retrasen sus objetivos “en caso de consecuencias socioeconómicas excepcionales”. El negocio es lo primero.
Por su parte, el recién elegido presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha relativizado las consecuencias de incumplir el objetivo global de no superar en más de 1,5 ºC la temperatura de la época preindustrial, al afirmar que el mundo no se acabará y advertir contra los temores exagerados si no se alcanza dicho objetivo; estas declaraciones se oponen frontalmente al informe anual de 2023 del propio IPCC, un grupo de prestigiosos científicos de todo el mundo; ese informe asegura que el cambio climático ya ha causado impactos generalizados y pérdidas y daños relacionados en los sistemas humanos y ha alterado los ecosistemas terrestres, de agua dulce y oceánicos en todo el mundo.
Esta combinación de negacionismo, inacción y lavado de imagen climáticos ha sido contestada con acciones de desobediencia civil y acción directa no violenta por todo el mundo, que han sido objeto de un neopunitivismo gubernamental, arbitrario y desproporcionado:
– La Unidad Contraterrorista del Sureste de Inglaterra incluyó en 2020 a ‘Extinction Rebellion’ en una lista de ideologías extremistas junto a grupos terroristas islámicos y organizaciones neonazis prohibidas, dentro de un informe que clasifica diversas amenazas para la seguridad nacional. Posteriormente, la policía británica rechazó dicho informe, pero el aviso a navegantes ya estaba lanzado, como veremos después.
– Igualmente en Gran Bretaña, en 2022, la policía británica no sólo reprimió duramente la manifestación del grupo Just Stop Oil que bloqueó la autopista M25 que rodea Londres, para reclamar el fin de los proyectos de gas y petróleo, sino que también detuvo y retuvo durante horas a periodistas que cubrían la acción.
– En España, la policía detuvo a 15 científicas y científicos de Rebelión Científica en la primavera de 2022, y se enfrentan a penas de hasta 6 años de cárcel, por una acción directa no violenta en el Congreso de los Diputados, consistente en verter jugo de remolacha diluido en la escalinatas del congreso, que tardó menos tiempo en ser limpiado por los operarios del que tardó la policía en tomar la filiación de los científicos participantes, “armados” con batas de laboratorio y páginas del informe del IPCC de ese año.
– En otoño de ese mismo año, otras 13 personas de Rebelión Científica fueron detenidas en Alemania por participar en acciones directas no violentas para denunciar el fracaso del Acuerdo de París sobre limitación de las emisiones de gases de efecto invernadero, en los días previos a la COP27.
– En 2023, el Consejo de Ministros francés ha disuelto el grupo ecologista ‘Les Soulèvements de la Terre’, aplicándoles la ‘ley separatismo’, establecida a priori para combatir a grupos armados.
– También en 2023 se realizó una redada en Alemania contra los activistas climáticos de ‘Letzte Generation’, conocidos por acciones en museos y por paralizar el tráfico pegándose al asfalto o a los vehículos; la fiscalía de Baviera considera al grupo sospechoso de organización criminal, pero la redada, en la que participaron unos 170 agentes de policía en 7 estados alemanes, en los que registraron unas 15 propiedades, se saldó sin una sola detención.
– De nuevo en España, la memoria anual de la Fiscalía General del Estado (FGE) ha incluido en el apartado de “terrorismo nacional” a los colectivos ‘Futuro Vegetal’ y ’Extinction Rebellion’ y “grupos satélites”, dentro de un subapartado de “ecologismo radical”, por pasar «de las habituales acciones reivindicativas de «desobediencia civil no violenta» a realizar acciones de mayor calado que, al contrario de las anteriores, ya no tienen tanta aceptación y beneplácito en el conjunto de la ciudadanía». Si no fuera algo tan serio como la libertad de expresión y el derecho de desobediencia civil en legítima defensa, es de risa que en el epígrafe de «estado de la amenaza» se afirme: «Es previsible que las acciones continúen, incluso se incrementen al incorporarse cada día más jóvenes a estos grupos que defienden modelos de sociedad sostenible». Numerosas organizaciones no gubernamentales, políticos, periodistas, etc. han arremetido contra esta calificación de la Fiscalía, hasta que el Fiscal General del Estado ha reconocido el error y que no se va a repetir en la memoria del próximo año. Pero no se ha eliminado ese subapartado de la memoria de 2022, y el aviso a navegantes, igual que en Inglaterra, ya ha sido emitido.
El mejor diagnóstico de esta mezcla de lavado de imagen, negacionismo, inacción y neopunitivismo climáticos lo ha hecho Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, al cargar contra las empresas que intentan bloquear la lucha contra el cambio climático con su dinero e influencia, y afirmar que “La humanidad ha abierto las puertas del infierno”.
Máximo Florín Beltrán
Profesor Titular de Tecnologías del Medio Ambiente, ETS de Ingeniería, Canales y Puertos, UCLM
Fuente: Rojo y Negro