Me imagino el viaje a Rochdale de Josep Maria Rendé, Rendé y Ventosa, desde la Espluga de Francolí, en los Países Catalanes. Y me lo imagino porque nunca pasó, todo lo contrario, más que los cuerpos fueron las ideas las que se desplazaron en papel escrito hasta la Conca de Barberà e hicieron posible que allí se fundara una bodega cooperativa como ya había pasado en Barberà de la Conca años antes, el primero, dicen. El mismo camino que, desobedeciendo las normas anarquistas elegidas en congresos por especialistas de las normas y los "estatutos", fundaron los anarquistas del Priorat a cada uno de los pueblos donde se pudieron organizar, que fueron muchos.
Estaba en Rochdale, en 1844, cuando un grupo de obreros mayoritariamente tejedores, pero no sólo, crearon, el 24 de octubre, el primer Almacén Cooperativo de la ciudad y del resto del mundo. Era un hecho absolutamente local pero se convirtió en universal en nada. Eran veintiocho tejedores, y otros sin trabajo parados o como consecuencia de haber participar en varias huelgas, y aportaron 28 peniques cada uno.
Estaba en Rochdale, en 1844, cuando un grupo de obreros mayoritariamente tejedores, pero no sólo, crearon, el 24 de octubre, el primer Almacén Cooperativo de la ciudad y del resto del mundo. Era un hecho absolutamente local pero se convirtió en universal en nada. Eran veintiocho tejedores, y otros sin trabajo parados o como consecuencia de haber participar en varias huelgas, y aportaron 28 peniques cada uno. Ellos escribieron la Carta de los principios de Rochdale que a mí siempre me ha parecido magnífica, sobre todo en el punto que dice que la cooperativa «no tratará con vagos», un punto que con el tiempo desapareció. Esta reglas se convirtieron el corpus normativo básico de las cooperativas del siglo XIX y todas ellas comienzan con una que dice que «La cooperación completa la economía política al organizar la distribución de la riqueza». La distribución de la riqueza …, éste es el centro de la cuestión, éste y que la cooperativa «significa la responsabilidad personal, la iniciativa personal y la participación es este prestigio que el trabajo y el pensamiento saben conquistar.» Las normas, según Albert Pérez en «Cooperativismo», se podían resumir en unos puntos que hacían referencia a la intervención democrática de los asociados y su libre adhesión, la distribución de los remanentes según el uso que cada asociado ha hecho de los servicios de la cooperativa, la interés limitado al capital, al que sólo se le reconoce un interés fijo y pequeño ya que se alquila como herramienta de trabajo, la neutralidad política y religiosa, las ventas al contado y la enseñanza sobre todo de la misma cooperación.
Las reglas de Rochdale fueron revisadas en 1937 por la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) y adecuadas, en su redacción sobre todo, en 1966. Las actuales normas internacionales del cooperativismo, sin embargo, son producto de una última adecuación realizada en el marco de un Congreso de la ACI realizado en Manchester en 1995 e incluyen la autonomía e independencia de las cooperativas como centro de su existencia .
Rande y Ventosa era un rico muy alejado de nuestros preceptos de reparto del trabajo y la riqueza. Y muy probablemente nunca fue a Rochdale, aunque podría haber ido. De hecho todo eso no importa demasiado. Tampoco fue Joaquim Llorens Abelló y no deja de ser, por ello, uno de los más importantes anarquistas y cooperativistas del Priorat. Lo que de verdad importa son los valores que el cooperativismo defendía y defiende, los que fomenta y los que promueve. Y estos no son otros que la autoayuda, la autorresponsabilidad, la igualdad, la equidad, la solidaridad, la honestidad, la transparencia y la responsabilidad social.
Jordi Martí Font
Fuente: Jordi Martí Font