La amplitud de la manifestación del 11 de septiembre 2012 en Barcelona y su talante fervorosamente independentista han suscitado un alud de reacciones contrapuestas que van desde la preocupación por un eventual desmembramiento de España hasta la esperanza de un nuevo horizonte de libertad para Cataluña. Por mucho que estuviesen reunidas todas las condiciones para fomentar una participación masiva,...
…insistencia de los medios de comunicación audio-visuales, exhortaciones de las instituciones de gobierno, frustración por las repetidas negativas del gobierno de España a aceptar las propuestas de ampliación del autogobierno catalán, crispación por la situación laboral y por los recortes sociales, sentimiento de un desequilibrio injusto entre la contribución económica de Catalunya a la hacienda estatal y el retorno recibido por la sociedad catalana, etc.
…insistencia de los medios de comunicación audio-visuales, exhortaciones de las instituciones de gobierno, frustración por las repetidas negativas del gobierno de España a aceptar las propuestas de ampliación del autogobierno catalán, crispación por la situación laboral y por los recortes sociales, sentimiento de un desequilibrio injusto entre la contribución económica de Catalunya a la hacienda estatal y el retorno recibido por la sociedad catalana, etc. etc., lo cierto es que la afluencia desbordó todas las previsiones y creó de esa forma un autentico “acontecimiento” en el pleno sentido de la palabra. Me parece obvio que la CGT no debería ignorar ni infravalorar el acontecimiento alumbrado por esa manifestación y debería expresar un posicionamiento sin ambigüedades.
Para empezar, conviene dejar claro que la perspectiva de un eventual desmembramiento de España no es un tema que deba preocupar en lo más mínimo a la CGT, sino que constituye más bien, en mi opinión, una perspectiva alentadora. Bien sabemos que España, al igual que todos los demás Estados-Nación, se ha construido históricamente en base a un ejercicio de poder, más o menos cruento según los casos, que ha integrado en un conjunto territorial y político determinado la diversidad originaria de las comunidades existentes en dicho territorio. También sabemos que lo propio de un Estado-Nación consiste en crear una transversalidad que difumina bajo una misma adscripción identitaria las hirientes e insoportables diferencias entre las diversas posiciones sociales. Así por ejemplo. tan español resulta ser un rico como un pobre, un explotado como un explotador, y todos quedan hermanados bajo la falacia de una misma pertenencia nacional que crea la falsa ilusión de una comunidad de intereses y que, por lo demás, ni es natural, ni es necesaria, ni es eterna.
Por supuesto, aludir a la preservación de la actual configuración territorial de España para oponerse a la secesión de cualquiera de las comunidades o de los colectivos que la integran es algo que no tiene cabida en los postulados de la CGT. El derecho a decidir por sí mismo, el derecho a la auto determinación de cualquier comunidad, están inscritos en el ADN del anarcosindicalismo al igual que lo están la erradicación de la explotación y la exigencia de justicia social.
Sin embargo sería una burda ingenuidad creer que debamos involucrarnos automática y necesariamente en cualquier lucha por la autodeterminación sin valorar cuales son sus características y sus objetivos. No se trata solamente de que sean demasiadas las batallas y las guerras que nos solicitan con extrema premura para que sea indispensable detenernos en fijar prioridades, es sobre todo que las características y los objetivos de determinadas luchas las alejan irremediablemente de lo que forma parte de las luchas que nos son propias. Desde luego, en tanto que Organización anarcosindicalista, la lucha por conseguir que Cataluña sea un nuevo Estado de Europa no es nuestra lucha, por mucho que millones de personas reclamen esa nueva configuración política. Tampoco forman parte de nuestras luchas aquellas que movilizan imaginarios nacionalistas, y menos si acontecen en un día institucionalmente y oficialmente fijado para expresar el sentimiento nacional.
Ya he indicado que la pertenencia nacional constituye una afirmación de transversalidad que enmascara profundos antagonismos de clase, y no cabe duda que la transversalidad constituye a menudo una condición para que puedan congregarse grandes multitudes. La transversalidad ha sido justamente recalcada como una característica de la manifestación del 11 de septiembre, una transversalidad que unía en un mismo grito de “independencia” a quienes están manejando las tijeras y a quienes están sufriendo los recortes. Porque la independencia es un proyecto político que solamente puede avanzar eficazmente si es ampliamente transversal, si lo impulsan banqueros y desahuciados, si lo promueven Conseillers de Interior como Felíp Puig y acampados de la Plaza Catalunya apaleados por las fuerzas bajo su mando, si lo favorecen la burguesía catalana y los parados catalanes, queda claro por lo tanto que la lucha por la independencia no forma parte de nuestras luchas. Y esto no significa en absoluto que la CGT debería entorpecer lo más mínimo el camino hacia la independencia de Cataluña, tan solo significa que esa no debería ser su lucha. Es más, a mi entender la CGT debería considerar que el hecho de que la manifestación del 11 de septiembre contribuya a crear un nuevo escenario político en el cual se debilitaran los resortes de poder del Estado Español, y se relajaran sus mecanismos de control sobre parte del territorio que domina actualmente, constituye un elemento sumamente positivo.
Para concluir, es hora de volver al titular de este texto, me parece necesario argumentar seriamente contra la instrumentalización nacionalista de los trabajadores que viven en otras comunidades del Estado Español y contra la instrumentalización nacionalista de los trabajadores que viven en la comunidad catalana, porque nada sería más desolador y perjudicial que ver a los trabajadores alistarse bajo una u otra bandera nacional, aunque sea pacíficamente como no podría ser de otra forma, en contra de sus hermanos de clase.
Tomás Ibañez
Fuente: Tomás Ibañez