La publicidad engañosa no solo afecta a la propuesta de una Europa Política, sino también a la de Europa Social. Las políticas de empleo están basadas en la flexibilización del mercado de trabajo, el abaratamiento del despido, los aumentos de productividad y las leyes de excepción contra el sindicalismo de clase con la colaboración del sindicalismo mayoritario
1.Identidades y Consecuencias del NO a la Constitución Europea (C.E.)
El NO a la C.E. en el referéndum de Francia y Holanda [1] ha supuesto un serio revés al proceso de legitimación de un orden de relaciones económicas y políticas ya constituido en los estados integrantes de la Unión Europea (U.E.). El liliputiense SI de los electores obligatorios de Luxemburgo [2] ha generado declaraciones tan entusiastas como patéticas respecto al vigor democrático del proyecto europeo. El valor de este SI consiste simplemente en no empeorar la grave enfermedad democrática del proyecto.
A pesar de la victoria del SÍ, el referéndum de España del 20/II/05 [3] mostró, en su precariedad (menos de un tercio de la población española apoyó la C.E.), la caída de la participación popular en las sucesivas elecciones al Parlamento Europeo [4] . Esta tendencia expresa la ruptura entre las verdaderas consecuencias sociales de la globalización europea y las promesas de progreso y bienestar con las que se intenta legitimar. Esta ruptura carece de más expresión política que la electoral porque la izquierda participa del proyecto globalizador. Aunque, de forma contradictoria y por razones de coyuntura se oponga en algunas ocasiones, a los daños de la Europa del euro, su función primordial es impedir que el conflicto social se unifique y organice.
El proyecto capitalista que contiene la C.E. no supera sus propias normas de homologación democrática. Sin embargo, el distanciamiento popular que expresan el NO o la abstención, dista mucho de contener una conciencia homogénea y menos aún antagonista. Cuando el poder consulta a la gente sobre la UE, la mayoría se opone o no participa. Pero esto no es suficiente para detener el tren globalizador. Actualmente, el rechazo a la C.E. carece de los conocimientos, deseos y organización necesarios para ser un obstáculo al modelo de sociedad que representa dicho texto. Es un mero dato sociológico para el perfeccionamiento de la mercadotecnia de los políticos.
En esta ocasión, tras el shock de Francia y Holanda -dos de los seis países fundadores de la Comunidad Europea- las primeras declaraciones iban en la línea de “aquí no ha pasado nada”[5] . Posteriormente, se empezó a hablar de “grave crisis de la construcción europea”. Días después del referéndum holandés, Tony Blair canceló el referéndum previsto en GB para 2006 y retomó la iniciativa para generalizar en la UE su modelo social flexibilizador frente a las reticencias (en cuanto a los ritmos) por parte de la izquierda en Francia y Alemania[6] .
En el Consejo Europeo de finalización de la presidencia luxemburguesa en VI’05 se acordó una prórroga de dos años respecto al compromiso de acabar las consultas sobre la C.E. en Diciembre del 2006. La vigencia del tratado de Niza, que regula los procedimientos de toma de decisiones del Consejo Europeo hasta el 2009, permite esta medida. El actual debate sobre la financiación de la UE en el periodo 2007 – 2013 y el débil crecimiento económico, la dificultan.
El miedo a las consecuencias de la globalización (paro, precariedad, privatizaciones, retroceso de la protección social, deslocalización, despidos, competencia de trabajadores inmigrantes), aumenta por la ampliación de la UE a 10 países del Este y Centro de Europa. Las directivas europeas sobre la liberalización de los servicios, en sintonía con las políticas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), han tenido una enorme repercusión en las movilizaciones de Francia desde hace una década y en particular, el último año. Pero la falta de una cultura política antiglobalización explica la distorsión xenófoba, fascista y machista que a menudo acompaña a la agitación social por estos problemas. La ausencia de referencias a las raíces cristianas de Europa, trenzada con los factores mencionados, ha influido también en el rechazo de amplias capas sociales y no solo de las clases más poderosas.
El escenario económico y político del NO a la CE es de fuerte inestabilidad : estancamiento económico de algunos países entre los que se cuentan Francia y Alemania ; aumento de la confrontación armada en Oriente Medio ; fuerte elevación de los precios del petróleo agravada por la depreciación del euro ; burbujas financieras, en particular la inmobiliaria ; irrupción de China en el comercio mundial con grave afectación de sectores productivos europeos ; necesidad imperiosa del capitalismo europeo de acelerar la flexibilización del mercado de trabajo y la privatización de la protección social para favorecer el crecimiento económico, mejorar la competitividad y estabilizar el euro frente al dólar ; disolución de la izquierda ; enormes tensiones en torno a la Política Agraria Común y los recursos destinados por ella para mantener los equilibrios en el sector rural ; múltiples líneas de confrontación entre los países europeos en torno a los presupuestos de los próximos 6 años en los que el Estado Español pasaría, según la propuesta actual de la Comisión Europea, de un saldo neto anual de + 5,7 millones de € en 2005 a – 135.000 € en 2013.
Inglaterra, que a pesar de no estar en el euro tiene la mitad del desempleo y crece más que la media de la UE, se declara ardiente europeista y se dispone a gestionar el NO a una C.E. con demasiadas regulaciones políticas. Al hacerlo, la rama inglesa de la socialdemocracia marca, una vez más, el rumbo a sus correligionarios europeos y de paso a toda la izquierda, incluyendo los movimientos sociales ya bajo su control, en particular, en España.
Gordon Brown, ministro de economía en el gobierno de Tony Blair expresa con claridad la política que el gobierno laborista de GB propone machaconamente desde su presidencia semestral de las instituciones europeas : “No es aceptable un modelo que permite que haya 20 millones de parados en la UE. Es necesario hacer competitiva a Europa en un contexto mundial que ha cambiado dramáticamente respecto al modelo de su nacimiento hace 50 años. Europa ha sido un éxito histórico pero debe adaptarse para sobrevivir. Antes existía un mundo bipolar, ahora existe un mundo globalizado en el que mercancías y capitales se mueven libremente. Es irracional que la agricultura europea, que promueve el 2% del PIB, reciba el 42% de los presupuestos europeos.” El partido laborista y con él toda la izquierda europea incluidos, en primera fila nuestros PSOE, IU, CCOO y UGT, parten de considerar la globalización y la libertad de movimientos de capitales como algo racional y democrático. Todo lo demás debe adaptarse, por las buenas o por las malas, a ésta verdad dictada. La versión de esta política en los movimientos sociales se llama Alterglobalización. Sólo los aguafiestas y los resentidos hablan ya de Antiglobalización.
Felipe González, precursor de la 3ª Vía y portavoz de la esencia más profunda de la izquierda capitalista española, achaca los problemas de la Constitución Europea, no a que contenga demasiado mercado, sino demasiado poco mercado. Su diagnóstico también apunta al exceso de poder político y sindical que impide corregir el déficit público, flexibilizar el mercado de trabajo y abordar la privatización sanitaria y de las pensiones con el debido rigor.
2.¿A QUE SE HA DICHO NO ? (AUNQUE NO SE SEPA)
Para situarnos ante esta complejidad, necesitamos un análisis riguroso acerca de lo que queremos decir cuando decimos “Europa” o “Constitución Europea”. Plantearnos preguntas como : ¿Cuál es la finalidad real de Europa, su modelo socioeconómico, sus límites geográficos, su cultura ? ¿qué se unifica, que se constituye ?
El largo y complejo proceso que cristaliza en la “Constitución Europea”, tiene como vector dominante la hegemonía de la fracción multinacional del capital industrial y financiero de los grandes países europeos, en particular, Alemania, Francia e Inglaterra, sometidos, a su vez, a un juego de contradicciones recíprocas. Este proceso está movilizado por varios objetivos :
8) limitar las políticas de izquierdas a medidas paliativas que intentan reducir algunos de los efectos, sin poner en tela de juicio las causas. Con ello, las soluciones parciales y precarias perfeccionan y fortalecen el proceso globalizador,
La sustancia del espacio plurinacional y pluriestatal europeo es la moneda única, el euro. Las únicas normas realmente constitutivas de la Unidad Europea son las que fijan las políticas monetarias. En rigor, el único sujeto constituyente de la Unión Europea es el dinero[9] . Con el euro, el Capital consigue un lenguaje único, un espacio para moverse libremente, limitando las distorsiones que originan las diferencias en los precios. Sobre todo, en los precios del dinero (tipos de interés e IPC), así como las devaluaciones competitivas que propician monedas diversas. La moneda única, el euro, exige controlar las políticas económicas y presupuestarias de cada país que, en caso de incurrir en déficit público y deuda pública[10] , producen inestabilidad al resto de países de la UE frente a terceros (multinacionales, comercio internacional, países o bloques competidores, moneda de referencia para inversores internacionales, etc).
En el contexto constitucional, aparecen elementos clarificadores respecto a estos objetivos. El título I de la Parte Primera establece que “la competencia sea libre y no falseada[11] ” y se propone “un crecimiento económico equilibrado y la estabilidad de precios en una economía social de mercado altamente competitiva [12] , la libre circulación de capitales [13] , la independencia del Banco Central Europeo (BCE) y la estabilidad de precios como su objetivo principal [14] ”. Todos ellos son paradigmas neoliberales importados del Tratado de Maastricht (1992) y del Tratado de Ámsterdam (1997), donde se concretan los criterios monetaristas de la construcción europea [15] que, contra viento y marea, se aplican independientemente de las necesidades específicas de cada país.
La promesa de “una Europa unida en la diversidad” (Preámbulo), se encarna a través del “mercado único [16] ” y de “la garantía del orden público y la integridad territorial por parte de los estados [17] ”. La mediación del mercado para el buen fin de derechos y libertades impone la subordinación de las instituciones políticas y de la participación popular, así como un desorden social en el que la discriminación por razones de territorio, clase social, género, minusvalía, raza, religión, nacionalidad y opción sexual [18] es la norma. La divergencia social es la consecuencia necesaria de la competitividad, la convergencia monetaria, la independencia del Banco Central y la libertad de movimiento de los capitales, todo ello protegido por la Constitución Europea. Al imponer las mismas políticas monetaristas a pueblos y economías muy diferentes, el Euro es un “lecho de Procusto” para los pueblos y las naciones [19] .
La alternativa al caos institucional que se dibuja en una UE’25 tiene una fácil solución : “la cooperación reforzada” contemplada en la CE [20] . Esta legalización de una Europa de “geometría variable”, consagra la desigualdad y refleja la realidad de los círculos de poder que han gobernado la UE desde 1957. La lucha por la hegemonía en estos directorios se ha agudizado con la agresión a Iraq de 2003 y parece bascularse en la actualidad a favor de Gran Bretaña como proveedora de la solución para los problemas de crecimiento y competitividad de la UE y como gozne de Europa con EEUU.
Al hablar de Constitución, la cuestión es : ¿Constitución de qué ? ¿Qué o quién “se” constituye ? ¿Quién es el sujeto de soberanía ? ¿Dónde radica el poder constituyente de esta “Constitución” ? La respuesta inequívoca es : Constitución del Capital Europeo. La “Constitución Europea” da el protagonismo a una sustancia abstracta, el Capital, cuyo poder constituyente, en cada momento, es simétrico al grado de sometimiento que consigue ejercer sobre l@s trabajador@s, las mujeres y los pueblos. Los Estados-Nación son su verdadero instrumento de dominio. Por eso, por mucha retórica europeísta que contenga el Tratado Constitucional, el Capital Europeo los necesita como garantes del control social.
La retórica social, política y medioambiental de la Unión Europea es una ficción porque su único principio de realidad consiste en un mercado y una moneda común. Lo que se ha unificado no es la libertad de las personas y su lenguaje (idioma) sino la libertad del dinero y su lenguaje (moneda). Las instituciones democráticas y las leyes no están antes, sino después de la competitividad y las políticas monetarias. La independencia política del Banco Central Europeo respecto a las instituciones y la irresponsabilidad política del libre movimiento de capitales respecto a sus consecuencias catastróficas, así lo atestiguan. Esta peculiar transferencia de soberanía del Estado al Mercado supone el suicidio de la democracia al otorgar a la economía capitalista[21] grados de libertad incompatibles con los derechos civiles y los derechos humanos.
Cuando un sistema político se basa en el imperio de las leyes del mercado, como es el caso de la UE y de sus estados miembros, las normas que protegen las libertades y derechos de los de abajo y la protección de la naturaleza, son solo propaganda. La desigualdad entre las personas, las clases sociales, los géneros, las razas y los países, es el punto de partida pero también el de llegada. La única identidad común europea es la sumisión a los capitales que se mueven libremente, gracias al mercado y la moneda única.
3.EL RECHAZO A LA C.E. ES NECESARIO, PERO NO SUFICIENTE
La Constitución es una Ley pero la Ley, para ser Derecho, debe ser justa. Por lo tanto la Constitución está subordinada a la justicia. A su vez, la aplicación de la justicia exige la visibilidad política de la injusticia. Esta visibilidad depende de las condiciones de posibilidad para la autodeterminación de los sujetos que padecen la injusticia. Luego, la Constitución, sólo es justa cuando permite la expresión política, vale decir, la autodeterminación de los que, lesionados en sus libertades, derechos y necesidades, pugnan por hacerse socialmente visibles, constituyéndose en sujetos políticos.
El Tratado Constitucional Europeo, al igual que la Constitución Española, proclama derechos antagónicos e irreconciliables. A igualdad de derechos gana la fuerza. La fuerza del capital radica en su libertad de movimiento multinacional protegida por el estado y consentida por la gente. Este funcionamiento sólo es posible por la parálisis de los movimientos de autodeterminación popular, única fuente de poder y de legitimidad constitucional en una democracia verdadera. Sin interrumpir la libertad del capital, que se ha anudado a los deseos de sus víctimas, no habrá libertad, estabilidad ni seguridad para nadie.
En las condiciones actuales, la Europa política que promete la Constitución Europea es tan imposible después, como antes de los referéndum de Francia y Holanda. Tan inviable con la victoria del NO como lo hubiera sido con la victoria del SI. En cada uno de los estados miembros de la UE, el Estado Nación, cuenta con una enorme fuerza económica (maneja recursos equivalentes al 40% del Producto Interior Bruto PIB [22] ) y política. Sin embargo, es incapaz de garantizar el derecho a la vida, la integridad física, la igualdad de las mujeres, la protección social, el empleo digno, la vivienda y las libertades democráticas a la mayoría de la población. Parece razonable preguntarse : ¿cómo va a protegerlos un tratado que es solo un acuerdo entre estados para promover la libertad de inversión y de beneficios del capital.
La publicidad engañosa no solo afecta a la propuesta de una Europa Política, sino también a la de Europa Social. Las políticas de empleo están basadas en la flexibilización del mercado de trabajo, el abaratamiento del despido, los aumentos de productividad y las leyes de excepción contra el sindicalismo de clase con la colaboración del sindicalismo mayoritario. Estas políticas se dan la mano con la privatización de la educación, la sanidad, las pensiones y los salarios mínimos de integración como versión pervertida de una Renta Básica sin lucha social. Todo ello completa el cuadro del control sobre desempleados y personas con dificultades de empleo (madres solteras, trabajador@s madur@s, discapacitados, etc) de forma que, para percibir cualquier ayuda del estado, es condición el paso previo por el mercado de trabajo (basura).
La contradicción flagrante entre los derechos sociales “protegidos por la Constitución” y su violación diaria, en nombre de la economía, el euro y la competitividad, se impone, por parte de políticos y empresarios, por diversas vías. Una : El incumplimiento de las leyes sociales y ambientales como práctica generalizada. Dos : las reformas, a posteriori, de las leyes laborales, sindicales y de protección social, para legalizar lo que ya es una situación de hecho al margen de la ley. Tres : los pactos con la izquierda y el sindicalismo mayoritario para legitimar dichas reformas legales. Cuatro : la jurisprudencia de algunos jueces, cuyas sentencias, a menudo presuntamente prevaricadoras, se van filtrando en el sistema jurídico, convirtiendo los derechos del capital, siempre insuficientes, en la condición de los derechos de las personas y de los pueblos, siempre excesivos y enemigos de la economía a ojos del poder. Cinco : la invisibilidad política y la eventual neutralización de los movimientos sociales que se enfrentan a este régimen. Seis : La incorporación de los principios neoliberales en el imaginario de la sociedad, incluyendo a las personas perjudicadas y excluidas.
La izquierda que ha pedido el NO, acepta un orden de relaciones sociales determinado por el mercado. Protesta solamente contra algunas de las consecuencias negativas de dicho orden. Sus propuestas se limitan, por tanto, a que el Estado compense a las víctimas. Es decir, apoyo mutuo entre el mercado y el Estado.
La subordinación de la izquierda a las leyes del mercado recibe el nombre de “modernización”. Aunque la palabra que mejor expresa este fenómeno es “disolución”. La izquierda, que en España es el PSOE y la constelación de sus satélites, puede protestar y de hecho protesta, contra algunos efectos de la globalización, la competitividad y la moneda única, es decir, contra los efectos de las mismas políticas que defiende. Por eso aunque momentáneamente y en un lugar determinado consiga alguna reivindicación, ese éxito parcial, al estar desconectado de la organización de las resistencias dispersas y sometido a “la unidad de la izquierda”, sólo es un simulacro de oposición que, además de agravar el problema, es una fábrica de cooptación y esquirolaje social.
El proceso constituyente del capital europeo es insostenible sin degradar las condiciones laborales, la protección social y las libertades de la mayoría de la población. Las resistencias sociales son múltiples, pero dispersas e impotentes para interrumpir este proceso. Sin más enemigo real que sus propias contradicciones internas y la competencia con otros bloques capitalistas, la soberanía del capital progresa succionando la fuerza vital de trabajadores, mujeres y de la totalidad de las relaciones sociales a las que incorpora a su propia valorización. Las múltiples víctimas de esta lógica social se agitan en resistencias individuales, locales y sectoriales que no consiguen poner nada por delante a la violencia globalizadora. Es imprescindible expresar políticamente la distancia entre la legalidad y la justicia, pero, sobre todo, la impunidad con la que el poder viola sus propias leyes cada día. La coordinación de los enfrentamientos locales con los acontecimientos de apoyo mutuo, autogestión y lucha teórica, son ingredientes necesarios para la crítica a la Globalización, la Europa del Capital y la Guerra. La organización de esa fuerza negadora fuera del control de la izquierda capitalista y su transformación en poder constituyente, es el reto principal para una verdadera izquierda y la condición básica para una verdadera democracia.
Agustín Morán
CAES.
(1/VI/05 ; 61% : No, 38% : Si)
Par : CAES
Fuente: CAES