Artículo de opinión de Rafael Fenoy Rico
Los muros siempre han existido entre ricos y pobres. Mientras ganan mucho dulcifican el trato, ya que no es imprescindible exterminar. Pero !Ay! cuando dejan de ganar lo que entienden que deben. Entonces, y sólo entonces, su ira contenida, se muestra; y mal rayo le parta a quien no le baile al son de sus ganancias.
Los muros siempre han existido entre ricos y pobres. Mientras ganan mucho dulcifican el trato, ya que no es imprescindible exterminar. Pero !Ay! cuando dejan de ganar lo que entienden que deben. Entonces, y sólo entonces, su ira contenida, se muestra; y mal rayo le parta a quien no le baile al son de sus ganancias.
Ahora se hace viral esto del confinamiento, cuando de hecho todas las personas que no son multimillonarias, viven confinadas constantemente. ¿Quién es capaz de confinar a los ricos? Sus mansiones, fincas solariegas, islas privadas, yates, yets, helicópteros, algunos hasta submarinos… o simplemente el dinero, les permiten situarse por encima de cualquier confinamiento. Y es que en realidad son ellos, los ricos, los que los crean y a diario.
Limitaciones cotidianas se elevan ante las gentes de los pueblos, cual muros de campos de concentración sin que el entendimiento eche cuenta de ellos. Ahora, cuando cualquier “Ayuso” de turno impone por decreto el confinamiento de pueblos y distritos populares en Madrid o cualquier “Netanyahu” su particular Israel, es cuando hay quien se da cuenta que le están poniendo el pie en el cuello. Como si a diario ese mismo pie no estuviera presionando sobre las gargantas de miles de millones de personas trabajadoras o en desempleo. Sólo cuando les amenazan con arrastrarlas, si intentan saltarte el confinamiento físico, pudieran darse cuenta de esa terrible realidad que supone el confinamiento permanente de su “almas”.
Porque todos y cada uno de los días de las vidas de toda la población se pasan en un confinamiento de limitaciones y obligaciones, impuestas por la estructura jurídico legal que responde a los enormes intereses económicos de quienes detentan realmente el poder. Ninguna ley perjudicará a este riquísimo clan, cada vez más reducido, de multimillonarios ansiosos de acumular en sus inmensas fortunas algún millón más cada día.
Los pobres son más cada minuto que pasa y los ricos son menos, aunque hay quien dice, profesor universitario y gran conferenciante especializado en las drogas y en la historia del comercio, que cuantos más ricos haya menos pobres habrá. Sin percatarse, esta iluminaria filosófica, de que solo haciendo pobres a miles se hace un solo rico. Los ricos por naturaleza están en este mundo para extender la pobreza, porque sólo acumulando plusvalías de otros es posible llegar a esa categoría.
Confinados los pueblos en las estrechísimas condiciones de supervivencia, que sólo les permite, y no siempre, reproducir su fuerza de trabajo para obligatoriamente tener que venderla al día siguiente, ignoran que se les engaña para legitimar la esclavitud que padecen. Y más de una persona esgrimirá aquello de que es “libre”. ¿Libre de qué? Ahora en Madrid, en Israel, pronto en Reino Unido y probablemente en España, a pesar del NO de Sánchez, los pueblos tendrán conciencia de que se les confina, sin que perciban que este confinamiento físico solo es un capítulo más del confinamiento permanente a vivir en la pobreza, en la humildad, en la aceptación, en la desesperanza… porque el supremo confinamiento es el del “alma” rendida ante la evidencia de que mejor ser esclavo que persona libre.
Rafael Fenoy Rico
Fuente: Rafael Fenoy Rico