El clima de violenta y brutal represión continúa en Oaxaca. Las corporaciones policíacas represivas y el ejército mexicano mantienen sus operativos de hostigamiento, acoso e intimidación, con una estrategia que intenta sembrar el temor mediante la violación cotidiana de los derechos humanos y civiles, las detenciones arbitrarias, las desapariciones forzadas, las torturas y violaciones y los asesinatos. El tirano intenta imponer su visión del mundo a tod@s l@s oaxaqueñ@s y proteger sus intereses y los de sus esbirros, sin respeto alguno a las opiniones, la cultura y la vida de las mayorías.
Forma parte de la estrategia el auto de formal prisión que acaba de dictarse a un grupo de compañer@s nuestros, con cargos tan infundados como los que se hicieron a centenares de compañer@s que las autoridades se han visto obligadas a dejar en libertad : María Guadalupe Sibaja, Silvia Gabriela Hernández, Belem Areli Hernández, Isabel Martínez Hernández, Juan Diego García y José Francisco García Martínez. También están en esa situación Eliel Miguel González Luna, Jorge Luis Martínez, Olivo Martínez Sánchez, Julio Alberto Ortiz López y Gonzalo González López, profesores de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Ulises Ruiz constituye un ejemplo extremo y aberrante de una situación característica del momento actual en el país y en el mundo : las políticas neoliberales sólo pueden aplicarse por la fuerza, mediante el empleo de los cuerpos policíacos y militares y la complicidad de los partidos políticos. Los diputados y los jueces, lo mismo que los funcionarios del gobierno, se subordinan servilmente y sin dignidad alguna a los dictados del tirano. Sostienen así el reino de la sinrazón y la represión, en que la sangre del pueblo sigue corriendo.
El 5 de agosto se llevarán a cabo elecciones para diputados locales. En muchos pueblos circula aún la esperanza de que en esta coyuntura sería posible llevar al Congreso a representantes honestos que pudieran ocuparse de los cambios que hacen falta. Un grupo importante de organismos civiles ha propuesto reformas legales que traigan al Estado instrumentos de la democracia participativa, como la revocación del mandato, la iniciativa popular, el referéndum, el plebiscito y el presupuesto participativo. Se trata de esfuerzos legítimos que no deben despreciarse. El voto de castigo que se aplicó el año pasado fue una prueba de la capacidad de nuestro movimiento de concertar la voluntad popular, dando un uso eficaz a la trinchera electoral.
En el momento actual, sin embargo, estas actitudes nos plantean el riesgo de caer en ilusiones contraproducentes. Basta ver los nombres de los candidatos a diputados para darse cuenta de la distancia que existe entre los partidos políticos y los intereses populares. Están ahí conocidos delincuentes y personas destacadas por su incompetencia. En todos los partidos hay personeros de Ulises Ruiz, que aprendió del voto de castigo del año pasado y ahora decidió protegerse interviniendo en las candidaturas de todos los partidos. En vez de contribuir a los cambios profundos que hacen falta en Oaxaca, abandonarse a la ilusión electoral se está convirtiendo actualmente en un obstáculo adicional. La actitud ingenua de pensar que el voto instalará en el poder a representantes de los intereses del pueblo nos distrae de las tareas que debemos realizar y nos despoja de la capacidad real de decidir por nosotr@s mism@s nuestro destino.
Necesitamos, en estas condiciones, retomar los verdaderos principios democráticos : que seamos nosotr@os mism@s quienes hagamos las propuestas y que sea nuestra voz la que dicte el rumbo y tome las decisiones, desde lo nuestro, desde la comunión y la solidaridad que está en las raíces del pueblo oaxaqueño, desde el espíritu fraterno y comunitario que nos ha caracterizado.
Desde hace más de un año, el gran movimiento social en que se ha empeñado el pueblo de Oaxaca ha roto con todo tipo de prejuicios y ha traído grandes innovaciones a la lucha social y política. La ocupación pacífica de los medios de comunicación públicos y privados, las barrikadas, los medios libres, las asambleas regionales, los ayuntamientos en resistencia, el municipio autónomo de San Juan Copala, el sistema de intercambio con monedas sociales impulsado por la Iniciativa Ciudadana, la Asamblea Popular de Colonias de Oaxaca, son apenas unos cuantos ejemplos de las innumerables iniciativas que ha tomado directamente la gente, sin necesidad de esperar indicaciones o decisiones del consejo estatal de la APPO, que se ocupa básicamente de la coordinación de las grandes movilizaciones cuando hacen falta.
Para realizar una transformación verdaderamente profunda necesitamos seguir manteniendo el espíritu de cambio que ha sido uno de los aportes más valiosos de este movimiento de movimientos. En nuestros propios espacios, en la acción cotidiana de cada persona, en nuestra colonia, barrio, comunidad, centro de trabajo o escuela, en cada uno de los espacios en que actuamos, necesitamos incidir para conquistar auténtica autonomía. Es la autonomía por la que luchan los pueblos indígenas desde hace 500 años, la que se hizo evidente desde 1995 cuando se mostró públicamente
que 417 de los 570 municipios decidieron que su destino político estuviera
ligado a sus propios «usos y costumbres», a la comunalidad y a la libre determinación. Es la autonomía y el pleno reconocimiento por el que seguimos luchando, para defender a la Madre Tierra y proteger nuestros territorios y culturas.
Los pueblos y comunidades de Oaxaca han mostrado por siglos que la convivencia pacífica y solidaria y la armonía convivial entre los diferentes no son una utopía. Son la forma en que natural e históricamente se expresa nuestra voluntad. La división y la confrontación, que lleva a la violencia entre los pueblos, nacen de un modo de vida impuesto por el dinero y el capital y de un sistema de gobierno despótico, no de nuestras tradiciones y costumbres políticas.
Hemos resistido por más de 500 años lo que se nos ha tratado imponer. Hemos sido capaces de mantener vivo lo nuestro. Hemos hecho frente a la represión y la violencia del Estado, a pesar de su ferocidad. Nuestro movimiento de movimiento ha demostrado que la inmensa mayoría de l@s oaxaqueñ@s estamos unid@s en la defensa de nuestra cultura y en la lucha por una vida justa y digna que hasta ahora se nos ha negado.
No estamos dispuestos a resistir otros 500 años. Ha llegado la hora de transitar a nuestra liberación y tomar la iniciativa. Es el momento de la acción autónoma y libertaria, desde todos los rincones de Oaxaca.
Fuente: Voces Oaxaqueñas Construyendo Autonomía y Libertad (VOCAL)