A finales del año 2005, diversos colectivos antimilitaristas y
pertenecientes a otros movimientos sociales, principalmente de Madrid,
firmamos y difundimos un manifiesto, en el que manifestábamos nuestra
solidaridad incondicional con los compañeros de la Joxemi Zumalabe, ante
un intento flagrante de criminalización de la práctica de la desobediencia
civil. Recordábamos en aquel entonces que ese intento no nos era en
absoluto extraño, ya que estaba (y está) fresco el recuerdo de cuando el
movimiento antimilitarista desarrollaba la campaña de desobediencia civil
al Servicio Militar Obligatorio y la Prestación Social Sustitutoria no
faltaron voces que, desde la política, los medios de comunicación, el
ejército y la judicatura, intentaron desprestigiar burdamente a los
objetores insumisos acusándolos de formar parte del entorno de ETA.
En el 2005 lamentábamos la instrucción que realizó el Juez Baltasar
Garzón, encarcelando de manera preventiva a 12 personas, acusándolas de
promover la desobediencia civil bajo las “órdenes de ETA”. Hoy en el 2007,
condenamos el encarcelamiento y pena de siete años de cárcel a los
integrantes de la Joxemi Zumalabe, por una supuesta “trama de
desobediencial civil” dirigida -no se sabe muy bien cómo- por ETA. Habría
que recordar a la judicatura española que son delitos los hechos probados,
no las opiniones políticas. Ser nacionalista y/o abertzale no es ser un
terrorista ni es equivalente a estar “a las órdenes de ETA”, y nos parece
increíble tener que hacer este tipo de afirmaciones en pleno siglo XXI. Si
en el 2005 exigíamos la libertad sin cargos y la reparación moral y
material de todas las personas encausadas, hoy denunciamos y condenamos el
enorme error que a nuestro juicio acaba de producirse, queriendo hacer
constar una vez más que volvemos a autoinculparnos por haber promovido y
promover en el futuro, la práctica de la desobediencia civil, como
contribución decisiva a la humanización y resolución noviolenta del
conflicto vasco, a través de la superación de todas sus expresiones de
militarización social, violencia política, violencia institucional y
terrorismo. Si ellos son terroristas, nosotros también lo somos.
Los integratantes de la Joxemi Zumalabe han sido condenados : ha dado igual
que durante el juicio Sabino Ormazabal mostrara expresamente su desacuerdo
con ETA y los métodos que utilizan, que recordara su apuesta por la
noviolencia desde hace ya 25 años y que se preguntara retóricamente si
alguien podía pertenecer a ETA “sin saberlo”, como insinuó el fiscal
durante el juicio. O que Mikel Zuloaga, el autor de “Piztu Euskal Herria”
al ser encontrado en la detención de “Kantauri”- hablara de que su texto
se difundió entre multitud de organizacions políticas y sociales vascas,
buscando “un marco de reflexión para los organismos sociales” y una
apuesta por la desobediencia civil en clave soberanista. Pero… ¿como
hemos podido llegar a esta situación ? puede que algunas claves nos las den
trabajos como “Mil y una coces contra la disidencia” (2003) y “Mil y dos
coces contra la disidencia” (2005), una recopilación de despropósitos
aparecidos en medios de comunicación, donde se podía leer como Saramago
“ha hecho una defensa apasionada de la ETA”. El subcomandante Marcos es
“un apologista de ETA. Ha recibido enseñanza y entrenamiento de etarras”.
Rigoberta Menchú es “vocera de la violencia vasca”. Adolfo Pérez Esquivel
es “un agente o semoviente castrista, que está cerca de ETA”. Hebe de
Bonafini es “la bestia del pañuelo (…) un cetáceo grasiento y asqueroso
(…) elefanta proterrorista (…) la amiga de ETA y Batasuna”. Paco
Ibáñez “le pone música lamentable al discurso de Batasuna y de la ETA”.
Vázquez Montalbán fue un “propagandista al soviético modo (…) en el
estilo batasuno y madracista”…
Y seguimos igual. Recientemente, en torno a todas la movilizaciones de
denuncia contra el proyecto de Tren de Alta Velocidad – TAV ya se habla de
que “ETA busca atentar contra el TAV para buscar apoyos en el movimiento
ecologista”, que Batasuna utiliza “pretextos ecologistas” en sus
intervenciones o que el “entorno de ETA se ha marcado como objetivo frenar
la construcción de la ’Y vasca’ para el Tren de Alta Velocidad”,
ninguneando, despreciando y marcando como “terroristas” a todas las
organizaciones y movimientos sociales y vecinales de la Asamblea contra el
TAV. Y si ponemos la mirada en Madrid, hay que recordar como se intentó
criminalizar también de manera burda las movilizaciones antifascistas que
denunciaron el asesinato de Carlos a manos de un militar, con de
claraciones de sindicatos policiales que alertaban de las «conexiones
directas reconocidas con Batasuna» de la Coordinadora Antifascista de
Madrid. Desde la Asamblea Antimilitarista de Madrid y las organizaciones
abajo firmantes queremos recordar que seguiremos apostando por la
desobediencia civil y la noviolencia como formas de intervención política,
y que continuaremos en la movilización y la denuncia de la injusta condena
que han recibido los miembros de la Joxemi Zumalabe. Queremos hacerles
llegar que no están solos.
No a la criminalización de las ideas.
Fuente: Asamblea Antimilitarista de Madrid