El 20 de febrero de 2019, Samir Flores fue asesinado en la puerta de su casa en Amilcingo, Estado de Morelos (México).

Samir era defensor de las tierras comunales de Amilcingo, así como de sus recursos naturales. Formó parte del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua (FPDTA) Morelos, Puebla y Tlaxcala, y del Congreso Nacional Indígena (CNI). Samir era un apasionado de la comunicación comunitaria y con su radio Amilkzinko compartió la lucha de los pueblos en resistencia.

El día anterior a su asesinato, en una «asamblea informativa» en una población cercana, convocada y presidida por Hugo Eric Flores, delegado del Gobierno Federal para el Estado de Morelos, Samir denunció públicamente la imposición del Plan Integral Morelos, mismo proyecto que López Obrador había prometido parar, y una vez que llegó a la Presidencia decidió impulsar, convocando para ello una consulta amañada en la que no se respetó el Convenio 169 de la OIT porque no se consultó únicamente a los pueblos directamente afectados por el proyecto.

Ahora, a seis años de su muerte, su asesinato sigue impune en un país en el que el crimen organizado (narcocrimen) y el crimen desorganizado (gobiernos a los tres niveles de México), asolan todos y cada uno de los lugares a los que miremos: Guerrero, Morelos, Sonora, Chiapas y un largo etcétera.

Desde Slumil K’ajexemk’op, la Europa de abajo y a la izquierda, queremos recordar la vida de Samir, su determinación, su trabajo y valentía para enfrentar al poderoso. Samir es un importante espejo al que mirar en estos tiempos en los que la tormenta avanza implacable sobre el mundo que habitamos y que nos obliga, cada vez con más fuerza, a pensar cómo enfrertarnos a ella y cómo construir «el día después».

Por Samir Flores Soberanes y por los muertos que nunca mueren


Fuente: Secretaría de Relaciones Internacionales de la CGT