En la mañana del día 29 de abril se celebró el juicio por el despido del trabajador Enrique Martínez y fuimos muchos, cerca de doscientas personas, los que acudimos a concentrarnos a las puertas del Juzgado de lo Social en Valladolid en solidaridad con el compañero.
En la mañana del día 29 de abril se celebró el juicio por el despido del trabajador Enrique Martínez y fuimos muchos, cerca de doscientas personas, los que acudimos a concentrarnos a las puertas del Juzgado de lo Social en Valladolid en solidaridad con el compañero.
Para poder ejercer dentro de lo estipulado el derecho de reunión y manifestación se comunicó debidamente la convocatoria de la concentración en el cruce de la calle San Juan de Dios con la calle de San Blas y Plaza del Rosarillo -es decir, en la zona peatonal-, pero sin embargo nos encontramos con que, aunque la Subdelegación del Gobierno no había dicho nada en contra, la policía nacional había cortado con vallas dicha zona, obligando a los concentrados a permanecer tan sólo en la calle de San Blas y en la Plaza del Rosarillo. Ésta fue la primera arbitrariedad cometida, pero luego vinieron las siguientes :
Consecuencias : un detenido –que por la tarde fue puesto en libertad-, el intento de detención de varios otros y decenas de personas apaleadas, entre ellas la Delegada General de CGT en Renault y el Secretario General de CGT en Castilla y León.
Desde la CGT denunciamos como primer «irresponsable» de lo ocurrido a la Subdelegación del Gobierno en Valladolid, que dejó toda la autoridad en manos exclusivas de una policía brutal y sin conocimiento de la situación. Si alguien en la Subdelegación del Gobierno hubiera entendido que el lugar de concentración solicitado no era el idóneo lo que tendría que haber hecho es comunicárselo al convocante en los diez días de plazo, que para eso se le dan, en lugar de -repetimos- ceder toda la autoridad a los mandos policiales. La culpabilidad de esta Subdelegación es mayor si cabe si tenemos en cuenta que desde la concentración se llamó por teléfono a la misma cuando las cosas empezaban a ponerse tensas y para tratar de evitar lo que finalmente ocurrió, pero el Subdelegado del Gobierno «no estaba» y tampoco nadie de las personas presentes en la Subdelegación se hizo responsable de nada. Denunciamos también que nada ha cambiado y que los poderes públicos siguen plegándose a las peticiones del capital, de los que verdaderamente tienen el poder en sus manos, y en este país los fabricantes de automóviles siguen siendo muy poderosos.
No obstante, de lo ocurrido en el caso del despido del compañero se pueden extraer también consecuencias muy positivas. La primera es que pese a todas estas artimañas, y las que ya lleva empleando hace tiempo contra el compañero, no le van a servir de nada a la Empresa y confiamos en que finalmente resplandezca la verdad y Enrique vuelva a trabajar en Renault con todas las de la Ley. La segunda es que en solidaridad con Enrique se han unido en esta ocasión todas las fuerzas sociales que luchan por cambiar la sociedad en beneficio de los más desprotegidos, y al apoyo de sindicatos como CGT, CNT y Trabajadores Unidos (sindicato del que es delegado sindical el despedido) se han unido también veteranos luchadores del movimiento asambleario en Renault y partidos políticos como IZCA y el PCPC, además de jóvenes militantes de prometedores colectivos de actuación social.
En definitiva, un éxito ya de la lucha obrera que pronto culminará con la obligada readmisión del compañero despedido.
Fuente: CGT Renault