Somos seres políticos pero no objetos electorales. Se viene diciendo que las y los políticos son el tercer problema para la ciudadanía, pero parece que no les interesa darse por enterados. Quieren pensar, o dicen que piensan, que es debido al desinterés social por lo común, por lo político. Pero no es así.

Interesa la política, todo lo que
atañe a nuestras vidas, a nuestras relaciones sociales, laborales,
etc,…, pero indigna el impresentable espectáculo que a diario nos
ofrece la mal llamada “clase política”.

Interesa la política, todo lo que
atañe a nuestras vidas, a nuestras relaciones sociales, laborales,
etc,…, pero indigna el impresentable espectáculo que a diario nos
ofrece la mal llamada “clase política”. Esta “clase política”,
en todo caso, lo componemos el conjunto de la población, no el
pequeño grupo en el que delegamos, a sabiendas que una vez entregada
esa representación, no estará a nuestro alcance el controlar sus
acciones.

Ninguna
responsabilidad asumen, ni consecuencias les acarrea cualquier desmán
cometido. Esperamos 4 años y, como mucho, cambiamos de elección
para que posiblemente se repita la historia. Las vacías alusiones a
la democracia suelen ser cortinas de humo sobre los déficit
democráticos que padecemos: una Ley Electoral que excluye a las
minorías, la no inclusión en el censo de gran parte de la población
migrante, la no validez de la abstención (los escaños
correspondientes a la abstención deberían quedar vacíos), la no
voluntariedad para participar en las mesas electorales (presidencia,
vocales,…), la Ley de Partidos, la ligazón entre partidos y
judicatura, etc,…

Es
cuando llega una cita electoral cuando todo esto se pone de
manifiesto, cuando resulta más evidente la ilógica de esta forma de
hacer política. La indisimulada corrupción y chalaneo es, al
parecer, el mensaje más eficaz para aumentar los votos. Todo se
desvanece en un bipartidismo reduccionista de una realidad política
que se evidencia con una amplitud muchísimo mayor.

Las
urnas, físicamente, se ven transparentes, se ven los votos
depositados. Lo que queda oscuro, oculto es lo que ocurre al día
siguiente de esa cita. Por ello, no apoyamos ninguna actitud concreta
ante esta cita electoral: votar/abstenerse, votar A, B o C, votar en
blanco, nulo… No es lo fundamental. Pensamos que un elemento
esencial, verdaderamente importante es ser personas activas
políticamente todos los días de los 4 años. Ser radicalmente
exigentes con el quehacer de quienes toman asiento político y
permanecen opacos, insensibles y poco comprometidos con lo que en su
día prometieron. Que la participación colectiva supla la gestión
de una minoría, que con frecuencia defiende intereses muy alejados
del bien común. Para impedir así que la guerra, la especulación,
reformas laborales o la corrupción se nos sigan imponiendo
impunemente para proteger al poder y sus privilegios.

Una
simple posdata: en relación con las campañas y su propaganda,
pensamos que en general sobran y resultan molestas para la mayoría
de la ciudadanía, basta con preguntar un poco. En otras ocasiones
algunas personas han (hemos), promovido una recogida de propaganda
para su devolución a las sedes de los partidos, recomendando, por lo
menos, el ahorro ecológico y para librarnos de ese correo basura,
ese “Spam” que satura nuestro buzón, siendo metáfora de cómo
las proclamas vacías y las “engañuflas” saturan nuestras
mentes. Mucho caso, como se ve, no nos han hecho. Por último, para
dejar correr un poco de aire fresco, “Indignaos”, es libro más
vendido (¿y leído?), en Francia; Democracia Real Ya! Parece que ha
tenido un importante nivel de respuesta el pasado 15 de mayo en el
estado; los “demócratas” no pueden frenar la democracia
islandesa… ¿Algo se mueve? ¡Ojala!

Colectivo
Malatextos – Gede