Dicen que no llega, que les salimos muy caro. Son nuestras pensiones, nuestra educación, nuestra salud, nuestros subsidios ante el paro, la renta básica... Es necesario, nos dicen, hacer un esfuerzo para superar esta situación, aceptar los recortes.
Lo cierto es que
generalmente parten de premisas tendenciosas para evitar que
abordemos el asunto desde un punto de vista más amplio. Si
aplicáramos dichas premisas a otras áreas intocables, se
tambalearía el actual orden de las cosas. De hecho, se dan paradojas
intragables que suponen un agravio comparativo. Para combatirlas,
propondríamos:
Lo cierto es que
generalmente parten de premisas tendenciosas para evitar que
abordemos el asunto desde un punto de vista más amplio. Si
aplicáramos dichas premisas a otras áreas intocables, se
tambalearía el actual orden de las cosas. De hecho, se dan paradojas
intragables que suponen un agravio comparativo. Para combatirlas,
propondríamos:
-Que para que nuestra
clase política pueda cobrar sus pensiones vitalicias, sea necesario
que se inserten en un programa formativo sobre democracia real y que
así mismo, superen unos objetivos mínimos de gestión. Los
incumplimientos de los programas electorales imposibilitarían la
percepción de prestación alguna.
-Que para que un banquero
pueda recibir ayudas públicas, su unidad familiar no ingrese más de
las tres cuartas partes del salario mínimo interprofesional, unos
500 €.
-Que se introduzca el
copago para quien reciba servicios policiales: un porrazo, un euro;
una identificación, otro euro; una detención, no tiene precio.
-Que la población de los
países empobrecidos se haga cargo del coste de las balas, sólo de
las balas, lo demás lo ponemos gratis. Así se lo pensarían dos
veces antes de resistirse al desarrollo y el progreso, como dios
manda.
-Que para poder ir a la
cárcel, sea necesario haber cotizado a la Seguridad Social un mínimo
de 18 meses en los últimos cinco años y acreditar mediante volante
de empadronamiento, estancia continuada de al menos el mismo periodo.
La población inmigrante no tendría derecho en ningún caso a esta
“prestación”, para evitar el “efecto llamada”.
-Liberalizar el sector de
las religiones. El actual proteccionismo hacia la iglesia católica
ha derivado en un monopolio amparado por el estado, que además de
costoso impide el libre desarrollo de la oferta y la demanda. Dejemos
que el mercado se autorregule, como reza el credo neoliberal. Se
creará la oficina de atención al creyente -católico por supuesto-
cuyo objeto será la tramitación de sugerencias y quejas,
elevándolas a instancias superiores -¡no tan alto como estás
creyendo!- para su resolución.
-Privatizar el encierro
al igual que cualquier acto con tintes populares. El coste de las
atenciones sanitarias derivadas de esta carrera se hace inasumible en
una crisis como esta, en la que todo el mundo tiene que remar en el
mismo sentido. Así, se podría contratar el plan de encierros
privado más ajustado a las necesidades de cada cual. Otro aspecto,
el sanitario: se podría prohibir hacerlos en lugares públicos y
cada participante debería llevar una camiseta con una frase del
estilo “correr delante de un toro puede perjudicar su salud (y la
del animal)”. En cuanto al resto de actos, ya sean comidas
populares, kalejiras, botellones,… será requisito indispensable
tanto el permiso municipal como un contrato con algún banco o caja
de modo que su publicidad no suponga desembolso económico alguno
para los mismos y además seamos responsables con el sistema incluso
en nuestro ocio, consignando al menos un 10% del coste del evento a
tan magnánimas instituciones.
-Introducir un canon, al
estilo del digital, en los vuelos a Suiza u otros paraísos fiscales.
Quien así obra, va a delinquir seguro.
-Plan renove, además de
coches, con centrales nucleares. Puestos a contaminar y poner en
riesgo el futuro del planeta, hagámoslo bien. Así por ello los ATC
(Almacén Temporal Centralizado, es decir, un cementerio nuclear)
para Castejón y su comarca, que están pidiendo a gritos.
-Como para el TAV sí que
hay dinero, pues que pase por todos los barrios de Iruñea, para que
las personas que van al mercado, a pasear por las huertas de
Aranzadi, al hospital o al cementerio, lo puedan hacer en dos o tres
minutos menos. El progreso es imparable.
Bueno que no se diga que
sólo sabemos protestar y que nunca aportamos ideas constructivas,
aquí hay un montón, ¿empezamos?
Colectivo Malatexto – Txus Najera Allo