Han querido que Alberto Patishtán Gómez estuviese del otro lado, con los muertos, con nuestras muertas y muertos, pero no lo han conseguido. Siempre se ha sentido libre y hoy, sigue siendo feliz.
Alberto Patishtán ya era libre, y ahora también lo está. Ha sido necesario esperar trece años para verle recuperar la libertad que jamás debió perder. 13 años nos ha costado a todas y todos, con él al frente, arrancarle del calabozo. Nunca hubo pruebas suficientes para encarcelarlo ni para mantenerlo preso todos estos años. Era imposible que las hubiese, pues no existían. Pero la injusticia en México es implacable con el indígena, con el rebelde y con el que no silencia su indignación ante los corruptos.
Alberto Patishtán ya era libre, y ahora también lo está. Ha sido necesario esperar trece años para verle recuperar la libertad que jamás debió perder. 13 años nos ha costado a todas y todos, con él al frente, arrancarle del calabozo. Nunca hubo pruebas suficientes para encarcelarlo ni para mantenerlo preso todos estos años. Era imposible que las hubiese, pues no existían. Pero la injusticia en México es implacable con el indígena, con el rebelde y con el que no silencia su indignación ante los corruptos. Trece años de cautiverio por consigna política al poder judicial que en ningún momento doblegaron a Alberto. Pretendían reducirle y humillarle pero no pudo ser. Mientras Alberto ha mantenido su dignidad intacta, la vergüenza ha cubierto al poder mexicano y a sus tentáculos.
Desde dentro de la prisión, Alberto denunció la injusticia que padecía y animó a otros presos a denunciar igualmente su situación. Porque ser indígena en México significa tener que convivir con la corrupción judicial y gubernamental. Alberto lo supo, y ayudo a que otros presos se concienciaran de la situación. Fruto de esto fue el nacimiento de “la Voz del Amate” y de “los Solidarios de la Voz del Amate”, organizaciones de presos que decidieron elevar su grito por encima de los muros de las prisiones. Alberto se convirtió pronto en símbolo de dignidad y resistencia para los presos políticos mexicanos y, en definitiva, para toda la sociedad.
Su indulto, oficialmente, lo otorga un magnánimo gobierno mexicano, junto a la totalidad de la clase política mexicana llegando a reformar la ley de forma exprés para poder conceder a Alberto la libertad que los jueces le negaron una y otra vez. Pero ¿quien cree entonces eso?. Los verdaderos artífices de su libertad son el propio Alberto, su familia, la Comunidad de El Bosque, Pueblo Creyente y una sociedad civil que en México y en el mundo ha denunciado de forma organizada y persistente al mal gobierno mexicano y a su uso de la prisión política como herramienta de control y sometimiento. Ha sido esa sociedad civil incansable la que ha acompañado a Alberto en su camino hacia la libertad. No nos engañan.
La clase política mexicana, desde el PRI que pretendía desmantelar los Municipios Autónomos Zapatistas que lo metió en la cárcel en junio del año 2000, al PRI del impulsor de la tortura sexual de Atenco 2006 Enrique Peña Nieto, quien lo ha indultado, pasando por el PRD que lo “invitó” al CEFERESO de Guasave (cárcel de exterminio) o al PAN del genocida gobierno de Felipe Calderón, ignoró siempre las justas demandas de libertad y justicia para Alberto. No sólo ignoraron tales demandas sino que como queda extraordinariamente demostrado, hasta hoy han tratado de machacar y estrangular las alternativas de vida, y lo seguirán haciendo pues así entienden su negocio. Sólo el ensordecedor grito por la verdad y la libertad de la sociedad civil ha conseguido sacar a la luz las vergüenzas de los sucesivos gobiernos de todos los colores. Ahora con el indulto tratan de ganar cuotas de impunidad y buena prensa. Quizás consigan lavar su imagen antes los medios de comunicación del capital multinacional, y ante los gobiernos de su misma naturaleza. Ante los pueblos dignos, rebeldes y con memoria, jamás podrán mantener su máscara de demócratas.
Porque aunque celebramos la libertad de Alberto con una alegría que nos inunda los corazones, no podemos evitar el sentimiento de indignación al escuchar la palabra “indulto”. Parece que el gobierno mexicano en un alarde de compasión perdona a Alberto y además abre la puerta, como si de una herencia de Alberto se tratase, a que se retomen otros similares, los cuales como ya se sabe, existen por miles en México.
Pero… ¿de que le perdonan? No se puede perdonar a quien es encarcelado injustamente. Los culpables no pueden perdonar a los inocentes. Las venganzas no son plato de gusto. Hay que precisar además, como bien señala la excelente defensa del Profe, Leonel y Sandino Rivero, que el indulto no asume en ningún momento el necesario, justo y ansiado Reconocimiento de Inocencia para el caso de Alberto. Así pues, ahí hay otro motivo más para darse cuenta con meridiana claridad, de cuáles son los mecanismos que el Estado trata de vender a la opinión pública como soluciones definitivas cuando no son más que burdas manipulaciones.
Celebramos la liberación de Alberto. Lo hacemos con afecto sincero y fraterno hacia “el Profe” a quien consideramos un hermano y un compañero en la lucha. Le mandamos desde aquí nuestros mejores deseos en esta nueva y feliz etapa que comienza para él. Su lucha ahorita debe centrarse en vencer en el tratamiento su tumor y en recuperar junto con los suyos el rumbo de su vida, ahora desde el otro lado del muro de la cárcel. Seguimos contando con él, como siempre, como un compañero más, para la lucha por la transformación hacía el mundo nuevo que llevamos en los corazones rebeldes.
Al gobierno mexicano le decimos que estaremos pendientes. No mordimos, ni nosotros ni muchos, el anzuelo que lanzaron. Conocemos la naturaleza del poder, y la seguiremos evidenciando y denunciando. Quedan aún muchos presos polític@s en México y en el resto del mundo. Queremos aprovechar para mandar un abrazo especial a Alejandro Díaz Santis (Solidario de la Voz del Amate en el Cereso nº5 de San Cristóbal de las Casas), a Miguel Demeza Jiménez (Cnº14) y Antonio Estrada Estrada (Cnº17) (presos adherentes de San Sebastián Bachajón, Chiapas) así como a Álvaro Sebastián Ramírez y a los presos Loxicha (Oaxaca).
Desde la CGT, hoy, 1 de noviembre de 2013, honramos a nuestras y nuestros muertos, a quienes por luchar fueron señalados, desplazados y aislados, detenidos, torturados y torturados sexualmente, desaparecidos, encarcelados, exiliados y asesinados. Han querido que Alberto Patishtán Gómez estuviese del otro lado, con los muertos, con nuestras muertas y muertos, pero no lo han conseguido. Siempre se ha sentido libre y hoy, sigue siendo feliz.
!Viva Alberto Patishtán!
¡Sólo hay un camino: dignidad y lucha!
!Libertad presos políticos mexican@s!
!Alto a la prisión política!
¡Viva La Otra Justicia! ¡Vivan las Juntas de Buen Gobierno!
¡Viva la Sexta!
¡Viva el EZLN!
¡Viva el CNI!
Fuente: CGT Chiapas