El jerezano Antonio Fernández, a la sazón consejero de Empleo de la Junta de
Andalucía, se siente como si estuviera disputando una partida múltiple de ajedrez.
Por si fuera poco lo de Delphi, una publicación francesa advierte sobre la posible
liquidación de Airbus. En la Junta de Andalucía, respecto a esta última hipótesis,
se piensa que todo estriba en un pulso entre Francia y Alemania, pero que la
factoría de la Bahía gaditana se encuentra mejor posicionada que incluso otras
españolas para mantener su actividad a pleno gas, ya sea la de Illescas o la futura
de Sevilla : la salida al mar permite un mejor trasiego de mercancías, no como en el
caso de la francesa de Toulouse que tiene que recurrir a un complejo sistema de
gabarras a través del río. En cualquier caso, como se demostró con la SEPI, no es lo
mismo discutir con gobiernos -y éste es un asunto de Estado- que con transnacionales
estadounidenses que toman el dinero y corren, como es el caso de la heredera de la
antigua General Motors.
« Hasta ahora, ningún gobierno de Manuel Chaves ha permitido que ninguna situación de
crisis se haya resuelto con consecuencias graves para los trabajadores y el
territorio donde se ubicaban empresas en quiebra -reflexionaba ayer Fernández-.
Nadie se ha quedado tirado. Y ahí están los casos de Santana, de Cárnicas Molina, de
Boliden. O el de Navantia. ¿Quién iba a decir hace dos años que se iban a mantener
las plantas de Andalucía con suficiente carga de trabajo y un compromiso de empleo
hasta 2012 ? ».
Así que el consejero espera, al menos, el beneficio de la duda en esta extraña
encrucijada cuyo melón se abrió el jueves, aunque coleaba desde antes, habida cuenta
de la crisis que afectaba a Delphi en su sede central, con el nombramiento de un
administrador judicial que ha enajenado parte de los activos a Platinum. Esta última
firma prefiere las factorías deslocalizadas a precios de risa en el Este de Europa y
ha descartado que vaya a quedarse con la planta de Puerto Real, por lo que ahora se
presume que como Delphi no puede seguir manteniendo la actividad, su cierre va a ser
inmediato. Y todo ello a pesar de que, a partir de los acuerdos de 2005 y del Plan
Industrial de la empresa, Delphi aceptó el mantenimiento de la plantilla hasta el
año 2010, incluyendo el rejuvenecimiento de la misma mediante un plan de
jubilaciones. Ahora, todo queda en agua de borrajas porque la pésima situación
económica de la firma es irreversible y en un proceso de quiebra no se puede exigir,
por imposibles, el cumplimiento de ese tipo de promesas.
Pero, al día de hoy, lo único que hay es el aviso de la compañía, que todavía no ha
presentado expediente de regulación de empleo ni expediente de quiebra en España.
Ambos llegarán, no cabe duda, pero se trata de un horizonte largo para una
negociación entre las autoridades y los representantes legales de dicha firma en
España, el bufete madrileño de Garrigues Walker. El juego, al menos, y perdón por
tal palabra, se prolongará hasta mayo. Pero todos los indicios apuntan a que a
Andalucía, de entrada, le han metido un gol. Y el calendario no ha podido ser el
menos adecuado para que las aguas bajen revueltas : no más aprobado el nuevo estatuto
con una exigua participación y en vísperas de las elecciones municipales en las que
el río revuelto estará garantizado a pesar de que diferentes portavoces socialistas
no hacen más que argumentar que los mismos que ahora puedan poner el grito en el
cielo por los incentivos que se le dieron a Delphi, podrían haberse puesto en jarras
en caso de que no se le hubieran dado, permitiendo que la empresa cerrase o se
trasladase tiempo atrás.
Por lo que parece y por lo caro que puede costarle, el PSOE está dispuesto a
emplearse a fondo para amortiguar el impacto del crack. Así que todos los indicios
apuntan a que no sólo se seguirá la cadena administrativa que lleva desde la
inspección de Trabajo a la fiscalía, los juzgados y los tribunales internacionales.
También cabe una acción política en la que conviene hilar fino. Esta misma semana,
se producirá un primer contacto entre la Junta de Andalucía y el Gobierno de la
Nación, a fin de poner en valor la corresponsabilidad que marca el Estatuto de los
Trabajadores y la puesta en práctica de un plan social que reclama a su vez la
legislación española. Pero también se pretende llevar el asunto ante instancias
comunitarias : una de las bazas fundamentales para la negociación estribará, sin
duda, en que Bruselas y Estrasburgo se opongan rotundamente a un cerrojazo que
desatiende el compromiso y las garantías que, al contrario que en Estados Unidos,
son de obligado cumplimiento en la Unión Europea. Aunque nadie espera milagros, ese
cierto respeto es lo único que podría frenar a multinacionales que, como es el caso
de Platinum, pretenden seguir operando en este territorio, no sólo con sus propias
fábricas sino con las que hereda de Delphi en varios países, incluyendo España, a
cuyas otras factorías tal vez pudiera trasladarse in extremis parte de la plantilla
gaditana.
A nadie se le escapa que otra de las hipótesis de trabajo que se marque la Junta de
Andalucía estribará en que Delphi ofrezca facilidades para que otros inversores
puedan adquirir los activos de Puerto Real, a pesar de que los auditores de Delphi
le nieguen suficientes márgenes de competitividad en un mercado global, que ha
conocido otros reveses recientes en el sector automovilístico : Chrysler o Renault,
por ejemplo.
La cosa está chunga, por más vueltas que se le den al molino del posibilismo. En
medios sindicales y sin salir de esta provincia, todavía se recuerda el pulso
contundente que se libró con Eastman Chemical en el Campo de Gibraltar. No se trata
de un caso similar ni, por ahora, la actitud de la plantilla lo es. La prudencia que
hasta el momento presente viene mostrando el comité y de la asamblea de trabajadores
será uno de los principales puntales de la negociación. Los diplomáticos de la Junta
de Andalucía alaban, de hecho, la unanimidad en la respuesta que vienen mostrando la
administración, los sindicatos y los trabajadores.
Habrá que ver, en el peor de los casos, que ocurrirá si a la larga desembocamos en
el escenario de un fracaso negociador que nadie desea. ¿A quién le pediremos,
entonces, explicaciones por las posibles revueltas ? ¿A los posibles piquetes
violentos o a la violencia de la globalización ? Quizá a unos y a otros. De entrada,
lo que cabe exigir es que la Junta no pierda comba sobre el percal de esta compleja
situación. Últimamente, Andalucía no tiene suerte con la política exterior : hace
unos días y a un nivel de menor calado social, trascendió que la empresa Oddisey
Marine ya ha pactado con el gobierno británico el reparto del botín hundido con el
galeón Sussex. Frente a aguas gaditanas y de jurisdicción española, según todos los
indicios.
Siempre nos quedará París, en cualquier caso : la concesión del segundo puente de
Cádiz a Dragados garantiza, al menos, que buena parte de la mano de obra será
gaditana. El hecho de que dicha empresa cuente con suficiente activo en la provincia
de Cádiz ha pesado lo suyo a la hora de que Fomento reconsidere su propuesta. En un
principio, se había barajado la posibilidad de una baja temeraria. Hasta que el
Gobierno hizo números y se dio cuenta de que la cuantía prevista era tan competitiva
porque se ahorraba un pico en traslados y en viajes.
Vindicación de Juan José Gelos
El homenaje madrileño a Alfonso Perales puso en valor, como un bocadillo entre los
presidentes Manuel Chaves y José Luis Rodríguez Zapatero, del gaditano Juan José
Gelos, cuya única presidencia conocida fue la del Centro de Cultura Popular Andaluza
que le echó un pulso al tardofranquismo desde los recitales de música, teatros y
cinefilias varias.
Habitualmente olvidado en la memoria histórica de la transición, el desparpajo de
Gelos le permitió reivindicarse a sí mismo en la Villa y Corte, rememorando el
anecdotario del histórico socialista gaditano al que él conociera desde los tiempos
en que Fernando de Puelles les prestaba libros de Proudhon y de Rosa Luxemburgo que
Juan José siempre tardaba en devolver.
Muchos recuerdan todavía su ático bohemio de la Casa del Almirante, donde
mantuvieron sede semiclandestina el PSP y la CNT : a Gelos se le debe, por ejemplo,
la fundación de la revista Andalucía Libertaria, aunque aquella empresa como tantas
otras acabase como el rosario de la aurora. Con Gelos y cuando aún corría la
dictadura franquista, Alfonso Perales viajó a Amsterdam para meter las narices en
los archivos del Instituto de Ciencias Sociales, donde se guardan casi todos los
papeles de la rebeldía europea de los últimos tres siglos, incluyendo el legado
bibliográfico de nuestro Fermín Salvochea.
El próximo martes, Cádiz vivirá un nuevo homenaje a Alfonso Perales y sería deseable
que Juan José volviera a hacer de las suyas. Esto es, a mostrarnos aquel espíritu
heterodoxo y nómada que tanto fascinó al malogrado líder socialista y que,
probablemente, hizo que ambos mantuvieran de por vida una amistad irrenunciable. Y
es que Gelos es algo más que aquel funcionario al que caricaturizó Chicho Sánchez
Ferlosio en una jocosa canción que Amancio Prada volvía a cantar y a explicar, en el
Teatro Lope de Vega, pocas horas antes de que en Madrid brillase -como nunca y como
siempre- la mejor cara de esa misma moneda.
Fuente: La voz de Cádiz