Este verano ha tocado escenificar el teatrillo del “dialogo social”, teatrillo que tiene el fin de colar el enésimo gol a las clases más desfavorecidas (sí, existen las clases) a la vez que los supuestos garantes de sus derechos e intereses (los sindicatos mayoritarios y un gobierno socialista) se lavan la cara.
Y es que después del verano nos esperan no pocas medidas “consensuadas” relativas al mercado laboral con un común denominador, más desprotección para los trabajadores y mayores ventajas para los empresarios.
La primera de ella el famoso ya “contrato único”, que en la práctica va a suponer que los contratos fijos y estables por una parte y los precarios por otra se homogeneicen, pero a la baja claro (algunos lo llaman “contrato de crisis”), es decir todos iguales, desprotección para todos. Dicho contrato permitirá al empresario romper el contrato unilateralmente durante los dos primeros años con una pequeña indemnización (8 o 12 días por año se está negociando). Tras esos dos primeros años, si no hay despido, el contrato pasa a ser “indefinido no fijo” con una indemnización de 20 días por año hasta un máximo de 12 meses. Lo presentan como “contrato del siglo XXI”, cuando debería ser del XIX.
Otra pretensión nada desdeñable es unificar y despenalizar las causas del despido, evitando así judicializar las relaciones laborales, para escapar al control judicial y poder despedir a antojo con la consiguiente mini-indemnización, vamos despido más libre aún y casi gratuito. Así las empresas ni deberán justificar causas de despido, económicas, cese de actividad, o lo que sea, ni nada, le pago 8 días por año y adiós, como para atreverse a hacer sindicalismo de verdad.
Por si fuera poco, el tercer gran gol que nos van a colar este otoño-invierno es el de darles más campo de acción a las ETT’s, a las que se les va a permitir entrar en sectores hasta ahora vetados para ellas como el de las administraciones públicas, la sanidad, la agricultura o incluso la construcción, con el recorte de derechos laborales y sindicales que ello conlleva.
Es decir, que tras el “dialogo social”, más precariedad, más temporalidad y más neoliberalismo.
José Luis Ruiz Ramas