Artículo de opinión del militante de la Asamblea de Pensionistas de CGT-València publicado en Levante-EMV

Cada vez es más frecuente que viejas glorias de los partidos políticos mayoritarios copen las portadas de los medios con declaraciones y opiniones que, en buena lógica, deberían dar a conocer los líderes en activo de tales organizaciones. Los fijos en estas labores son, desde hace tiempo, los expresidentes González y Aznar, tan aparentemente incisivos y brillantes en sus ocurrencias como desmedidos con su ego.

Cada vez es más frecuente que viejas glorias de los partidos políticos mayoritarios copen las portadas de los medios con declaraciones y opiniones que, en buena lógica, deberían dar a conocer los líderes en activo de tales organizaciones. Los fijos en estas labores son, desde hace tiempo, los expresidentes González y Aznar, tan aparentemente incisivos y brillantes en sus ocurrencias como desmedidos con su ego.

No obstante el eco garantizado de cualquier boutade que salga de estas bocas irrefrenables, lo cierto es que también se suelen sumar al circo revival expresidentes autonómicos (como Bono, Ibarra, Pujol o la siempre locuaz Aguirre) y hasta los exministros se animan a meter la pata con sus poco acertadas propuestas, cuando lo más prudente y aconsejable sería permanecer callados.

El último en liarla parda ha sido el ex casi todo Carlos Solchaga, agarrado a los cargos públicos a la temprana edad de 35 años (1979), y sirviendo al pueblo -con muy buenos sueldos, eso sí- ininterrumpidamente hasta 1994. Pero no piense el lector que tras esa dilatada y regalada vida laboral Solchaga optó por el merecido retiro; ni mucho menos, su voluntad de aportar saberes le condujo a montar una asesoría para empresas y a formar parte de los consejos de administración de un puñado de ellas. A sus 74 años sigue en lo suyo y se embolsa no menos de 900.000 € anuales. Aproximadamente lo mismo que 75 pensionistas.

Sabiendo como él sabe esos datos (para eso es economista) y enterado como debe estar del cabreo de los jubilados por los recortes de las pensiones, sorprende y mucho que aparezca públicamente en este momento para decir que los pensionistas no tienen razón en sus demandas y que las movilizaciones masivas de los últimos meses obedecen poco menos que a las confabulaciones judeo-masónicas de otros tiempos.

Desde luego que un personaje con el pasado político y el presente empresarial de Carlos Solchaga no era el más indicado para criticar la lucha de los pensionistas. Dice el que fuera ministro de Industria de Felipe González en la etapa en que los socialistas privatizaron casi todas las empresas estatales y -mediante una dura reconversión industrial- destruyeron prácticamente todo el tejido productivo del país, que los jubilados no hemos aportado ni la mitad de lo que vamos a cobrar y que exigir que las pensiones se revaloricen según el IPC de cada año es una irresponsabilidad que nos puede llevar a la quiebra del sistema público.

Tenemos que discrepar del que también fuera ministro de Economía y un alto cargo en el FMI (autor de la famosa frase “España es el país donde más rápidamente te puedes hacer rico”) porque los que hemos visto como durante más de 40 años se nos retenía el 20% de nuestras nóminas para contribuir a los gastos del Estado (incluidas las pensiones) también somos los que producíamos la parte del león que se quedaba el empresario; la plusvalía que decían estos socialistas cuando todavía leían a Marx.

Pero en el peor de los casos, en el supuesto de que vivamos más años de los que recomiendan los banqueros y nuestras cuentas con el erario público arrojen un saldo negativo, es incuestionable e irrenunciable que corresponde al Estado cargar con el gasto de las pensiones; igual o con más razón que lo hace con los abultados presupuestos del ejército, la casa real, el clero y la propia clase política.

Antonio Pérez Collado

Asamblea de Pensionistas de CGT-València


Fuente: Antonio Pérez Collado