Artículo publicado en Rojo y Negro nº 385 de enero
¿Que qué es una huelga? Para nosotros una huelga es una putada. Es pasar frío, no dormir, dolor de espalda y quebraderos de cabeza, son asambleas eternas con los mismos puntos, es traición, es esquirolaje, son rompehuelgas, son esquiroles, es confusión, es cuestionarte constantemente si es lo correcto, sentirnos en ocasiones solos…
Cuando nos dijeron que la plantilla de Siemens sería subrogada por Cegelec no nos lo creímos, siempre pensábamos que sería al revés, que sería la plantilla de Cegelec quien pasara a Siemens. Quizás nos creímos su prepotencia o simplemente no queríamos imaginarnos que caeríamos en una empresa peor, con condiciones muy básicas, que retrocedíamos 10 años atrás perdiendo de un plumazo todo lo que en estos 10 años hemos batallado con tanto ahínco.
El 2 de noviembre nos informaron y, a partir de ahí, empezó la maquinaria asamblearia, la máquina de un curso intensivo de derecho laboral y de entendimiento y análisis del puto artículo 44 del Estatuto de los Trabajadores. ¿Nos queríamos quedar ahí o lo queríamos todo?, como en tantas ocasiones me repetían. Hay compañeros que tenían miedo, que estaban dispuestos a perder, a “ceder” o a “mirar por uno mismo” como nos repetía el delegado de Comisiones Obreras (CCOO). NO, la mayoría de la asamblea no estaba dispuesta a perder, teníamos claro que no pedíamos más, exigíamos quedarnos como siempre ¡¡joder!!, como si no hubiese perdido Siemens la licitación del mantenimiento industrial en Airbus. Algo tan básico que parece que sólo quisieron entender 15 días después del inicio de la huelga.
Y así es como empezó todo. ¿La palabra mágica? Continuar. Continuar con los puestos de trabajo, continuar con las mismas condiciones laborales, continuar en las mismas naves en las que veníamos ejerciendo nuestro trabajo… y así es como plantamos la papeleta de la huelga, una huelga con carácter indefinido, así, a por todas. ¿El motivo? Ya habíamos vivido años atrás otra subrogación, una subrogación bastante traumática con otra convocatoria de huelga, aunque no hiciera falta llegar a ella porque finalmente cedieron, aunque semanas después tuvimos que interponer varias denuncias, con más asambleas, triunfos… vamos, que ya teníamos callo. Teníamos unas condiciones bastante dignas, arrancadas al empresaurio y no las íbamos a perder.
Noviembre de este año se puede resumir en asamblea, asamblea, asamblea… con dudas, pero con un apoyo mayoritario a la idea de convocatoria de huelga. ¿Lo bueno de la asamblea? Que si tienes un delegado de CCOO en minoría, no le queda otra que tragar lo que diga la asamblea de trabajadorxs, se la tiene que comer. Aun así, le invitábamos a las mediaciones que fueron duras porque ya no es que tuvieras a las empresas salientes y entrantes en tu contra, tenías a un trabajador también en contra. Mediaciones donde nos repetían el “ceder” y el “los queréis todo”. Pues claro que queríamos TODO.
El 30 de noviembre, empezó la huelga. Llevo 9 años en Airbus y el 60% de lxs 10 mil currelas de Getafe somos subcontratadxs y las únicas 5 convocatorias de huelga que conozco las hemos promovido subcontratadxs, concretamente de la CGT. ¿Que cómo se hace una huelga? Lo único que podría decir es que a través del asamblearismo y no porque lo decidan los delegados o los representantes, pero, claro, esto choca con el sindicalismo vertical propio de los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO, que no aceptan las decisiones colectivas tratadas en horas y horas, decisiones casi siempre no votadas, sino logradas en su gran mayoría por consenso. Cada día teníamos una información o propuesta nueva de cada empresa, que nos llevaba un eterno debate, discutido y aprobado punto por punto, pero llegaba la tarde y el cobarde del delegado de CCOO, que no había aparecido por la Puerta Norte de la fábrica, mandaba un mensaje a cierto grupo de Whatsapp y provocaba el cabreo y la confusión. ¿Confusión? Aquí dejo algunas lindezas de los COCOS:
“Nada de lo conseguido será gracias a la huelga, sino a la negociación y a la presión silenciosa que se está metiendo por parte de CCOO en diferentes ámbitos”.
“La huelga contra Siemens es absurda e infantil.” (…)
“Si es que para ser sindicalista, también hay que estudiar xq para calentar el ambiente pues vale cualquiera”.
“La decisión más adecuada en este momento es suspender la huelga o no secundarla”.
“La huelga lo único que puede causar es un daño económico a nuestra empresa”.
“Yo no estoy en huelga, como ya dije antes, y cada uno es libre de hacer lo que estime oportuno, pero si alguien quiere entrar a trabajar está en su derecho”.
“Es cierto como habéis oído que se pierden cosas pero ya no somos Siemens. (…) Si alguien puede pasar este mensaje al wasap es para que sepan la opinión de CCOO, no le gustará a algunos pero es mi opinión como delegado y compañero de trabajo”.
Pero reconozco que iban pasando los días, con más cansancio, con mayor merma económica, con más y más debates a nuestras espaldas e íbamos comprobando cómo nos estábamos empoderando, cada vez estábamos más alegres. Y sí, bailábamos, hacíamos alguna que otra barbacoa… cada vez se sumaban más compañerxs desde primera hora para repartir octavillas en la Puerta Sur y Norte de la factoría. Cada vez que teníamos un encuentro con la empresa entrante, Cegelec, echaban gasolina a nuestras ideas, qué torpes.
Un capítulo aparte merecen las muestras de solidaridad. Amigxs que venían de distintos puntos de Madrid, de Alcobendas, de Sanse, de Fuenlabrada, de Getafe, de Parla… Jóvenes como Miguel, currante de una empresa cercana que se enteró de la huelga y decidió pasar todas las mañanas junto a nosotros en el piquete para después irse directo a su curro por la tarde y así un día tras otro, y también mayores como los Rafas y Pedro (luchadores incansables por el tratamiento contra la hepatitis C) o Florencio y sus camaradas de Parla, antiguos currantes que cada vez que venían nos brindaban con ejemplos de sus luchas y de los derechos que ganaron gracias a ellas. Las aportaciones a la Caja de Resistencia que abrió nuestro querido y siempre leal sindicato del Metal de CGT de Madrid, de amigxs que sólo podían aportar 5 o 100 €, como nuestra querida pensionista y mileurista Maribel… la verdad que nos daba igual la cantidad porque su calor, su apoyo y su solidaridad prendía la llama de nuestro amado bidón que no veáis lo que costaba encender.
Y entre demandas por esquirolaje e informaciones confusas veíamos cómo Airbus se paralizaba. Llegó el merecido mensaje de que la planta estaba parada, que inmediatamente irían enviando a currelas de Airbus a su casa porque las máquinas que reparábamos estaban paradas. El esquirolaje no daba abasto. Y entró Airbus en escena, el culpable, el que quería ahorrarse dos duros con el concurso de la licitación para que pagaran los de siempre, lxs trabajadorxs, un dumping empresarial de manual que cambió todo de un día para otro: martes primera reunión y jueves acuerdo.
Cuando el viernes 15 de diciembre acudimos a la fiesta que el sindicato de oficios varios de la Zona Sur realizó para sufragar los gastos de nuestra huelga (GRACIAS COMPAÑERXS) les contamos cómo la encargada de Recursos Humanos de Airbus nos dijo “cabrones, habéis paralizado Europa”… no pararon de gritarnos CABRONES, CABRONES, CABRONES…
¿Que qué es una huelga? Una huelga es Solidaridad, es el vals del obrero, es la barbacoa, es lucha, es camaradería, es olor a chasca, es que compañeros que votan en contra de la huelga la secundan porque es lo que dice la gran mayoría, es resistencia, es que 37 soldurios hayan torcido el brazo a tres multinacionales: Siemens (Alemania), Cegelec (Grupo Vincy, Francia) y Airbus (Europa).
Un “cabrón” que se despide a espera de nuevas órdenes
Borja Romero García
Delegado de personal en Siemens
(próximamente Cegelec)
Fuente: Rojo y Negro