La certeza es siempre una sola. Si las empresas quebraran, el Estado Capitalista salvaría a sus miembros. Ese es el papel del Estado en el sistema capitalista. Una política que se aproxima al Keynesianismo, como la ejercida los primeros meses del gobierno Obama, amenaza con la intervención estatal. Eso está ocurriendo ahora con la General Motors y fue la medida tomada para interrumpir la burbuja inmobiliaria, estatizando los bancos hipotecarios, Fannie Mae y Freddie Mac. Si alguna novedad fue traída por la nueva administración Obama, es el hecho de ser asumidamente keynesiano.
En el periodo neoliberal, iniciado con la toma del poder a través del golpe de Estado de Pinochet en Chile, en 1973, además de financiar las empresas privadas y crear la infraestructura para la acumulación capitalista, otro principio fue puesto en práctica. La crisis fiscal era una de las mentiras alegadas por los neoliberales (también llamados de economistas neoclásicos), diciendo que los Estados no podían más soportar la cuenta de financiar la infraestructura básica, la sanidad, la escuela pública, el sistema de salud y las empresas estratégicas para cada país capitalista.
Al tiempo que se derrotaban los procesos revolucionarios latinoamericanos, los economistas neoliberales chilenos, conocidos como Chicago Boys o Pirañas Voraces, aplicaban la receta de succionar a los individuos desposeídos de capital. Así, el Estado Capitalista retoma parte de su origen del siglo XIX. ¿Y como se carga de impuestos a los individuos ? Aplicando impuestos en cascada, siempre incidiendo sobre el salario y el consumo. Sacando de la economía capitalista sus elementos de subsidio. Antes, los servicios básicos, como electricidad, agua, telecomunicaciones, eran vistos como un derecho básico de la población. A partir de los años ’90, el derecho se hace un negocio, vendiendo servicios sobre una demanda cautiva. Los precios suben de forma astronómica. Basta comparar las cuentas de luz y de telefonía fija que pagábamos hasta 15 años atrás y las que pagamos hoy.
La falsa polémica de los industriales brasileños con la Banca
En el Brasil de Lula, el ex-sindicalista que nunca fue de izquierda, la tasa impositiva sólo ha ido aumentando. Pero, al contrario de lo que alega la Federación de las Industrias del Estado de São Paulo (FIESP, la más poderosa de Brasil), el problema de los impuestos en el capitalismo no es generar pérdidas para la producción. El problema es que la raja sobre la moneda circulante no es revertida en servicios públicos ni en aumento de la soberanía. El Estado funciona para el capitalismo y más que nada para sus operadores financieros. Así, para el dinero que por la regla constitucional debería ir para el SUS (12% en los presupuestos de todos los niveles de gobierno) o para la Educación (35% mínimo), las élites políticas inventaron un artificio llamado de DRU. La Desvinculación de Recursos de la Unión retira el poder de la Carta Constitucional y es usada para pagar compromisos de los compromisos de la deuda pública, remunerando la lotería de los que compran títulos de nuestra deuda pública. Como medida financiera, por más que se rebaja luego la tasa de interés (índice SELIC), la verdad se expresa cuando el gobierno ejecuta una decisión política de disminuir el rendimiento del ahorro para garantizar el nivel de rendimiento de las operaciones de renta fija y de los fondos de inversión. ¿Porque ocurre esto ? Para garantizar el lucro de los bancos que negocian papeles de la deuda brasileña y ganan más con los fondos para pocos aplicadores que retribuyendo a los más de 60 millones de ahorristas brasileños con menos de R$ 1.000,00 depositados en sus cajas de ahorro.
El capitalismo practicado en el Brasil re endeuda el país
En octubre del año de 2008, la prensa especializada en economía bajo la óptica del capitalismo publicó una información escandalosa. De cada 4 empresas que operaban en el mercado de capitales de la BOVESPA (Bolsa de Valores de São Paulo, la única en el Brasil), una tendría exposición de derivativos. ¿Que significa eso ? Que las mayores empresas de capital abierto existentes en el país optaron por el casino de los papeles fraudulentos como forma de acumular logros astronómicos. Además de eso, la mayor parte de las empresas que se relacionan con la exportación fueron incentivadas por el gobierno de Henrique Meirelles y Luiz Inácio de Silva a captar recursos en el exterior. Jugaron en el dólar futuro, especulando libremente, ya que el fiador de esta barbaridad es el Estado brasileño.
El gobierno neoliberal de Lula, mientras se enorgullece de formar parte de los acreedores del Fondo Monetario Internacional (FMI), incentiva el re endeudamiento del país. La situación es simple. Todo dólar que entra en el Brasil en forma de préstamo, queda registrado como pendencia en el Banco Central. Cuando una empresa que toma dinero allá afuera no honra sus compromisos, quien paga la cuenta es el Banco Central. O sea, el Tesoro Nacional paga con los recursos de la mayoría del pueblo que paga impuestos en todo lo que consume, además del salario.
Fuente: Bruno Lima Rocha, politólogo radicado en el sur de Brasil