“Un falangista, el municipal y Santiago Tejero se llevaron a mi padre”. María Álvarez nunca había podido pronunciar estas palabras. Nunca hasta que ahora, 70 años después, lo ha podido escribir sin miedo. De su puño y letra.
Un olvido cuajado de recuerdos
Vecinos del Cerro del Águila (Sevilla) escriben cómo sufrieron la represión franquista.
Francisco Artacho/ Correo de Andalucía. 5 Julio 2006-07-14
“Un falangista, el municipal y Santiago Tejero se llevaron a mi padre”. María Álvarez nunca había podido pronunciar estas palabras. Nunca hasta que ahora, 70 años después, lo ha podido escribir sin miedo. De su puño y letra.
“Cuando mi padre vino del cortijo con la leche, mi madre fue a llevarla para las marchantas y cuando volvió me preguntó por papá y le dije que se lo habían llevado unos hombres. No volvió más”. Así comienza el relato sobre los recuerdos que guardaba María Álvarez en lo más profundo de su ser.
María lo ha escrito ella misma, con letra firme y valiente, en su cuaderno de clase. De la misma forma lo han hecho Francisco Pavón, Antonio Vallejo, Libertad Mariana Pineda…. Todos ellos tienen muchas cosas en común, entre ellas, que sufrieron en mayor o menor medida la represión franquista. También comparten ganas y la ilusión por aprender cada día cosas nuevas. Por ese motivo decidieron matricularse en el centro de Enseñanza de Adultos Manolo Reyes, en el Cerro del Águila, que este curso ha puesto en marcha un método de enseñanza pionero : el Taller por la Recuperación de la Memoria Histórica, que les permite reflexionar sobre su propia historia, para posteriormente contextualizarla en un marco histórico y literario concreto, a la vez que mejoran su nivel de escritura y de lectura.
También les ha servido para sacar de adentro esos recuerdos que llevaban toda la vida recomiéndoles el alma, guardados con miedo y resignación. María nunca pudo hacerlo, nunca pudo dirigirse a aquel hombre que el 12 de agosto de 1936 se llevó a su padre en “una tarde en la que el cielo parecía fuego”. Pero esta vez lo ha dicho sin que le temblara la voz, aunque con el miedo aún en los ojos. “A mi padre se lo llevó Santiago tejero, nunca se lo pude decir a la cara, se lo llevó ese criminal”. María con la cara de ternura que caracteriza a una madre, pero con el semblante de quien acaba de perder a un ser querido, relató su historia ante la cámara -los alumnos la han escrito pero también se ha editado un documental en vídeo- que permitirá que las historias queden grabadas para siempre.
Junto al padre de María, 37 hombres más fueron montados en un camión que los llevó hasta la pared del cementerio de Herrera, en el que “aún se ven los agujeros de las balas”, explica María, que cada vez que puede acude para cuidar el mármol que cubre la fosa común en el que descansan 36 cuerpos, ya que dos de ellos pudieron fingir su muerte para arrastrase hasta un melonar cercano. Así consiguieron huir.
El crimen que cometió el padre de María fue “tener esas amistades” según le contestó Santiago Tejero a su madre cuando fue a pedirle que lo dejara volver a casa.
Francisco Pavón, también alumno del centro, relata el motivo que llevó a su madre a pasar seis años de cárcel : “Su crimen fue hacerle la competencia al jefe de La Falange, ya que los dos tenían panadería, pero mi madre, por su simpatía y bien hacer, se llevaba la mayor parte de los clientes”. Francisco nació en Villanueva de San Juan, en la provincia de Sevilla, tras la Guerra Civil, cuando su madre salió de la cárcel.
Su padre estuvo preso en el penal de Burgos. Cuando volvió al pueblo la Guardia Civil le hizo la vida imposible, por lo que decidieron trasladarse a Sevilla, al Quintillo. Allí vivieron y viven muchos familiares de presos que levantaron con sus manos el canal del Bajo Guadalquivir, el Canal de los Presos.
Recuerdos que tuvieron que olvidar. Pero el olvido siempre los mantuvo vivos. “Nunca nadie nos ha pedido perdón”, explica María, que orgullosa muestra su historia, la historia de tantas personas que ahora pueden recordar en voz alta.
Francisco Segura.
“Borrad el vídeo que no quiero que me quiten la paga”
En el taller para la recuperación de la Memoria Histórica se ha podido notar el miedo por los años y años de represión y falta de libertad.
Un ejemplo claro es el caso de Francisco Segura, que cada día hacía andando el camino que separa Palmete del centro de adultos. Dos horas después de grabar su testimonio en video volvió, como siempre andando, para pedir que lo borraran por temor a que le quitaran “la paga”. Muchos alumnos, medio en serio medio en broma, decían después de exponer sus relatos : “A ver si os van a llevar presos”.
María Pérez.
La Guerra Civil le cambió el nombre a Libertad Mariana Pineda
“Mi nombre es María Pérez pero yo me llamaba Libertad Mariana Pineda”. Ese era el nombre con el que su padre, que era anarquista, la apuntó en el Registro Civil. Sus padre fue apresado y durante tres años lo dieron por muerto ; su madre incluso vistió de luto. Pero un día recibieron una carta en la que le informaban de que estaba en un penal de Cataluña. Para poder ir a verlo su madre tuvo que bautizar a los niños, cambiarle el nombre a María y casarse con su padre por la Iglesia.
Proyecto educativo singular
La fiesta final de curso del centro Manolo Reyes fue un acto cargado de emotividad. Todos los alumnos incluidos los de Enseñanza Secundaría de Adultos y los de Iniciación al español, pudieron disfrutar de la exposición de Relatos e historias de vida y de la proyección del documental El olvido está lleno de memoria, que recoge los testimonios de los alumnos del taller. En definitiva se mostró el trabajo de todo un año. En concreto, el taller que ha recogido los relatos de alumnos que sufrieron la Guerra Civil y la posterior represión surgió del curso de la Universidad Pablo de Olavide sobre la Recuperación de la Memoria Histórica”, explica José María López. Pero este proyecto no solo ha servido para dejar un importante documento histórico, sino que ha cumplido una función educativa en el aprendizaje lector-escritor que caracteriza a estos centros de enseñanza.
Pero en este caso se trata de un sistema pionero que hace al alumno partícipe de su propia educación : “Dignifica a sus vidas, mejora su conocimiento de sí mismo” explica José. “Además les ayuda a comprender el contexto histórico y social en que se enmarca su propia historia”.