Gobierno y oposición, eso eran antes del 20-N el PSOE y el PP, y gobierno y oposición son PP y PSOE después. El derecho del revés, y todo sigue igual. Las elecciones, tan celebradas por los que tienen una visión cuantitativa de la política, no han cambiado ni las apariencias. Al contrario, han servido para legitimar unas políticas antisociales y reaccionarias que antes del bautismo de las urnas concitaban la repulsa general.
La prueba de este fracaso es que el año termina
como empezó y empieza como terminó: enfangado en la corrupción.
Es la lógica inevitable de dos partidos, hegemónicos gracias a la
mayoría electoral que cosechan cada 4 años, que representan las
dos caras de una misa comedía. Un tándem que se remplaza en el
timón cuando, desenmascarada su verdadera naturaleza de sicarios del
sistema, optan por metamorfosearse abusando de la frágil memoria de
las gentes.
La prueba de este fracaso es que el año termina
como empezó y empieza como terminó: enfangado en la corrupción.
Es la lógica inevitable de dos partidos, hegemónicos gracias a la
mayoría electoral que cosechan cada 4 años, que representan las
dos caras de una misa comedía. Un tándem que se remplaza en el
timón cuando, desenmascarada su verdadera naturaleza de sicarios del
sistema, optan por metamorfosearse abusando de la frágil memoria de
las gentes.
Para muestra basta un
botón. Por ejemplo, esas noticias con que el poder acompaña la
salida-entrada del año. Sucesos e informaciones que, para quien no
haya asumido la condición de zombi, ratifican la categoría
delincuencial, caníbal y antidemocrática del régimen.
Me refiero a:
- La nueva versión del
¡vivan las caenas! Implícita en los dos minutos de cerrada ovación
con que la mayoría del Parlamento, representada por los desde ya
partidos dinásticos PP & PSOE, jaleó a la Familia Real,
cómplice del atraco Urdangarín (en el linaje de los yates reales
Fortuna y Bribón). Un butrón de cuello blanco con presunta
apropiación de caudales público disculpado por la plana mayor de
nuestros representantes mientras en sede gubernamental se urdía la
congelación del salario mínimo interprofesional con la excusa de
luchar contra la crisis. - Al indulto del consejero
delegado del Banco de Santander, poderoso Caballero, Alfredo Sáez,
al tiempo que el preso común más antiguo de España, Miguel Montes,
veía obstaculizada por problemas burocráticos su excarcelación y
el Tribunal Supremo, por su lado, rehabilitaba al juez Urquía, uno
de lo suyos, pillado en la trama Marbella haciendo horas extras
para los capos de la “Operación Malaya”. - A ese nombramiento de
campanillas como alcaldesa de Madrid de la muy aznarista Ana Botella
sin pasar por las urnas y a la indecente utilización del acta de
diputado por el ex ministro de Fomento y antiguo portavoz del
Ejecutivo, José Blanco, el sujeto del que el candidato Rubalcaba
dijera ante sus padres durante la campaña “tienen un hijo
honesto”, como burladero judicial frente a las acciones procesales
que le puedan afectar por su imputación como chorizo de primera en
el “caso Campeón”.
Borbón y cuenta nueva.
Los años van y vienen. Pero sólo son socialmente prósperos cuando
la experiencia acumulada y solidaría nos acerca un poco más a la
autodeterminación, personal y colectiva, favoreciendo una sociedad a
la medida del hombre. Si no, son baldíos y dejan el terreno
arrasado, sin humus para fertilizar resistencias ante los absurdos
designios del poder y el dinero. De ahí que a la hora de hacer
balance, cumplida la rutina del calendario, merezca recordar,
siquiera sea de paso, a aquellos que con su saber vivir
ejemplifican la necesaria utopía. A los que por llevar un mundo
nuevo en sus corazones nos señalan con su coraje diario el camino de
la dignidad sin aspavientos ni capitulaciones.
Me refiero a:
- A los indignados de
mundo árabe mediterráneo que fueron pioneros en gritar ¡basta!,
demostrando que contra el poder si se puede, desde Estados Unidos a
Rusia. - A nuestros tenaces
comuneros del 15-M, con todos sus afluentes y camaraderías, por
estar ahí, dando el callo sin desmayar. - A Julián Assange,
abandonado en las garras de la Justicia que agrada al príncipe, por
su lucidez de corredor de fondo. - Al soldado Manning, que
tuvo la grandiosa decencia de inmolarse para que el mundo supiera la
barbarie que nos gobierna. - Al escultor Santiago
Ruega por rehusar los honores del Estado y del mercado despreciando
el Premio Nacional de Artes Plásticas, recordándonos con Miguel
Torga que la mejor forma de ser libres ante el poder es tener la
dignidad de no servirlo. - Al libertario Pedro
Martínez, por su buen morir, que supone un canto de vida sin
limitaciones. - Y a los de siempre,
personas humildes y colectivos anónimos que mantienen el empeño, la
inteligencia y la ética que hacen posible la espera y la esperanza.
A
estos últimos, gracias, y como dice el genial Kalvellido: ni un paso
atrás.
Rafael Cid
Fuente: Rafael Cid