Por más de dos generaciones Norteamérica se ha proclamado poseedora de una poción capaz de curar casi todos los males sufridos por las naciones y pueblos del planeta. A este mágico elixir le ha puesto la etiqueta de “Capitalismo Democrático”, pregonándolo a los cuatro vientos con la ayuda de su poderío militar que asegura tal mensaje sea no solo escuchado sino también prestado atención.
Tras
la agitación de amplio alcance ocurrida durante las ultimas semanas
en el Norte de África y el Oriente Medio, con muchedumbres de
ciudadanos gritando por las calles “basta ya” a la tiranía,
somos ya muchos en EEUU los que nos preguntamos si esta poción que
EEUU ha estado charlataneando tiene algo que ver, que sea positivo,
Tras
la agitación de amplio alcance ocurrida durante las ultimas semanas
en el Norte de África y el Oriente Medio, con muchedumbres de
ciudadanos gritando por las calles “basta ya” a la tiranía,
somos ya muchos en EEUU los que nos preguntamos si esta poción que
EEUU ha estado charlataneando tiene algo que ver, que sea positivo,
con los derechos civiles del pueblo y la dignidad humana que estas
muchedumbres reclaman, ya que por lo general el gobierno
estadounidense estaba dando legitimidad a esos tiranos; o si la tal
etiqueta era solo un cruel engaño perpetrado por los partidarios de
la empresa cautiva, el tipo de capitalismo que impera en esta nación.
La
historia de la agitación que está ocurriendo en estas dos regiones
islámicas, Norte de África y Oriente Medio, apenas está
comenzando. Por ahora no tenemos la menor idea si estas épicas
populares tienen un argumento en común, o si al final de cuentas
terminaremos con un gran numero de tramas. Todo son conjeturas hasta
ahora si las gentes han salido a la calles para liberarse de la
tiranía o para poder conseguir un vivir mejor, o las dos cosas. Y lo
que es aun más importante, no tenemos la mínima indicación del
liderazgo que emergerá en cada nación, o el cambio en la postura
política de la región(es), si religiosa o laica.Pero lo que causa
mayor ansiedad para el gobierno estadounidense es el desconocer si
estos futuros líderes terminan vehementemente siendo anti-Israel o
si toleraran a la nación judía.
Facebook,
Twitter y el resto de las identidades tecno-sociales fueron
responsables en lanzar al pueblo a las calles, pero para que las
revoluciones tengan éxito mas allá de una semana, un mes o un año,
deben estar bien coordinadas y seguir las reglas de un liderazgo
jerárquico que a su vez es llevado por una ideología, algo que no
creo haya cambiado desde los tiempos de Lenín, Castro o Martín
Lutero King. Algo que tarde o temprano terminará ocurriendo en los
países islámicos de esas dos regiones.
Mi
foco hoy no es sobre las revoluciones que están ocurriendo en esas
regiones, o la política-en-proceso tras los bastidores, algo que mis
contactos in situ advierten que causaran cierto caos a los diseños
que EEUU ha tenido y tiene en esa geografía que se extiende desde
Casablanca a Kabul. Eso es algo que en verdad afectará al Imperio,
pero lo que ahora me concierne es algo estrictamente de carácter
doméstico, algo que afecta a esta atribulada y dividida Norteamérica.
Durante
las ultimas tres décadas, liberales en esta nación, en todos los
niveles de progresismo global que ese término implica, han estado
predicando a los grupos más abusados e insatisfechos de la población,
que deben continuar luchando dentro del sistema para traer el
apropiado cambio. Si trabajamos dentro del marco de las
instituciones ya arraigadas en el país, habrá cambio, lento quizás,
pero lo habrá… de acuerdo con ellos. Ese liderazgo liberal
visible ha estado recordando a los más necesitados de justicia, por
enésima vez, que el cambio para el pueblo no terminó con FDR
(presidente Franklin Delano Roosevelt). Otro liderazgo
emergerá, nos dicen los liberales, liderazgo que traerá cambio en
las leyes, pero este cambio debe tomar lugar dentro del presente
marco institucional.
Pero
lo que estas figuras liberales no han dicho a los norteamericanos de
clase modesta es que la evolución que ha estado ocurriendo no es de
cambio social para mejor, más bien de cambio que ha permitido la
infiltración y toma de poder de las instituciones por una Derecha
inflexible que solo cree en cambio regresivo para las clases modestas
que representan el 80 por ciento de la población.
Hasta
los sindicatos han sido destripados siguiendo este camino de
dentro-del-sistema que el liderazgo liberal ha promulgado. Ya
en 1992, Ross Perot, empresario millonario conservador y candidato a
la presidencia, advirtió a la nación de la fuga de trabajos que
ocurriría si tanto George Bush (padre) o Bill Clinton fueran
elegidos, defensores ambos del mercado global sin traba alguna.
La membresía sindical, siguiendo el consejo de su liderazgo y los
liberales, votó su propia desaparición, sin darse cuenta que Clinton
no era sino un oportunista político, una herramienta más del
corporativismo.
Para
los norteamericanos en el tercio económico bajo de la nación, estas últimas tres décadas han traído el descalabro. Su poder
adquisitivo ha mermado hasta el punto que el poner pan en la mesa,
algo que entonces representaba el 20 por ciento de sus ingresos, hoy
se ha doblado (35-40 por ciento) para ese segmento de la población.
Y las tatareadas leyes de salubridad (Obamacare) no son sino un
recordatorio de nuestro vasallaje a los intereses corporativos, esta
vez la industria farmacéutica. Esto, cuando a nuestra juventud
se la da el “privilegio” de pagar por sus estudios universitarios
con préstamos garantizados por el gobierno – impuestos más tarde,
haciéndolos esclavos con deudas de $50.000 a $100.000 (o más para
los estudiantes de ciertas profesiones) que después tienen que pagar
con ingresos de trabajos que no existen ni existirán. La
vergonzosa lista de los problemas de las clases modestas cada vez es
más larga.
¿Será
posible que el liderazgo liberal que aconseja a estas clases modestas
a que busquen cambio por el camino institucional no es sino una
quinta columna de América Corporativa cuya función es mantener a
las masas dóciles y bajo control? No, pensar eso es necedad,
tal alianza es absurda, sin embargo los resultados siguen siendo los
mismos que tal alianza trajera. ¿O será que la vida fácil
del norteamericano en tiempos pasados le ha hecho perezoso,
convirtiéndole en una sociedad insensible, incapaz de efectuar
cambio, sin llamarle a un zafarrancho de combate, sin tan siquiera
instigarle a la posibilidad de una revolución popular?
Pero
me estaría contradiciendo al pensar en una posible revolución
popular sin un existente liderazgo jerárquico, particularmente si
acusamos al liderazgo liberal, tanto del pasado como del presente, de
ser una herramienta más del corporativismo. Los problemas de EEUU no
se resolverán hasta que exista una base ideológica de lo que es, o
debe ser, justicia social; una ideología que capture la imaginación
de la mayoría del pueblo, algo que aun no se contempla en el
horizonte cercano. La realidad es que estamos atascados sin
evoluciona o revolución, y a merced de un capitalismo rapaz.
©2011
Ben Tanosborn