Así como en algunos países muchas empresas mantienen dos libros de cuentas, en EEUU vivimos bajo dos economías, aunque admitamos tener solo una. Una real, a la que pocos de nuestros economistas se adscriben o que se comenta en la prensa; y otra imaginaria que se nos ofrece como real por el gobierno y Wall Street: la única en que ese Homo americanus, en su sempiterna credulidad, se supone pone toda su fe.
De acuerdo con estas fuentes fidedignas gubernamentales, que llevan el imprimátur del presidente del Banco Central (Ben Bernanke) y el ministro del tesoro (Tim Geithner) – además de la coreografía verbal del presidente (Barack Obama), la recesión que tuvo su origen en diciembre del 2007 termino 18 meses después, en junio del 2009; y que desde entonces estamos en ese camino de recuperación económica.
De acuerdo con estas fuentes fidedignas gubernamentales, que llevan el imprimátur del presidente del Banco Central (Ben Bernanke) y el ministro del tesoro (Tim Geithner) – además de la coreografía verbal del presidente (Barack Obama), la recesión que tuvo su origen en diciembre del 2007 termino 18 meses después, en junio del 2009; y que desde entonces estamos en ese camino de recuperación económica.
¿Recuperación? ¡Créete ese cuento chino! Si te lo crees, también habrás tragado eso de que en Irak todavía sigue escondido todo un arsenal de ADM, y de que nuestro Wehrmacht no es sino un sistema de defensa contra esas fuerzas del mal (que hoy día llamamos terroristas) que nos quieran quitar nuestra libertad, desde los confines del Oriente Medio o más adentrados en Asia.
La realidad es que esa recesión del 2008 continúa y es probable que continúe por varios años más. Y existe la posibilidad de que será necesario un cambio socio-político en el país para que esta situación caótica en la economía se resuelva.
Nos hacemos la pregunta del porque de esas mentiras que se fabrican en Washington por la comunidad de políticos, altos mandos militares y esos parásitos-consejeros de ambos grupos. A nadie debe caer de sorpresa ese razonar en la cima de “protegernos a todos”, el evitar una “crisis de confianza” en nuestra nación, en nuestro sistema político-económico, y en personas e instituciones que mantienen poder y control sobre las masas. En ocasiones como estas, nos dirán, el fin justifica los medios.
El jueves 4 de agosto, la bolsa sufrió en Nueva York su pérdida más alta en valores desde hace tres años; pero a la mañana siguiente las cosas se veían más color de rosa al grupo de analistas de la estación de TV CNBC, templo de difusión del mundo empresarial en EEUU, después que obtuvieran el informe de que el número de nuevos puestos de trabajo (no agrarios) de julio era de 117.000, cuando solo se habían proyectado 75.000, lo que trajo cierto júbilo en la primera hora. Como de costumbre, los análisis por este grupo de comentaristas y auto-designados periodistas carecían en su totalidad de materia gris, olvidándoseles que el crecimiento de la población de por si requiere que se creen casi 200.000 puestos cada mes, casi dos millones y medio al año. Pero eso no es lo peor de todo.
Poco o nada significativo se nos ofrece en el comentario que sale de CNBC, un santuario de los grandes negocios y el capitalismo de rapiña con capa de conservador, sobre el tipo de trabajos que se están creando, aunque sean pocos, y que no son precisamente en áreas que ayuden a la economía a medio y largo plazo. Crecimiento envenenado yo lo llamaría en varias industrias o en servicios como salubridad (31.000 puestos en julio y 299.000 en los últimos doce meses). Un campo donde EEUU gasta el doble, en porcentaje del producto bruto, de la media de los países industrializados; y donde esos gastos van acelerando; gastos que en 3 o 4 años superaran el 20 por ciento de nuestra economía… y a todo esto permanecemos mudos sobre el asunto. ¿Será que el campo de la salud, y la llave que nos tiene puesta la medicina (y la Asociación Medica Americana), es una de las muchas vacas sagradas que los políticos no se atreven a confrontar? Pero aun esto no es lo peor de todo.
El escenario de trabajos que se nos presenta no es nada halagador para el público norteamericano, y al que prefieren no mirar so pena de tener que analizar lo que ven. Es tan estéril o aun mas del que vimos hace un año, con casi 14 millones de personas desempleadas; otros 8,4 millones involuntariamente trabajando jornadas cortas; 2,8 millones en estado marginal dentro de la fuerza laboral; y probablemente otros 7 millones haciendo el “papel” de estudiantes de todas las edades, y que en otros tiempos (economías) hubiesen sido parte de la fuerza laboral, y que ahora estudian o se entrenan en instituciones/academias post-secundaria, muchas de las cuales son privadas, con poco o nada que ofrecer, y que están simplemente ordeñando la vaca federal que garantiza el pago de la deuda estudiantil. A todos estos estudiantes son muy escasos los trabajos que les están esperando, quizás uno para cada diez.
Al final de cuentas no solamente nuestra economía real no está generando trabajos sostenibles a largo plazo, sino que además está gastando entre 100.000 y 200.000 millones de dólares cada año en esta farsa de prestamos de entrenamiento/estudios que estos engañados estudiantes deberán liquidar en el futuro; prestamos garantizados por un EEUU cuyo crédito ha descendido del platino y no sabemos a donde irá a caer. Una burbuja más que dentro de poco que estallará, y que se unirá a otras tantas más en esta tierra de la abundancia; hoy día abundancia tan imaginaria como la economía.
Y aun así, algunos de nuestros eminentes zoquetes en CNBC siguen diciéndonos que no somos Grecia. ¿Se puede entonces saber lo que somos?
© 2011 Ben Tanosborn
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