Después de Iowa, los candidatos sobrevivientes, Republicanos y Demócratas, se unen a esa palabra mágica en política : cambio. ¿Acaso se me puede acusar de cínico si en acto reflejo concluyo que ninguno de ellos probablemente quiera cambio significativo ?

Después de Iowa, los candidatos sobrevivientes, Republicanos y Demócratas, se unen a esa palabra mágica en política : cambio. ¿Acaso se me puede acusar de cínico si en acto reflejo concluyo que ninguno de ellos probablemente quiera cambio significativo ?

¿Os acordáis de aquellos profetas en el Viejo Testamento que singularmente, y en un lenguaje contundente, subrayaban las repercusiones que el comportamiento impío del pueblo les traería ? Bueno, pues los homólogos modernos de esos sabios no son bienvenidos en el EEUU de hoy, y cualquier criticismo de nuestros sistemas político y económico es tomado como herejía, un cisma imperdonable, e inmediatamente se les cifra de tipos faltos de patriotismo.

¡Pobre John Edwards ! Tanto la prensa como los parásito-expertos en televisión le han acusado por su apasionado discurso, post-caucus, en Iowa. El enfado no es algo que se tolera en esta auto-designada nación “moderada”, donde los políticos deben siempre proclamar esperanza y adulo para esta resurgente y Dios-bendita Norteamérica que espera salir adelante tan pronto se corrija nuestra navegación por uno o dos grados.

Como sugirió Ronald Reagan (antes y durante su senilidad) : la única forma de hablar al norteamericano es con tono firme y convincente además de un incesante optimismo, al diablo la realidad. El populacho no puede recibir mensajes de auto-criticismo que puedan contradecir lo infalible de la nación ; y solo mensajes esperanzadores que tan solo admitan una pequeña corrección. A los políticos, a diferencia de predicadores, tan solo debe permitírseles demostrar su ira contra enemigos extranjeros –no importa que sean reales o imaginarios – y no cuando el enemigo “somos” nosotros mismos.

Para estas fechas, debe ser obvio a cualquier estudiante de esta sociedad USA y su folklore econo-político que los norteamericanos no tienen paladar para ningún tipo de critica, mucho menos auto-critica, sobre nuestra democracia capitalista, particularmente si es expresada en forma sacrílega… y con enfado.

Una vez más, nuestros paladines políticos dicen a gritos ser candidatos para cambio ; pero ningún candidato “aceptable” para la presidencia se ha atrevido a decirnos como efectuará tales cambios donde se necesitan ; y, hasta la fecha, lo único que se les ha ocurrido son “pequeñas correcciones” en lo referente a la guerra en Irak, una mejora en asistencia sanitaria (y no el derecho a cuidado universal) y otros cambios menores que distan ser los cambios revolucionarios que este país necesita cuando lleva una dirección a casi 180 grados en rumbo opuesto al destino que la ciudadanía requiere ; así como el resto del mundo que, con o sin razón, ve a EEUU con sospecha y temor.

Por lo menos John Edwards se atrevió a denunciar a la América Corporativa, rapaz y opresiva, lo que le puso en escisión irreparable con Wall Street además de escribir endeblemente su obituario como candidato a la presidencia, dejando a Obama y a la dama “con experiencia” en todos los problemas agudos del país (Hillary), todo lo que muchos pensamos ella nunca confrontaría, y mucho menos cambiaría.

Si hay una cuestión fundamental que nos define como pueblo entre los otros muchos pueblos del mundo, uno que ningún candidato “aceptable” se haya atrevido a tocar, es la política exterior estadounidense… y como vemos y tratamos a otras gentes en el mundo ; y la reconstrucción total que se necesita en esa política. Reconstrucción y no una simple revisión. La viabilidad de EEUU, no solo como superpotencia sino como país merecedor de confianza, queda no en su acopio nuclear sino en como la nación cambia, lo decente y buen vecino que este país pueda llegar a ser.

Ni un candidato “aceptable” se ha atrevido a brindar su apoyo, de ser elegido, a buscar la reconciliación en Palestina, o en el resto del Oriente Medio y Sur-Asia ; no como aliado y padrino de Israel, sino como proponente legitimo y abogado de una paz justa que a largo plazo terminará siendo la única garantía para que Israel sobreviva. Ni tampoco ha habido candidato “aceptable” que apoye el hecho de que los musulmanes, laicos o fundamentalistas, ni son terroristas ni islamo-fascistas como muchos los describen, y que es hora que demos fin a esta prejuiciosa charla-porquería en contra del islamismo. Aunque veamos al mundo de forma diferente, y a veces choquemos, no es ello razón para que dejemos nuestra búsqueda a una causa en común, punto donde civilizaciones eventualmente tendrán que fundirse, o por lo menos trenzarse, en una, a menos que la humanidad se empeñe en nuestra temprana salida del planeta.

Y esa búsqueda de armonía no se debe de restringir al Oriente Medio sino también a Latinoamérica, esas naciones donde nuestra intromisión por más de un siglo ayudó injustamente a gobiernos de opresión, y el abuso económico de la clase adinerada. ¿Ha habido acaso algún candidato que invoque cambio que haya expresado apoyo a esas naciones en Suramérica que estén tratando de buscar un mejor camino hacia la justicia social para su gente, aunque el camino político sea diferente al nuestro ? No, ni uno. Y en cuanto a Cuba, y los incontables miles de millones (dólares) en daños económicos que este país ha infligido a esa nación y gente por medio siglo… no hay candidato que proteste o pida cambio para reestablecer lazos que borren esa mala voluntad que existe. Ni tampoco ha habido llamada alguna por candidatos para que esa política exterior acceda el ayudar a países africanos ; ni para un más justo y digno tratamiento de Rusia ; ni para terminar las amenazas a un país soberano como Irán.

Claro que el cambio en política exterior no es el de que hablan los candidatos ; sus cambios no son primordiales. Cambio para ellos es simplemente palabrería, forma de promocionar su candidatura y obtener votos… y ahí se queda.

Desde luego, para cuando nos quedemos con los dos sobrevivientes gemelos, uno de cada partido del duopolio, estaremos a últimos de verano y la campaña en su apogeo febril en medio de la maloliente recesión, para entonces en su tercer trimestre y sin final a la vista, lo que provocará un “forzado cambio” en esa campaña.

Por ahora, según entramos en el 2008, la mayoría de estadounidenses continua en plena y completa denegación económica y política mientras que los candidatos al puesto de Bush promulgan cambio, aunque no al cambio importante : el que rige la política exterior. Y sin ese cambio, EEUU no engendrará una sociedad mas humana y compasiva, y una mejor vida para el pueblo – tanto material como espiritual – y tal cambio no ocurrirá hasta que EEUU se divorcie de su vieja arpía : el Orgullo, y se espose con una novia joven y amistosa : la Humildad. Pero todo eso es algo que no ocurrirá por ahora ; definitivamente no en este año 2008.

© 2008 Ben Tanosborn
www.tanosborn.com

Entering 2008 in complete economic and political denial

After the Iowa caucuses, surviving candidates, Republicans as well as Democrats, are all claiming to be for change. Am I being a cynic when, reflexively, I’ve concluded that probably not one of them is really advocating meaningful change ?

Remember those prophets in the Old Testament who singularly, in blunt and conclusive language, spelled out the repercussions to come for the then existing ungodly behavior ? Well, modern replicas of such wise men are unwelcome in today’s America and any and all criticism of our political and economic systems is deemed as heresy, an unforgivable schism ; and these neo-prophets are immediately tagged as unpatriotic bastards at best.

Poor John Edwards ! He has been accused by the press and parasite TV-punditry for delivering his Iowa speech, post-caucuses, in anger. That just isn’t tolerable in our milquetoast, self-professed moderate America, where politicians must always talk in hopeful, flattering ways of a resurgent God-blessed America just waiting to gloriously reemerge if only we could correct our navigation by one, maybe two degrees.

Just as Uncle Ronald Reagan suggested (pre- and during senility) : the only way to talk to Americans is in a firm and convincing tone of unflagging optimism, reality be damned. Never should the American populace be allowed to receive messages of self-criticism that may contradict the nation’s infallible ways ; messages should be of hope that can come about by a tiny correction in course. Politicians, unlike preachers or motivational speakers, are only allowed to show anger when referring to foreign enemies – real or imaginary – and not when the enemy is really found to be us.

By now, it should be obvious to any student of American society and its econo-political folklore that Americans don’t have a palate for any form of criticism, much less self-criticism, of our capitalist democracy, particularly if it’s sacrilegiously expressed… and with anger.

Once again, our paladin-politicians are all clamoring to be candidates for change ; yet, not one of the “electable” candidates to the presidency has dared tell us how they will effect such change in the areas where change is needed ; and, to date, the best they have been able to come up with are “slight corrections” in direction to the war in Iraq, an improvement in health care (instead of commitment to the right of universal healthcare) and other small changes that hardly represent the revolutionary changes needed for a nation almost 180 degrees off-course from the destination our citizens deserve ; also those in the world who, rightly or wrongly, view the US with great suspicion and fear.

At least John Edwards dared to take head on an oppressive and predatory Corporate America, which in and of itself not only caused him an irreparable rift with Wall Street, but also indelibly wrote his obituary as a presidential candidate, leaving Democrats with a final match pitting Oprah’s protégé and the lady “experienced” in everything that is wrong in America, things many of us feel she will not likely confront, much less change.

If there is one issue, a fundamental principal issue that defines us as a people among all other peoples in the world, one that not one electable candidate has dared to touch, it’s America’s foreign policy and how we view and treat other peoples throughout the world ; and the complete overhaul we need to make in this regard. An overhaul, not a tune-up ! America’s long term viability, not just as a superpower but as a trustworthy nation, rests not on its nuclear stockpiles but in how the nation changes, how decent and good neighbors Americans become.

Not one electable candidate has dared to seriously commit his efforts, if elected president, to seek harmony and reconciliation in Palestine… and the rest of the Middle East and South Asia ; not as an ally and guarantor for Israel, but as a true proponent and advocate of a just peace which long term will be the only thing that will guarantee the continuing existence of that state. Nor has a single electable candidate committed to reassure America of the fact that Muslims, secular or fundamentalist, are neither terrorists nor Islamofascists just because some misguided people tag them so, stating clearly that the first thing we must do is to put a stop to all anti-Islam trash talk. Our ideas about the world may be different, even clash, but that is no reason to stop seeking common ground in a world where civilizations will have to eventually find enlightenment and melt into one, unless humanity is bent on an early exit from this planet.

And that search for harmony should not be restricted to the Middle East but to Latin America as well, and those nations where our century-old meddling has unjustly aided oppressive governments and abusive elite classes. Have any of these candidates that invoke change expressed any goodwill towards those nations in South America that are trying to find a better path of social justice for their people, even if such path deviates politically from ours ? Not one ! And as for Cuba, and the billions of dollars in economic damages that the US has inflicted on its economy, its people, for half-century… there is no outcry by candidates for change, for reestablishing ties that will erase all ill-will. Nor has there been any call for foreign policy change to provide help for Africa ; nor for our treatment of Russia ; nor for the unyielding threats to the sovereignty of Iran.

But change in foreign policy is not the change that candidates are talking about ; theirs is not so lofty and primordial change. Change for them is simply a palavering way of promoting their candidacies, getting votes… and little else.

Of course, by the time the two surviving Tweedledee-Tweedledum candidates reach their campaigns’ feverish pitch in late summer the recession will be in full bloom, in its third quarter, without end in sight. That will provoke a “forced change” to the campaign.

For now, as we enter 2008, most Americans remain in complete political and economic denial just as all declared presidential candidates promulgate change, but not the most important change : foreign policy change. For without that change, America will not engender a more humane, compassionate society, and a better life for its people – both material and spiritual – and that change will not occur until America divorces from that frightful hag : Pride, and takes on a youthful friendly bride : Humility. But that’s not about to happen… not for a while ; certainly not this year.

© 2008 Ben Tanosborn
www.tanosborn.com


Fuente: Ben Tanosborn