¿Tan preocupados están los norteamericanos con la imagen centrista de Obama según llega su hora de tomar las riendas del país forzándole a mirar a la derecha cuando solo debiera mirar al frente ? De ser así, se convertirán en completos idiotas, ya que nunca más existirá una oportunidad mejor para enmendar ante el mundo ese comportamiento de EEUU, hasta ahora, de matón de barrio sin tener que jugar la mano añadiendo orgullo y dignidad a la apuesta.
Con simplemente tomar un par de decisiones apenas ascender al poder, decisiones las dos de poco riesgo en la política interna, Obama a solas pudiera abrir las compuertas de una muy esperada buena voluntad. Algo que ocurriría mediante un comunicado tras haber hecho un par de llamadas breves a La Habana y Moscú. Dos conversaciones cortas pero con franqueza, y una nota de prensa inequívoca en significado, aunque sea sin detalles.
Dos decisiones de política que afectaran no solo a Rusia y Cuba, sino al mundo entero.
Dos decisiones de política que indirectamente pavimentaran el camino para un cese de violencia en todo el Medio Oriente ; una confrontación innecesaria que existe entre el mundo musulmán y un occidente que insiste en llevar la mano mayor, no importa los sentimientos de mil millones de personas quienes en contra de su moral y buen juicio pueden ser influenciadas a creer que su lucha, sus valores y propia existencia, dependen de un yihad hasta la muerte, aunque a sus anticruzados se les cifre de terroristas.
Desistir en el despliegue de misiles interceptores en Polonia, y una súper-estación de radar en la Republica Checa, puede ser considerado una decisión militar-política, pero es mucho mas que eso : sin duda alguna es una decisión clave en política exterior, algo que resonaría en el mundo entero y borraría una buena parte del mal hecho por un Pentágono imperialmente-generado tras la guerra fría, y un gobierno por ocho años regido por el individuo mas inane que jamás se domiciliara en la Casa Blanca. Vladimir Putin ya ha hecho saber que la línea de teléfono está libre para que Barack Obama haga una llamada que apagaría la recientemente encendida nueva guerra fría.
Y, de forma similar, Fidel Castro ha dado su gesto de buena voluntad hacia el nuevo presidente estadounidense para que haya un cambio en las relaciones con Cuba, y el gobierno de su hermano Raúl ; cambio que no solamente afectaría el bienestar de los 12 millones de residentes de la isla sino un cambio que además aflojaría la tensión que existe, la discordia en las relaciones panamericanas, motivada por la desconfianza hacia Estados Unidos en Latinoamérica.
Levantar el embargo junto a las sanciones acumuladas en casi medio siglo, algo solo basado amistad política forzada hacia un grupo vengativo y egoísta – pero hasta ahora políticamente muy influyente – no es solamente buena política, sino algo sano y moral. Y esa proclamación por Obama de quitar todas esas medidas punitivas e innecesarias, tendría suficiente peso para que el Senado diera esta vez su venia.
En ambos casos no debe exigirse un quid-pro-quo, explícito o implícito, en estos actos por el presidente Obama, ya que cualquier intercambio que se haga de buena voluntad tendría su propio acuerdo sin promulgación hipócrita, o falta de merito, de esas reglas de comportamiento en que los lideres norteamericanos siempre aparentan tomar esa “llamada a las armas en defensa noble” de la democracia y los derechos humanos.
Aunque recientemente Obama haya dado a entender el que el gobierno cubano ponga en libertad 219 denominados en EEUU como presos políticos, debe desistir de hacer eco a los que a su alrededor tal reclaman, usando su propia voz al asumir el poder. Dejemos que los derechos humanos sean invocados por aquellos limpios de corazón, y que el grito sobre derechos humanos venga de un grupo internacional (ONU) que amoneste y juzgue la denegación de dichos derechos, y no que sea una nación con un punto de vista prejuiciado que decida donde existen y donde se niegan tales derechos, apuntando que naciones acatan o niegan esos derechos de acuerdo con sus intereses.
Está en manos de Obama el dar la señal, y el hacerlo inmediatamente tras su inauguración como presidente, que EEUU llevará un nuevo camino en cuanto a su política exterior. Y puede hacerlo con un riesgo político mínimo personal o a su gobierno. Y esto lo puede hacer sin quitar sus ojos del problema principal que confronta su presidencia : la heredada depresión económica que el país llevará encima por años, no importa las armas económicas que se utilicen para combatirla ; una depresión que terminará reemplazando como estándar a aquella que heredase en 1933 Franklin Delano Roosevelt.
¿Terminará Obama demostrando que es un líder de verdad ? Quedan apenas seis semanas para que llegue la hora de la verdad. La Izquierda norteamericana, corta en números pero ansiosa por haber aportado su apoyo al candidato Demócrata, no las tiene todas consigo tras su desconfianza en el grupo de personajes con que se ha rodeado… y hay muchos que temen que este casi-zurdito nos termine siendo manco. ¡Démosle oportunidad, caramba, que todavía ni le han jurado !
© 2008 Ben Tanosborn
www.tanosborn.com
Two low-risk foreign policy decisions, one hopeful world
Are Americans so concerned about Obama’s centrist image as he is about to take the reins of the nation that they force him to look right when he should be looking forward, straight ahead ? If they do, they’ll come out as unquestionable fools, for never will there be a better opportunity to make amends with the entire world for past bullying behavior without having to play their hand adding pride and dignity to their bet.
By making two foreign policy decisions within a week after assuming power, two far-reaching decisions yet domestically of low political risk, Obama could single-handedly open up the floodgates of goodwill. And it could simply take the form of an assertive general statement made after two brief phone calls to Havana and Moscow. Two short conversations made in candor, and one press release unequivocal in meaning, even if lacking in details.
Two policy decisions that will affect not just Russia and Cuba, but the entire world !
Two policy decisions that indirectly could pave the way for a cease of violence in the entire Middle East ; an unnecessary confrontation between the Muslim World and a West that insists on maintaining the upper hand, never mind Palestine or the sentiments of a billion people who against their morals and good judgment could be influenced to believe that maybe their struggle, their fight for existence, rests in a jihad to the end, even at the expense of having their counter-crusaders dubbed as terrorists.
Desisting from the deployment of interceptor missiles in Poland, and an advanced radar station in the Czech Republic, might be considered a military-political policy decision, but it far exceeds that : it is, unquestionably, a key foreign policy decision, one likely to resonate throughout the world and erase most, if not all, damage brought about by an imperially-bred post-Cold War Pentagon aided by a reckless two-term presidency of the biggest inane fool ever domiciled in the White House. Vladimir Putin has let it be known already that the line has been freed for Barack Obama to make the critical call that would put an end to an already ignited new cold war.
And Fidel Castro has, similarly, made a genteel gesture for the new American president to bring about a change in relations with Cuba, and his brother Raul’s government ; one that would affect not only the well-being of 12 million residents of the “the pearl of the Antilles” but one that would substantially decrease the tension in the present state of discord affecting Pan-American relations, and the distrust of the US in Latin America.
Lifting both the trade embargo and all sanctions which have existed, or have been added to during almost five decades, with little purpose other than political amity towards a vengeful, self-serving – and up to now politically influential – group of Cuban exiles, is not just the right political thing to do, but the moral thing to do. And Obama’s proclamation of such request to the Senate, to do away with unnecessary punitive measures, would certainly suffice ; a Senate, this time, surely eager to comply.
In both cases, there must not be a quid-pro-quo exacted, either explicit or implied, in these actions by President Obama, for any exchange of goodwill will take place of its own accord without the unmerited call for the hypocritical enactment of rules of behavior in which American leaders always appear to take the call to arms in “noble defense” of democracy and human rights.
Although Obama has intimated “a need” for the Cuban government to release 219 jailed political prisoners, he should desist from echoing voices of those around him and, as he assumes power, let out his own fresh voice. Let human rights be invoked by those people who themselves have a pure heart, and let the cry for that assertion of human rights come from an international body which admonishes and monitors the denial of said human rights, and not a nation with a prejudicial outlook as to what represents the existence or the curtailment of such rights, pointing to nations as compliant or aberrant according to its own selfish interests.
It’s in Obama’s hands to signal, and do so immediately, that the United States is changing course in foreign policy. And he can do it with little political risk to himself or to his administration. And this can be done without taking his eyes away from the principal problem confronting his presidency : an inherited economic depression that will replace the old-standard inherited by Franklin D. Roosevelt in 1933 ; and one that is sure to be entrenched for years… even if optimal economic weapons are used to combat it.
Will Obama prove to be a true leader, his own man ? It won’t be long before we find out as he is put to the test.
© 2008 Ben Tanosborn
www.tanosborn.com
Fuente: Ben Tanosborn.