Mi artículo de bienvenida al 2010 tuvo como tema materias económicas… y un año después, tan solo me repito. Dije en mi artículo del 28 de enero que unas cuantas lágrimas se derramarían por la catástrofe en Haití, pero lo que entonces concernía a los estadounidenses, su consternación, era por el estado de la economía, y lo demás no les incumbía. Bueno, pues nada ha cambiado… en Haití o en EEUU. Lo que dije en aquel entonces, no me queda otro remedio que repetirlo otra vez… que esta nación necesita como nunca una aclaración económica y no otro empujoncito hacia una recuperación artificial, otra burbuja mas para que luego tenga que reventarse.
En ese artículo cuestioné la prudencia de Obama al seleccionar dos ex presidentes al cargo de ayuda y recuperación para pueblo haitiano. Uno de ellos, George W. Bush, a quien muchos consideran criminal de guerra, y un consumado crea-catástrofes – creo que recordamos muy bien su gestión en el desastre Katrina. Y el otro figurón, nada mas ni menos que Bill Clinton, el individuo más culpable del holocausto sufrido en las dos ultimas décadas por el trabajador norteamericano – creo que también recordamos la voz profética de Perot refiriéndose al pacto NAFTA. Cierto que durante los 8 años en que Cinton fue presidente se crearon 35 millones de puestos de trabajo, pero casi todos ellos con sueldos mínimos y carentes de habilidad – poniendo a mas miembros de la familia a trabajar – pero durante ese periodo se perdieron a ultramar 10 millones de puestos bien remunerados… algo que además devastó la infraestructura en numerosas comunidades industriales del país — ¿se ha pasado alguien últimamente por Camden, Nueva Jersey, y visto el escarnio ? Ese es el regalo de defecación (llamémoslo lo que es : mierda) que regala el capitalismo tras sus rondas glotonas de globalización trochemoche.
Durante el 2010 los medios establecidos repiten como loros lo que los políticos de los dos sabores, grandes negocios y otros apóstoles de nuestro sistema de cautiva empresa quieren que creamos : que la recesión económica terminó hace mucho, en junio del 2009 nos dicen ; que la economía está en recuperación, olvidémonos de esos números en aumento de desempleados o subempleados ; o la inhabilidad de reconocer y reportar el crecimiento de la pobreza.
Y así empezamos el 2011, mas o menos lo mismo, con nuestro presidente con cara de póquer diciendo las sempiternas tonterías, que todo marcha bien (“tendencia clara de una economía en mejora”) mientras que al mismo tiempo se reestablece como un gran amigo de Wall Street al seleccionar a Gene Sperling, otro arquitecto o delineante del grupo económico de Clinton – si, el que degolló al trabajador sindical ; y a Bill Daley, de la nobleza chicagoense, familia Daley, hasta hace un par de días banquero con J.P. Morgan, y ahora los ojos y oídos de Obama, su consigliere y manducón en la Casa Blanca (Chief of Staff). Cuando la Cámara de Comercio de EEUU aplaude tal selección como lo hiciera el 6 de enero, podemos estar seguros que las cosas irán para peor, mucho peor.
¿Tendencia clara de una economía en mejora, nos dice Obama ? Está delirando. Como mucho, es una expresión de deseos… y si lo piensas bien es una forma de esposar a los norteamericanos a una engañosa esperanza. El uso de datos estadísticos malversados consistentemente nos dice lo que no es cierto tanto en las cifras referentes al desempleo como al de la pobreza. [Cifras aun preliminares del censo que han salido a relucir esta semana indican que el número de personas en la pobreza ha estado subestimado en millones.] El que a los mercados financieros les esté yendo bien a corto plazo no certifica una economía en mejora, dada su base lógica de que no miremos al 10 por ciento de desempleados sino al 90 por ciento que están empleados.
Esa es una forma de pensar económica corrosiva y obscena. En primer lugar, la suma de desempleo y subempleo asciende al 20 por ciento de la “población productiva”… pero, y esta es la clave elemental que debe considerarse, existe un potencial del 10 al 15 por ciento de desempleo y subempleo esperando entre bastidores a que los estados, municipalidades y escuelas publicas tengan que reducir su plantilla para poder operar dentro de sus reducidos presupuestos… y, claro está, el efecto multiplicador en otras industrias de servicios que estos puestos ahora soportan.
Muchos hemos estado esperando a que nuestro país deje de ser el policía del mundo entero (muchos dirían, matón) y traer a nuestros militares a casa, cortando hasta un tercio del presupuesto de “defensa”. Claro que eso implicaría añadir hasta un 10 por ciento adicional al desempleo, ya que no solo incluye a los que lucían uniforme sino también a civiles que dependen, directa o indirectamente, de nuestra machina belli. No importa quien habita la Casa Blanca, y Obama es el último inquilino, parece ser que su misión es el mantener las llamas de guerra vivas, bien sea en Afganistán, Oriente Medio o cualquier otro lugar que le plazca al Pentágono. La guerra y la economía están tan totalmente entrelazadas en este país que no habrá cambio alguno hasta que el pueblo esté iluminado con una visión moral y no materialista, algo que no ocurrirá en un cercano mañana.
Hasta que esto ocurra, los norteamericanos no tienen otro remedio que seguir las reglas de un capitalismo y sistema de cautiva empresa donde el trabajo es una materia prima barata y el capital tiene la última palabra… y no el sistema de libre empresa que admiramos y aceptamos con orgullo en generaciones pasadas. Y nos tendremos que acostumbrar a que el gobierno y los medios corporativos nos digan día tras día que nuestra economía finalmente va para mejor, de esta forma manteniendo el castillo de arena capitalista intacto, y el “sentimiento del consumidor”, el mas venerado de los indicadores económicos, artificialmente alto.
Pero al borde de este precipicio económico, estamos empezando a ver más y más señales de caridad y filantropía… indicadores económicos rezagados o tardíos que nos están diciendo lo obvio : que la economía está en cuidado intensivo… necesitando cirugía y, de forma definitiva, un transplante de órganos políticos.
© 2011 Ben Tanosborn