Estamos todavía con el cemento, tapando la grieta en los ladrillos de Bancaja, cifrada en 3.995 millones de euros, cuando el agujero se convierte en socavón, por culpa de su banco. Banco de Valencia, participado en un 27,5% por el Banco Financiero y de Ahorros SA (BFA), matriz de Bankia SA, tiene un agujero de 800 millones de euros.

La
agencias de calificación de riesgos Moody’s y Fitch —unas de los
que nos gobiernan, miembros de los «mercados»— bajan la
calificación del banco hasta la categoría de bono basura.

La
agencias de calificación de riesgos Moody’s y Fitch —unas de los
que nos gobiernan, miembros de los «mercados»— bajan la
calificación del banco hasta la categoría de bono basura. Las
primeras valoraciones cifran las provisiones necesarias de Bankia en
102 millones de euros, prácticamente un tercio (dado el 27,5% de
participación) del desfase de 300 millones de euros; un tercio de
los beneficios de Bankia.

La
siguiente noticia es que el presidente de Bankia, Rodrigo Rato, pone
en las manos de Banca Lazard la venta del Banco de Valencia. Y qué
casualidad que el Sr. Rato fue ejecutivo de Banca Lazard antes de
alcanzar la presidencia de Caja Madrid (con el correspondiente apoyo
político y sindical).

Como
los responsables del Banco de Valencia lo han hecho tan bien, el
banco les adeuda 18 millones de euros: 3 millones en nóminas y 15
millones en compromisos de pensiones y pagos.

También
leemos que Rato continúa con su desembarco de ex/políticos de su
partido (PP) en Bankia. Ahora Juan Costa, en sustitución de José
Luis Olivas (ex presidente de Bancaja, y parece ser que también ex
vicepresidente de Bankia).

Mientras
tanto, el consejero delegado de Bankia, Vicente Verdú, se vanagloria
de adelantar un año el ajuste de cierre de oficinas y despido de
personal, 3.756 trabajadores de los 4.000 autorizados por el ERE
vigente (firmado por todos los sindicatos, salvo por el SABEI-CGT).

Mientras
tanto, la cúpula de Bankia formada por Rato, Olivas y Verdú se
marcan unas retribuciones de más de 10 millones de euros.

Mientras
tanto, son trasladadas decenas de familias a cientos de kilómetros
de sus domicilios, o bien no les queda más remedio que firmar
«voluntariamente» la baja indemnizada (despido) acogiéndose
al ERE de Bankia —como ejemplo, los compañeros de Canarias y sus
familias, con traslados al País Valencià—. Y los sindicatos que
han firmado el ERE que lo autoriza, se echan las manos a la cabeza y
se escandalizan.

Mientras
tanto, algunos sindicatos se alarman por las retribuciones de los
ejecutivos y la alta dirección de las cajas de ahorros, sin recordar
que parte de esas insultantes retribuciones fueron aprobadas en los
consejos de administración y/o comisiones de retribución y
compensación de las que ellos formaban/forman parte en las cajas.

Mientras
tanto, los sindicatos que han firmado el ERE de Bankia; que han
colaborado en la privatización y bancarización de cajas de ahorros
con beneficios «porque no había otra salida», y han
facilitado el arma y cargado la munición se extrañan de que la
empresa apriete el gatillo.

Mientras
tanto, están en suspenso las negociaciones de los convenios
colectivos de los sectores de ahorro, banca y rurales; o las
negociaciones de Bankia (en la que prácticamente está por negociar
todo, con caducidades de normativa convencional el 31.12.2011). Es
evidente que están esperando al 21 de noviembre, y a otro recorte de
derechos con una profundización en la reforma laboral y de la
negociación colectiva, como siempre en contra de los trabajadores.

Mientras
tanto, los sindicatos más representativos no se movilizan ante tanto
atropello. Los calificados como sindicatos de clase (de los otros
sindicatos corporativistas y/o amarillos no sorprende) no han movido
un dedo para reivindicar la creación de una banca pública con las
cajas de ahorro (y los miles de millones de euros, 4.465 en el caso
de Bankia, de dinero público que se les ha inyectado). Al contrario,
han permitido que se las entregara a la gran banca, junto a sus obras
sociales. Han permitido que se creara un engendro financiero de
bancos de cajas (bautizado como SIP), sobre los cimientos (y no sobre
las ruinas, como se nos pretende hacer creer) de las cajas. Han
colaborado con el Banco de España, con los gobernantes y políticos
corresponsables, en el mayor saqueo financiero de la historia de
España.

Esos
mismos sindicatos ahora están más preocupados por buscar su cuota
de poder en los consejos de administración de los nuevos bancos de
cajas (plagados, igualmente, de ex/políticos), pues el poder se les
escapa de las manos en los moribundos órganos de gobierno de las
moribundas cajas.

Mientras
tanto, la plantilla (posiblemente por la falta de voluntad y de
capacidad de movilización y lucha de los sindicatos más
representativos) asume impasible la conversión en banco. Se percibe
una mezcla de miedo, indiferencia, conformismo, determinismo,
resignación, espera de que llegue el turno en la siguiente ronda de
despidos indemnizados a mayores de 55 años, o el clásico a mí no
me va a tocar. Lo malo es que cuando nos toca, ya no se puede
recuperar el tiempo perdido.

Al
igual que los mercados se muestran insaciables, su voracidad no cesa
por muchos recortes (y reformas alevosas de la Constitución) que se
hagan, el ajuste del sector de las cajas de ahorros se comporta de
forma similar: por muchos cierres de oficinas y despidos y traslados
que se hagan, sobre las espaldas de sus empleados y familias, nunca
es suficiente; a lo que hay que añadir la basura que va apareciendo
debajo de la alfombra (conociendo perfectamente a quienes la metieron
allí).

Todavía
queda capacidad de reacción, además de indignación. Los sindicatos
deben liderar la reacción y movilización, con la contundencia
necesaria. Pero los sindicatos solos, sin el apoyo de los
trabajadores, no podrán. La reacción colectiva no será posible sin
la suma de las voluntades y de las reacciones individuales. Todavía
estamos a tiempo.

Juan
Carlos Rubio Encinas

Secretario
General

SABEI-CGT
Bankia – Illes Balears

www.sabeibankia.org

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Fuente: SABEI-CGT Bankia