2011 ha sido un año trágico para millones de personas que han perdido no sólo el trabajo sino también una parte importante de sus vidas. Precisamente  porque CGT es la Confederación General del Trabajo, no sólo de trabajadores y trabajadoras, podemos analizar las distintas situaciones sociales (que afectan directamente a las vidas de las personas) y económicas desde una perspectiva especial. Soy humano, nada de lo humano me es ajeno, como decía Terencio, expresando un sentimiento de profunda solidaridad, “Homo sum, humani nihil a me alienum puto”. Porque al fin y al cabo somos seres humanos, muchos millones, los que sentimos y padecemos las circunstancias tan adversas de esta suma de crisis que nos impacta brutalmente.

Muchas
personas, pequeñísimos, pequeños y medianos empresarios y
empresarias han sentido directamente en sus carnes y patrimonio el
azote de la quiebra, del cierre de sus micro empresas, y del despido
consecuente de los trabajadores y trabajadoras que para ellas
trabajaban.

Muchas
personas, pequeñísimos, pequeños y medianos empresarios y
empresarias han sentido directamente en sus carnes y patrimonio el
azote de la quiebra, del cierre de sus micro empresas, y del despido
consecuente de los trabajadores y trabajadoras que para ellas
trabajaban. En el camino se han dejado años y años de trabajo,
salud, relaciones familiares deterioradas hasta el borde o centro de
la ruptura, sus hogares, sus talleres, tiendas, sus vehículos…
Por ello son dignos de ser recordados cuando se nos viene a la mente
los centenares de familias que conocemos, de las que somos amigas y
amigos, en las que nadie trabaja porque no hay trabajo, donde no
entra un euro o los pocos centenares que se reciben no llegan ni para
raciones alimentarias, donde se ha perdido la casa, el coche, todo
lo que se tenía hipotecado, y el oro desapareció hace meses o
incluso años empeñado en el altar de salir adelante como sea.

Este
2011 no hemos conocido ni una buena noticia y aquella que nos llegaba
como tal era un mero espejismo reflejado en el dicho de “mal de
muchos, consuelo de tontos” o la consciencia de que siempre hay
alguien tras nuestra que recoge las cascaras del modesto fruto que
nos estamos comiendo. Se nos echa en cara, a la ciudadanía en
general, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que
no hemos debido malgastar en tiempo de bonanza, que nuestra
productividad ha sido deficiente… A buenas horas mangas verdes.
No podemos aceptar que se culpabilice a todo el pueblo de aquello que
han fraguado los poderosos, sean quienes sean. Porque ese pueblo ha
sido engañado, día a día mediante los potentes mensajes recibidos,
mostrándole el mejor de los mundos en el que se vivía, parangonando
nuestra economía con la de los 7 grandes (por cierto Italia era la
séptima), dejándonos sentarnos en el foro del G20… y todo ello
porque se especulaba a mansalva con las hipotecas y los pelotazos
inmobiliarios.

También
es cierto que en este 2011 se nos ha caído la venda a muchos
millones de españolas y españoles

y que nos estamos aplicando vaselina ante los ajustes que de una
forma u otra nos imaginamos deberemos padecer como pueblo. Porque por
eso somos lo que somos, un pueblo desunido y fragmentado en
nacionalismos, localismos, banderías, partidos políticos y hasta
cofradías de todo signo y condición. Siempre en un empeño de
dividirnos hasta el punto de que nos consideremos individuos
aislados, pequeñísimos seres vivos que necesariamente deben
doblegar su exigua voluntad ante el poder omnímodo del capital,
verdadero artífice de todo lo bueno y bello, que podamos imaginar.
Al menos eso nos dicen, repitiéndose una y otra vez con machacona
reiteración, hasta que cala en nuestras humanas “efímeras almas
mortales”. Desde los parlamentos, tribunas mediáticas y pulpitos
se insiste en la necesidad de pagar por nuestras culpas, ya que la
crisis no puede ser culpa más que de nosotras y nosotros,
derrochadores de anónimas vidas microscópicas, pero que a fuerza de
querer vivir llevamos a la ruina a los grandes bancos y entidades
financieras. Por todo ello nuestro Banco Central Europeo ha
prestado al 1% de interés casi 500.000 millones de euros. Una
cantidad que no cabe en cabeza humana “normal”, y que unido a los
más de 400.000 millones que les “regaló” en 2009 hacen un monto
cercano al BILLON DE EUROS. Cifra astronómica que se instala en las
dimensiones astronómicas tanto temporales como espaciales.
Posiblemente alguien piense que esto calme a la “bestia
capitalina”, pero volverá a equivocarse porque el capital nunca se
sacia, siempre requiere de más y mayores sacrificios humanos y a la
humanidad esclavizada sólo le queda el camino de pararlo en seco.
¿Cómo? He ahí la gran pregunta.

Rafael Fenoy Rico


Fuente: Rafael Fenoy Rico