Artículo publicado en Rojo y Negro nº 389 mayo.
En el momento más álgido de este genocidio contra nuestro pueblo -sobre todo en la Franja de Gaza- y cuando estamos conteniendo la respiración ante lo que pueda venir, algunas voces cínicas y acomodadas se lanzan a decir que hay que permitir que los palestinos tengan su propio Estado. Lo más llamativo es que están teniendo eco en líderes mundiales como Biden (presidente de los EE.UU.) o Cameron (ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido). ¿Cómo y cuándo han descubierto estos señores la necesidad de crear un Estado para los palestinos? Plantearlo en medio del genocidio en el que ellos mismos participan ¿no es una maniobra de distracción?
Ya era una estrategia sospechosa desde que fuera anunciada por Arafat cuando se convenció de que no sería capaz de liberar Palestina y se ocultó detrás de esta consigna e incluso tuvo la osadía de proclamar el supuesto Estado palestino desde la capital de Argelia. Lo extraño y llamativo de aquella proclamación del Estado palestino fue la reacción de los líderes presentes que se felicitaron efusivamente sin percatarse de que el señor Arafat estaba anunciado su aceptación de la resolución 242 de las Naciones Unidas como primer paso para entrar en el club del “sí Bwana” al yanqui. Con este primer paso en el camino de la obediencia y la sumisión se inició el proceso de renuncias.
Un año después de la proclamación del Estado palestino, Arafat anuncio desde París que la Carta Nacional Palestina había caducado. Más tarde, entró en el «laberinto» de las conversaciones de Oslo y el reconocimiento del derecho de Israel a existir y, poco después, anunció la firma de los acuerdos de Oslo. Arafat entregó así el estandarte de la bandera blanca a su sucesor, el verdadero artífice de aquellos acuerdos, Mahmud Abbas, que sigue hablando de un supuesto Estado palestino mientras busca a quien pueda dar protección a los palestinos con su famoso grito ¡¡¡PROTÉJANNOS!!! Lograr la liberación y desalojar a los colonos deben ser los objetivos de un consenso nacional y una prioridad absoluta porque, de este modo, el Estado palestino se convertiría en un hecho espontáneo.
Recordemos la tesis defendida con ahínco por los responsables políticos palestinos que afirman que el Estado palestino sería la culminación de los acuerdos de Oslo: si revisamos aquellos acuerdos, los protocolos y mapas adjuntos no encontraremos ni una simple mención explícita al término “Estado palestino”. Aun así, seguían hablando de ese teórico Estado alegando que, si bien no estaba mencionado explícitamente, se entendía de forma implícita al término del periodo de transición a pesar de que las autoridades responsables nunca aclararon dónde se crearía el supuesto Estado.
Los investigadores y analistas perdimos mucho tiempo haciendo comparaciones entre la solución del Estado único y la de los dos Estados. Muchos, entre los cuales me incluyo, consideramos que la solución de un solo Estado sería mucho más realista y posible porque bastaría con desmantelar la ideología racista en la que se fundamenta el movimiento sionista, que es más radical y dañina que la del partido nazi (hay que reconocer que lograrlo entrañaría muchas dificultades puesto que esta ideología está íntimamente unida y puesta al servicio del colonialismo mundial).
Desde el inicio de esta fase de genocidio en Gaza se ha vuelto a replantear el modo de resucitar la creación de un Estado palestino, a mi parecer, de una forma muy sospechosa y engañosa al ser planteado por representantes del colonialismo global: ¿desde cuándo Estados Unidos y el Reino Unido defienden los intereses del pueblo palestino?, ¿desde cuándo la Unión Europea se atreve a plantear una salida propia al conflicto palestino?
Los Estados Unidos han puesto énfasis en el Estado palestino paralelamente a los intentos de lo que se ha dado en llamar «la normalización» de las relaciones entre Israel y el Reino de Arabia Saudí como “el chocolate del loro “para arrastrar a Arabia Saudí hacia el lodazal de normalizar la hegemonía del sionismo.
Llegados a este punto, me pregunto de qué dos Estados hablan estos señores imperialistas, la hipocresía y el cinismo anglosajón han llegado a un nivel cómico. David Cameron, ministro de Exteriores del Reino Unido propone un Estado palestino desarmado siguiendo el ejemplo impuesto en Cisjordania. Esta propuesta coincide en el tiempo con el suministro a Israel de todo tipo de armas para liquidar a toda la población gazatí: las aeronaves no paran de llegar en viajes ida y vuelta entre Inglaterra e Israel cargadas de material bélico en paralelo al puente aéreo ininterrumpido entre Estados Unidos y el Estado sionista con el mismo fin. ¿Acaso cree Cameron que los palestinos son tan ingenuos como para aceptar un Estado desarmado después del nivel de salvajismo que ha alcanzado el crimen sionista en Gaza? Por el contrario, creo que la evidencia y la razón obligan a los palestinos a armarse con todo lo que puedan. En estas circunstancias, hablar de un Estado palestino es una idea descabellada.
Además, al echar un vistazo a las fuerzas políticas que se disputan el poder en Israel encontramos un consenso total contra cualquier fórmula que conduzca a la creación de un Estado palestino propio, consideran que este hecho entraña un peligro existencial para el Estado de Israel (aparte de que la creación de un Estado palestino pondría punto final al expansionismo territorial de Israel). El argumento más repetido en Israel es la seguridad, una obsesión enfermiza común a todos los fenómenos colonizadores: la desmembración del territorio palestino —Cisjordania dividida en cantones aislados, Jerusalén en fase acelerada de judaización y la Franja de Gaza sistemáticamente destruida como paso previo a su vaciado obligando a la población a abandonar el territorio y, si se niegan, liquidar físicamente a miles de ellos— forman parte de la estrategia de seguridad del Estado sionista. En este contexto, los acuerdos de Oslo se han diseñado para transformar a los revolucionarios palestinos en agentes de seguridad al servicio de esta estrategia de seguridad.
Por eso, muchos judíos, cristianos y musulmanes sionistas ponen el grito en el cielo cuando los manifestantes de la mayoría de las ciudades del mundo gritan «desde el río hasta el mar Palestina vencerá» en contraste con el principio reclamado por la OLP sobre un Estado palestino en los territorios ocupados en 1967… todas las negociaciones posteriores a la firma de los acuerdos de Oslo servido para hacer más concesiones a los sionistas. Mientras, los sucesivos gobiernos de Israel han ido acelerando la creación de más colonias en esos mismos territorios donde se supone que se iba a crear el supuesto Estado palestino, una demostración clara de que Israel ni siquiera contempla la devolución de los territorios ocupados en 1967.
El esfuerzo y la única opción en estos momentos, y nuestra demanda principal, debe ser la liberación del territorio y olvidarnos de la proclamación de un Estado, conseguir la liberación y desmantelar las colonias sionistas debe ser la meta de un consenso nacional palestino. Si conseguimos este objetivo, el Estado sería una consecuencia inmediata y espontánea. Nuestro ejemplo es Argelia… ¿acaso nuestros hermanos argelinos han creado el Estado antes de la liberación del territorio?
Rima Abu Hewj
(Traducido por Jalil Sadaka)
Fuente: Rojo y Negro