Audiencia 3ª, jueves 1º de diciembre.- Como en días anteriores, los testigos presentados por la fiscalía incurrieron en contradicciones. Y las declaraciones de un policía despertaron el repudio del juez Bernard : “No me gusta la cara y lo llevo detenido”, expresó el oficial Santiago Poggi, en referencia al modo en que se llevan a cabo los procedimientos. Además, declaró la socióloga Maristella Svampa, convocada por la defensa como perito calificado, quien afirmó que para las fuerzas de seguridad “no hay nada peor que ser joven, pobre y piquetero”.
El primer testigo en declarar fue Néstor Currel, telefonista de la remisería donde se trasladaron los asaltantes.
Sólo pudo expresar que su trabajo consistía en anotar en una planilla el lugar donde el auto solicitado debía ir a recoger pasajeros y el destino del viaje. Expresó que acudió a la comisaría 6ª cuando se enteró que un chofer de esa remisería estaba detenido en la dependencia en virtud del robo y acreditó -mediante la presentación de la planilla- que trabajaba en ese lugar. El testigo manifestó que en la comisaría no le preguntaron demasiado sobre el origen y destino del viaje y sólo se limitó a dejar la planilla.
A continuación declaró Diego Rodríguez, amigo y compañero de Roser, quien detalló las circunstancias en que se realizó el allanamiento y la detención de Roser. El testigo relató cómo entraron los policías abruptamente y pusieron a todos los que se encontraban junto a Gabriel boca abajo sobre el piso, mientras buscaban los distintos objetos que habían sido robados sin encontrar ninguno. Recién después entraron dos policías más con la orden de allanamiento. Minutos más tarde arribaron otros dos policías con un nuevo papel, preguntaron por Gabriel Roser y se lo llevaron, sin leerle los derechos y sin expresar los motivos de la detención.
A continuación ofreció uno de los datos más relevantes, al señalar que el día en que se produjo el robo vio corridas en el barrio y a dos personas -a las que describió en sus rasgos físicos- pasar por el terreno que queda entre su casa y el arroyo El Gato, observando luego varios patrulleros. También sostuvo que venía de estar en una casa vecina con distintos amigos, entre ellos Roser.
Además contó cuál era la participación de Roser y los demás compañeros en el comedor, la copa de leche y la huerta que entre todos habían construido. También dio detalles de cómo era la relación con las fuerzas de seguridad : “Los policías nos conoce y nos paran dos o tres veces por día porque saben que somos piqueteros”.
El siguiente fue uno de los testimonios más esperados. El policía Santiago Poggi, jefe de prevención del delito en la comisaría 6ª al momentos de la detención, fue señalado en las audiencias anteriores por varios de sus colegas como el responsable de manejar los registros fotográficos y “acercar” el nombre Roser a la causa.
Poggi afirmó conocer a Roser de las recorridas que hacía por el barrio y negó ser el responsable de los álbumes de Modus Operandi, aunque sí recordó que había fotos de Gabriel en esos álbumes (describió su ficha perfectamente) porque participó de la exhibición que se le hizo a Toni.
Con respecto a cómo surgieron los nombres de los presuntos implicados en el robo, dijo que el del menor detenido en primera instancia se obtuvo inmediatamente después de ocurrido el robo, a través de los oficiales encargados de la persecución. El de Roser, en cambio, surgió luego de la exhibición de esos álbumes.
Al igual que en las audiencias anteriores en las que testificaron sus colegas, Poggi incurrió en contradicciones. Dijo no recordar estar prestando servicio en el momento en que Roser era detenido por averiguación de identidad, a pesar de la existencia de un acta (exhibida posteriormente por la defensa) en la que consta lo contrario.
Las preguntas de la defensa apuntaron al grado de responsabilidad que el testigo tenía sobre sus subordinados, ante lo cual afirmó que debían comunicarle cualquier dato relacionado con las denuncias tramitadas en la comisaría.
Como muestra de la impunidad que tiene la policía bonaerense, Poggi declaró que las anotaciones en los libros de detenciones se realizan “con dos horas de retraso”. Y aún más, al describir cómo se llevaban a cabo los procedimientos, afirmó : “No me gusta la cara y lo llevo detenido”, recibiendo el repudio inmediato de uno de los jueces.
El sargento Miguel Angel Macías, que formaba parte del gabinete de prevención de la 6ª, fue el cuarto en declarar. Sostuvo que ubicaba a Toni del almacén y que había participado del allanamiento a la casa de Roser. Afirmó que lo conocía anteriormente : “Lo había visto en la calle, en la pasarela y lo había detenido para identificarlo”.
Sobre el hecho sostuvo que no se barajaba ningún nombre hasta el reconocimiento fotográfico y que los álbumes estaban a cargo de la oficina de prevención, siendo los oficiales Poggi y Tornelli los que sacaban las fotografías. El dato sobresaliente fue que confirmó la manipulación de las fotografías : las mismas eran retiradas del álbum y reagrupadas según lo “requerido” por cada causa. Sobre este punto, Poggi había afirmado lo contrario. Además, el sargento Macías no recordó que había investigado e identificado la casa de Roser, tal como figuraba en el acta correspondiente.
El testimonio posterior fue el de la socióloga Maristella Svampa, convocada por la defensa como perito calificado. Su declaración estuvo referida a la judicialización de la pobreza y la criminalización de la protesta. La testigo se centró en cómo se fueron configurando históricamente categorías como la de “clases peligrosas” y cómo esto se actualiza en las últimas décadas, a través del avance del Estado neoliberal : “Los pobres, excluidos, jóvenes, no blancos, son los sobrantes del sistema y viven en villas de emergencias”. Ese concepto se configuró a partir de la Doctrina “de Seguridad Nacional” -en la que los peligrosos eran los llamados subversivos-, que dio lugar a la actual “de Seguridad Ciudadana”, para la cual el pobre es potencialmente delincuente. De esta manera se asocia inseguridad, delito y pobreza, y las fuentes del delito son las villas.
También se refirió al desdibujamiento de la frontera entre el gatillo fácil y la represión política. Específicamente sobre el caso Roser, planteó que fue presentado en Ginebra ante la ONU por ser paradigmático, debido a que se trataba de una persecución política a través de una causa común.
Se refirió también a los códigos de conducta que se establecen entre los militantes piqueteros, destacando la responsabilidad que tenía Roser como encargado de la seguridad de su movimiento, lo que le daba un lugar de referencia entre sus compañeros. Señaló cómo las organizaciones se autorregulan a partir de estos “códigos”.
Finalmente afirmó que para las fuerzas de seguridad “no hay nada peor que ser joven, pobre y piquetero”.
Seguidamente declararon dos testigos que por razones de seguridad lo hicieron a puertas cerradas. Los abogados afirmaron que esas declaraciones desvincularon a Roser del asalto en el supermercado.
Las audiencias continuarán el viernes 2 de diciembre a las 9 hs.
ORGANIZACION SOCIALISTA LIBERTARIA argentina
Periodico anarquista EN LA CALLE
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Buenos Aires : 15 de noviembre 1164, barrio de constitución.
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Fuente: OSL Argentina