Eduardo San Juan es un cartero de Correos-Madrid al que se ha expedientado por negarse a repartir propaganda anti-abortista. Dicha propaganda, una campaña de la organización Derecho a vivir, incumplía la normativa establecida sobre este tipo de envíos. Según la misma, el material debería haber ido encartado pero, sorprendentemente, se distribuyó como publibuzón.
Lo que en sí, ya puede considerarse un trato de favor puesto que hay una diferencia económica sustancial entre ambas modalidades. El cartero alegó además su derecho a la objeción de conciencia al entender que el folleto mostraba un texto degradante para las mujeres. Según el propio reglamento interno de Correos no se ejecutará el envío de cualquier objeto cuya envoltura o cubierta contenga un texto que vulnere el derecho fundamental de la persona.
Lo que en sí, ya puede considerarse un trato de favor puesto que hay una diferencia económica sustancial entre ambas modalidades. El cartero alegó además su derecho a la objeción de conciencia al entender que el folleto mostraba un texto degradante para las mujeres. Según el propio reglamento interno de Correos no se ejecutará el envío de cualquier objeto cuya envoltura o cubierta contenga un texto que vulnere el derecho fundamental de la persona. En el exterior del tríptico de Derecho a Vivir se podían leer términos como Genocidio infantil y otras barbaridades similares refiriéndose al aborto. Juzguen ustedes mismos si no vulnera el derecho de las mujeres a su libertad reproductiva intentando además criminalizarlas. Así lo entendió la conciencia de Eduardo San Juan. Pero no la de sus superiores que podrían llegar incluso a despedirlo por lo que consideran una falta muy grave. Y es que la conciencia no es precisamente un valor en alza en nuestro país. Los que llevan las riendas se han deshecho de ella o quizás se la extirparon al nacer en el paritorio. No puede ser de otra forma. A nada que tuvieran un pequeño ramalazo o un destello de vergüenza, objetarían contra sus propias leyes y decretos. Son gente de otra pasta, bien distinta a la del cartero madrileño. Inmunes a las medidas que vomitan contra la sociedad. Habitan en otra esfera, con unas reglas de juego diferentes al resto de los mortales. Mientras Eduardo puede ir a la calle por ser una persona íntegra, los mercachifles corruptos y embusteros se agarran fuerte a la poltrona. A pesar de todos los incumplimientos, mentiras flagrantes y corruptelas que planean sobre algunos miembros del gobierno, aquí nadie dimite. Y mucho menos lo echan. Sobre todo por si canta, como Barcenas. Así que entenderán que servidora objete de toda esta morralla que dice que nos representa. Me pasa como al cartero, que me da arcadas la conciencia.
Ana Cuevas
Fuente: Ana Cuevas