Durante el período comprendido entre julio de 1936 y enero de 1939, se desarrolló en Barcelona y en el conjunto de Catalunya una de las transformaciones económico-sociales más radicales que han tenido lugar en el s. XX, la cual tuvo como protagonistas principales a los trabajadores manuales de la industria y los servicios.

 

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El proceso de colectivización-socialización

El proceso de colectivización-socialización

En Barcelona y en el conjunto de Catalunya, la derrota de la sublevación militar, tras los combates del 19 y 20 de julio, conllevó que el Estado, detentador del poder político y de la fuerza militar y garante del mantenimiento de la organización económica y social del país, se derrumbase por completo. El hundimiento del poder del Estado y con él, el del conjunto o entramado de poderes que legitimaba y en los que a su vez se sostenía, el de los detentadores de la propiedad en las empresas, el de los ayuntamientos en las ciudades y los pueblos, el de los tribunales, el de los mandos en las fuerzas armadas y de orden público, etc., dio lugar a que el poder se dispersase en múltiples centros, lo cual acercó su ejercicio a los miembros de la sociedad, en su calidad de trabajadores, vecinos, milicianos, etc. Los tribunales populares, las columnas de milicianos, los comités de barrio, las asambleas y consejos de empresa y de agrupación, los comités locales de milicias antifascistas –que sustituyeron a los ayuntamientos-, etc., fueron centros de poder real con capacidad de decisión efectiva (9).

Con la desintegración del Estado, los trabajadores, los manuales en particular, que habían desempeñado un importante papel en la obtención de la victoria sobre los sublevados, fueron quienes obtuvieron la victoria política(10) e iniciaron una amplia y profunda transformación revolucionaria de la sociedad catalana. Dicha transformación, que se basó en los planteamientos anarquistas y anarco-sindicalistas de la CNT-FAI (11), al ser esta organización la que contaba con una mayoritaria influencia entre los trabajadores, trató de llevar a la práctica los principios del socialismo libertario, dando lugar a una experiencia original, única en el mundo, alejada tanto del capitalismo como del socialismo de estado. Su valor como modelo o alternativa económico-social, se enmarca a su vez en el período comprendido entre el inicio de la primera guerra mundial y el fin de la segunda en 1945, período en el que ante la crisis que sufrió el capitalismo liberal y su incapacidad para superarla, se propugnaron y se llevaron a la práctica una serie de alternativas, entre las que además de ésta, cabe citar por su importancia y significación la del socialismo de estado en la URRS, la fascista y la nacional-socialista en Italia y Alemania respectivamente y la del New Deal en los EEUU.

La experiencia colectivista que se desarrolló en Catalunya entre julio de 1936 y enero de 1939, a pesar de que no pudo alcanzar plenamente sus objetivos debido a los condicionamientos y dificultades con que tuvo que enfrentarse, constituye tal como se ha dicho, una de las transformaciones más radicales que han tenido lugar en s. XX afectando prácticamente a todos los aspectos de la actividad política, económica y social. Y aun cuando forma parte de la revolución española, posee unas características propias y específicas, distintas, en parte al menos, de las de otras partes de la España republicana.

Sofocada la rebelión militar, al reanudarse la actividad productiva, los trabajadores procedieron inmediatamente por propia iniciativa –en los días y semanas siguientes-, a la puesta en marcha del proceso colectivizador, tomando directamente en sus manos el control y la dirección de la mayor parte de las empresas, interesando destacar que todo ello lo realizaron de forma espontánea(12).

El carácter espontáneo de la colectivización-socialización significa que ésta no se llevó a cabo siguiendo las consignas, instrucciones o directrices de algún órgano de dirección central del Estado o de algún partido o sindicato(13), sino a partir de la decisión de los propios trabajadores, los cuales por medio de sus organizaciones de fábrica y ramo pusieron en práctica las ideas y concepciones que tenían respecto a como debía organizarse y funcionar la sociedad en general y la actividad económica en particular, siendo las mencionadas ideas, en gran parte, fruto de la propaganda y formación libertaria desarrolladas durante años por medio de los ateneos, sindicatos, cooperativas, etc.

La incautación y colectivización de la empresa, significaba que su propiedad pasaba de privada a pública y que eran sus propios trabajadores quienes la dirigían y gestionaban, pero para los colectivistas ello no constituía más que el inicio de un proceso más amplio, el de colectivización-socialización, el cual a partir de la colectivización de las empresas debía, y así sucedió parcialmente, ir avanzando en la coordinación de la actividad económica, por ramos y localidades, de abajo a arriba, hasta alcanzar la plena socialización de la riqueza.

Muy pronto, sin embargo, se produjo la renuncia de los órganos dirigentes de la CNT y de la FAI a intentar que el proceso de colectivización-socialización(14) pudiese culminar su desarrollo, es decir a llevar a la práctica, globalmente, los planteamientos y alternativas que durante años habían propagado entre los trabajadores, alegando, que en aquellas circunstancias, ello hubiese representado imponer su dictadura. Renuncia que les condujo al progresivo abandono de sus presupuestos y principios.

El proceso de colectivización-socialización, impulsado y apoyado por la gran mayoría de los trabajadores manuales de la industria y los servicios, de las grandes y pequeñas empresas (en los ramos industriales donde más abundaba la pequeña y mediana empresa fue donde más proliferaron las agrupaciones), se encontró con la oposición de una serie de sectores sociales (buena parte de la pequeña burguesía de la industria y el comercio, así como de los técnicos, los funcionarios y los trabajadores administrativos y comerciales), que en conjunto constituían una base social importante, cuantitativa y cualitativamente. Éstos aun cuando mayoritariamente se posicionaron en contra de la sublevación militar, se oponían a la alternativa colectivista, bien porque defendían la propiedad privada de los medios de producción, bien porque defendían la propiedad estatal de los mismos, oposición que fue canalizada y defendida por ERC (Esquerra Republicana de Catalunya), ACR (Acció Catalana Republicana), UR (Unió de Rabassaires), PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya) y UGT (Unión General de Trabajadores).

El posicionamiento y actuación de la pequeña burguesía de la industria y los servicios y de los técnicos, incidieron, de forma importante, en el desarrollo de la transformación colectivista.

Aun cuando el Decret de Col·lectivitzacions garantizaba la subsistencia de la pequeña propiedad privada(15), los colectivistas, en numerosas ocasiones prescindieron de dicho decreto y a pesar de la oposición de la Generalitat, procedieron a la colectivización de las pequeñas empresas de la industria y los servicios(16), en especial al constituir las agrupaciones o concentraciones de empresas.

Los colectivistas, desarrollaron, al propio tiempo, una intensa campaña de explicación y persuasión dirigida a la pequeña burguesía, en la que además de criticar su ideología y su anterior actuación como clase, insistían en las ventajas que comportaba para ella el pasar de una vida de estrecheces económicas y de implorar a la burguesía, a una vida de trabajador, con un trabajo justo, en una sociedad libre y solidaria.

Totalmente distinta fue la posición que mantuvieron tanto los partidos republicanos ERC y ACR, como el PSUC y la UGT, que defendieron la subsistencia de la pequeña burguesía, como tal clase, y asumieron la defensa de sus intereses, la cual fue realizada con especial eficacia por el PSUC y la UGT, propiciando ello que numerosos miembros de la pequeña burguesía pasasen a engrosar sus filas, en particular a partir de la creación, por iniciativa del PSUC, del GEPCI (Gremis i Entitats de Petits Comerciants i Industrials), que se constituyó en una sección de la UGT.

La actuación de la pequeña burguesía, aun cuando no fue homogénea y en algunos sectores económicos como el de la madera de Barcelona, no se opuso a la colectivización, de forma mayoritaria fue contraria a la socialización de la economía, constituyendo, en numerosas ocasiones, la punta de lanza de la oposición a la misma y de la defensa de la propiedad privada.

Por lo que se refiere a los técnicos, los colectivistas, basándose en que la actividad económica es el fruto del esfuerzo conjunto desarrollado por los técnicos y los demás trabajadores, sostenían que el adecuado desenvolvimiento de la actividad productiva sólo podía conseguirse mediante el establecimiento de una estrecha colaboración entre todos ellos, en cuyas manos, a su vez, debía hallarse la dirección y gestión del proceso productivo. Al propio tiempo, al considerar que los esfuerzos de los diversos participantes en el proceso productivo, eran igualmente necesarios y valiosos, los colectivistas propugnaban la igualdad económica y social entre los mismos.

La alternativa colectivista, en consecuencia, implicaba que los técnicos pudiesen participar, al igual que los demás trabajadores, en la dirección y gestión de la actividad económica, pero al mismo tiempo, implicaba también que los técnicos perdiesen sus prerrogativas o privilegios, respecto los restantes trabajadores, tanto económicos(17) como de poder o autoridad.

Los defensores de la colectivización-socialización, intentaron atraerse a los técnicos apelando a su condición de trabajadores, que aunque privilegiados, eran también explotados por el capital, y argumentando que si bien la colectivización significaba la pérdida de su situación privilegiada respecto los demás trabajadores, significaba también la construcción de una sociedad más justa y libre, en la que podrían desarrollar plenamente su capacidad e iniciativa, lo que les estaba vedado bajo el capitalismo.

Entre los técnicos, sin embargo, se desarrolló, por aquellos años, un proyecto alternativo propio, el de la tecnocracia, crítico respecto la sociedad burguesa existente por las irracionalidades y el reparto injusto de la riqueza y que propugnaba la ordenación de la sociedad en general y de la actividad económica en particular a partir de criterios científicos y de racionalidad técnica. Los colectivistas, si bien admitían que las críticas que contenía este proyecto eran en parte acertadas, lo criticaban, a su vez, por considerar que lo que propugnaba era la instauración de una sociedad ordenada y dirigida exclusivamente por los poseedores del conocimiento, lo que comportaba la imposición de la dominación de una nueva aristocracia: la del conocimiento, que sustituiría a la del dinero, como ésta había sustituido a la de la sangre(18).

En la práctica, la actuación de los técnicos ante la transformación colectivista, se caracterizó por: a) La mayoría de los técnicos permanecieron y siguieron trabajando en el país, no provocando la transformación colectivista, a diferencia de lo ocurrido con otras transformaciones revolucionarias, un éxodo importante de los mismos. b) Una parte minoritaria de los técnicos colaboró activamente en el proceso de colectivización –socialización. c) La mayor parte de los técnicos, sin embargo, cuando los colectivistas disponían de la hegemonía política, colaboraron con la transformación que se estaba desarrollando, aunque con críticas y reticencias, pero en cuanto se modificó la correlación de fuerzas a favor de los anticolectivistas, arreciaron sus críticas y oposición a la colectivización, pasando a colaborar y apoyar decididamente el proceso estatizador –mucho más afín a la alternativa tecnocrática-, constituyéndose en uno de sus principales soportes sociales.

El proceso de colectivización-socialización fue evolucionando en el transcurso del tiempo, debido por una parte a la propia lógica interna del proceso colectivizador y por otra parte, a los cambios que se produjeron en la relación de fuerzas entre los defensores y los detractores de la colectivización.

Esta evolución dio lugar a la existencia de cuatro etapas: la primera que va de julio hasta finales de octubre de 1936, es la etapa en que se inició, de forma espontánea, la colectivización, desarrollándose sin cortapisas la autogestión obrera. Fue durante esta etapa cuando se realizaron la mayor parte de las colectivizaciones de empresas y cuando se inició la constitución de la mayoría de las agrupaciones.

La segunda etapa, la comprendida entre octubre de 1936 y mayo de 1937, se inició con el Decreto de Colectivizaciones, en ella se avanzó en la coordinación de la economía colectivista y fue el período en que tuvieron lugar el mayor número de legalizaciones de empresas colectivizadas y agrupaciones. Así, por una parte se desarrolló y consolidó la colectivización-socialización, pero por otra la utilización de los organismos estatales, a pesar del predominio que ejercía en ellos la CNT-FAI, implicó una grave contradicción con los principios y presupuestos en que se basaba la alternativa colectivista.

La tercera etapa, que va de mayo de 1937 a febrero de 1938, se inició con la pérdida del predominio político de la CNT-FAI, la represión del POUM y el reforzamiento del poder de la Generalitat, como consecuencia de los “hechos de mayo”, en los que se produjo el enfrentamiento armado entre los que impulsaban las transformaciones revolucionarias y los que se oponían a las mismas, enfrentamiento que finalizó con la victoria política de estos últimos. En ella aumentó el control estatal de la economía, al tiempo que la CNT, allí donde dominaba, intentó aumentar el control sindical de arriba hacia abajo. Respecto a los cambios en el seno de la CNT, son muy significativas las resoluciones del Pleno celebrado en Valencia en enero de 1938: abandono de la defensa del salario único, creación de los inspectores de trabajo, procedimientos para sancionar…etc.

La cuarta etapa, de febrero de 1938 a enero de 1939, se caracterizó por el crecimiento del intervencionismo del gobierno de la República, el incremento de los ataques a la colectivización para favorecer la estatización y la reprivatización y el abandono, por parte de la dirección de la CNT, de la defensa de la autogestión, unido a su aceptación de la estatización, tal como se refleja en el pacto UGT-CNT del 18 de marzo de 1938. A pesar de todo, hasta que las tropas franquistas ocuparon Catalunya, continuaron funcionando numerosas empresas colectivizadas y agrupaciones.

El proceso de transformación colectivista en la industria y los servicios, alcanzó rápidamente una gran extensión, por lo que respecta al primer nivel: el de la colectivización de las empresas –entre un 70% y un 80% de las empresas fueron colectivizadas-, llegando también, en la mayor parte de los ramos, a un segundo nivel: el de la constitución de las agrupaciones, en el que se detuvo, al fracasar los intentos de avanzar hacia un tercer nivel: el de la socialización global de los grupos industriales.

La agrupación consistía en la reunión o concentración de todas o parte de las empresas de un sector económico y una área espacial determinada (una localidad, una comarca, Catalunya,…), en una nueva unidad económica de mayor volumen, en régimen de propiedad colectiva, dirigida y gestionada por sus trabajadores. En consecuencia las empresas que pasaban a formar parte de una agrupación, dejaban de existir como tales, pasando su activo y su pasivo, así como sus trabajadores a la nueva unidad productiva.

Las grandes empresas colectivizadas como los tranvías de Barcelona colectivizados (3.442 empleados de los que, el 19 de julio de 1936, 3.322 estaban afiliados a la CNT), las compañías de ferrocarriles, las empresas colectivizadas Hispano Suiza (metalurgia), CAMPSA (petróleo), La España Industrial (textil), Rivière (metalurgia), Cervecerías DAMM (bebidas), …y las agrupaciones como La Agrupación Colectiva de la Construcción de Barcelona (11.000 trabajadores), La Madera Socializada de Barcelona (8.000 trabajadores), La Agrupación de los Establecimientos de Barbería y Peluquería Colectivizados de Barcelona (4.000 trabajadores), Los Espectáculos Públicos de Barcelona Socializados (10.000 trabajadores), Los Servicios Eléctricos Unificados de Catalunya (11.500 trabajadores), La Industria Colectivizada Espejos, Cristales y Vidrios Planos, La Colectividad Óptica de Barcelona, La Industria de la Fundición Colectivizada, La Agrupación de Productores de Maquinaria y Material Frigorífico, La Colectividad de Básculas, Arcas, Muebles Metálicos y Balanzas, Los Servicios de Gas Unificados de Catalunya, La Agrupación de la Industria Gastronómica,…etc., constituyen las experiencias más importantes y significativas de la colectivización de la industria y los servicios y al ser la agrupación la forma más compleja y elevada de organización, hace que su análisis sea fundamental para el conocimiento de dicha experiencia y que del mismo se puedan extraer elementos importantes de la socialización global a que aspiraba la alternativa colectivista.