Artículo de opinión de Rafael Fenoy
Con la que está cayendo en esta crisis del Covid-19; con la ruina de millones de personas trabajadoras, sean por cuenta propia (autónomos) o por cuenta ajena afectados por paro endémico o ERTEs; poco se habla de algo que no sea el des-escalamiento. No sólo por poner fin al confinamiento, sino también para reactivar la economía. En muchos sectores productivos, sobre todo del sector terciario y parte del secundario, van ligadas ambas dimensiones, ya que si no hay movilidad de las personas los negocios son inviables.
Con la que está cayendo en esta crisis del Covid-19; con la ruina de millones de personas trabajadoras, sean por cuenta propia (autónomos) o por cuenta ajena afectados por paro endémico o ERTEs; poco se habla de algo que no sea el des-escalamiento. No sólo por poner fin al confinamiento, sino también para reactivar la economía. En muchos sectores productivos, sobre todo del sector terciario y parte del secundario, van ligadas ambas dimensiones, ya que si no hay movilidad de las personas los negocios son inviables.
Y claro, con el stress que produce la incertidumbre de las economías familiares y empresariales, pocas referencias, por no decir ninguna, se hace a que la vuelta a la “normalidad” no es una opción saludable, porque esa normalidad está provocando y acelerando el nefasto cambio climático.
De-construir permite analizar cada elemento de la economía identificando aquellos que deben ser modificados. Los procesos productivos deberían ajustarse a la máxima de contaminación 0 (cero). Porque cualquier actividad que contamine está convirtiéndose en causa de nuevas pandemias y desastres medioambientales que afectaran muy negativamente a la vida humana y de otras especies.
El realizar la de-construcción permitiría establecer lo que ahora debe hacerse, antes de iniciar el des-escalamiento. Pero ni el gobierno, ni la oposición, ni otras voces de ámbito internacional, como la Unión Europea (UE), la ONU, la OMS o el, Fondo monetario internacional (FIM), advierten de esa urgente necesidad de parar en seco el cambio climático. Y posiblemente, pocas mentes rondan en ello porque no acaban de percibir que la salida, de la inmensa y larga crisis económica mundial, provocada por la pandemia, sería más fácil si se modificaran aspectos esenciales del actual modelo económico y social. Una de las primeras consecuencias, extraídas de la paralización de la producción, ha sido la recuperación de la calidad del aire y la reducción drástica de la contaminación de todo tipo. Si esto ha sido así, volver a activar las actividades hasta ahora contaminantes sería ¿Reconstruir o Destruir España? Volver a quemar combustibles fósiles no es una opción. Y ello debe ayudar a planificar una masiva introducción de energías limpias. Esto sin duda generará gran cantidad de empleos activando nuevos sectores económicos. Hasta el momento los grandes países contaminantes no han superado la dialéctica entre lucha contra el cambio climático y mantener industrias y actividades contaminantes. Ahora sería posible superar esa diabólica dialéctica ya que la respuesta a la emergencia climática puede ser la respuesta necesaria para salir de la grave crisis mundial económica creada por la pandemia. Pero para ello es preciso de-construir el actual modelo económico y social y a partir de ese instante reconstruir lo que merezca la pena, cerrar lo que contamina y recrear las nuevas formas de movilidad, producción y relaciones sociales.
Rafael Fenoy
Fuente: Rafael Fenoy