Ya es oficial, el Estado irlandés está en conversaciones con la UE y el FMI para lo que se denomina como “plan de rescate” para salvar al capitalismo irlandés del desastre creado por la crisis internacional del sistema económico capitalista. Una crisis agravada en Irlanda por la corrupción del capitalismo clientelar local y por la dependencia económica del exterior. Atrapada en esa maraña, no es extraño que mucha gente en Irlanda piense que la cosa mejorará tras desembarazarse de esos lastres.
La clase política irlandesa ha reaccionado con la lucha interna y las acusaciones mutuas de costumbre. Entretanto, en el mundo real, el coste de la crisis se refleja en un creciente desempleo, emigración, suicidios y más y más gente viviendo en un estado permanente de miedo y ansiedad ante la perspectiva de perder sus empleos y sus viviendas y encontrarse en la calle. El sentimiento de desastre amenaza con paralizar a la gente, a falta de respuestas colectivas sólo se palpa la desesperación a medida que la ola se aproxima. La intervención del FMI supone para muchos, en esta situación, que al menos ya se ha tocado fondo.
Pero no es así como va la cosa. La intervención del FMI supondrá más recortes, el aumento del paro y mayor pobreza, con quienes aún trabajen ganando cada vez menos mientras que mucho de lo que queda de economía local colapsa. Un “rescate” del FMI supone hacer caer de tal manera los sueldos y los niveles de vida que el capital internacional ve como una opción que los trabajadores de Irlanda ganen sueldos de miseria. En una entrevista publicada en “The Guardian”, el ex-ministro de Economía de Argentina afirmó acerca de la intervención del FMI allí tras el 2001 que “el FMI era tan odiado que a los niños que se portaban mal se les amenazaba con que el FMI les perseguiría”. Y que cuando el actual gobierno fue elegido en 2007 hizo uso de esos miedos en una campaña prometiendo que ningún niño volvería a saber lo que significaban las siglas FMI.
En Letonia la intervención del FMI supuso un recorte de los sueldos del sector público de un 20% y el cierre de hospitales. En Grecia, la cancelación de numerosos programas sociales, incremento de los impuestos sobre el consumo, recortes en el gasto público y privatizaciones. La edad de jubilación se aumentó y se redujeron las pensiones. Cada tres meses el FMI verifica que los cambios exigidos se han llevado a cabo antes de librar fondos para el siguiente periodo.
Los métodos del FMI incluyen el cierre de hospitales, de escuelas y de servicios públicos y el cobro de altas tasas para acceder a dichos servicios para el sector de la población que puede permitírselo. En otras palabras, las políticas aplicadas por el gobierno irlandés desde el inicio de la crisis no cambiarán con la intervención del FMI : se agudizarán, posiblemente mucho más. Pero la intervención del FMI permitirá a nuestros políticos lavarse las manos y declararse inocentes, diciendo que se trata del precio a pagar por el rescate. El gobierno ha sido incapaz de atacar las pensiones y la seguridad social por miedo a las reacciones, y ahora el FMI lo hará por ellos. Conociendo al Fianna Fáil podríamos llegar a ver incluso cómo vuelven al poder al cabo de seis años con una propuesta de expulsar al FMI, una vez que les ha hecho el trabajo sucio.
Hay una alternativa. A corto plazo los costes de la crisis pueden pagarlos los irlandeses ricos. El 1% todavía tiene 121 mil millones de euros en acciones, más que suficiente para pagar todo el coste del NAMA (N.d.T. la agencia creada en el 2009 por el gobierno irlandés para hacer frente a la crisis financiera comprando “activos tóxicos”). Este 1% en su mayoría amasó su riqueza a través de las especulaciones y triquiñuelas que condujeron a la creación del NAMA y que han costado miles de millones al erario público, sustraídos a pensionistas, beneficiarios de la Seguridad Social y trabajadores del sector público y privado.
Quienes mandan en este país, ese 1% y sus sirvientes en el Parlamento, han usado esta crisis para imponer un tratamiento de choque a base de recortes salariales, pérdida de servicios públicos y restructuraciones, aquello con lo que han soñado durante años pero que no habría sido aceptado. Si ellos usan el miedo para recomponer la sociedad a favor de sus intereses, nosotros debemos ser igual de duros. Para hacer que ese 1% pague la crisis necesitamos organizarnos el resto, hacer valer nuestro mayor número para contrapesar el enorme poder que les da su riqueza. Los métodos que debemos emplear para ganar esta batalla son la huelga general, los comités de vecinos, la creación de una amplia red de coordinación que nos permita quitarles el poder a ese 1% y levantar una sociedad libre de desigualdades y libre de esa élite poderosa y corrupta que domina nuestras vidas.
Andrew Flood
17 de noviembre de 2010
Extraído de la página web del Workers Solidarity Movement (WSM), organización comunista libertaria de Irlanda.
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