Prudhommeaux (André) Correspondance internationale ouvrière, n°1 (25/09/1932)

La cuestión del periodo de transición inquieta con justa razón a todos los anarquistas que piden a la revolución social el cumplimiento de su ideal y se proponen tener un papel activo dentro de ella. A esta cuestión, que sólo es la de los medios de realizar la anarquía, se respondió de diferentes maneras.

1° – Unos se niegan a cualquier
transacción entre la realidad presente y su ensueño supremo de libertad y
armonía integral. De ahí que tiene que admitir que un muy largo periodo
histórico precederá el cumplimiento de sus deseos; conciben dicho
periodo como una prolongación de la era capitalista-democrática. En una
palabra, el periodo de transición, a partir del momento en que se niegan
a considerarlo como una etapa violenta y revolucionaria, cobra en ellos
la forma de un desarrollo pacífico y liberal casi indefinido de la

1° – Unos se niegan a cualquier
transacción entre la realidad presente y su ensueño supremo de libertad y
armonía integral. De ahí que tiene que admitir que un muy largo periodo
histórico precederá el cumplimiento de sus deseos; conciben dicho
periodo como una prolongación de la era capitalista-democrática. En una
palabra, el periodo de transición, a partir del momento en que se niegan
a considerarlo como una etapa violenta y revolucionaria, cobra en ellos
la forma de un desarrollo pacífico y liberal casi indefinido de la
sociedad actual. Al mismo tiempo, el programa de acción inmediata de los
anarquistas queda limitado a tareas de propaganda, edificación sindical
y cooperativa, acción cultural, etc. Lo que se podría llamar el
anarquismo idealo-reformista, tendencia que predomina de un modo casi
absoluto en los países más estables socialmente – Francia para empezar.

2° – Sin embargo algunos se dieron
cuenta de que ya pasó el periodo liberal, próspero y democrático, del
capitalismo; que la crisis económica, la guerra, el fascismo, la
represión social bajo todas sus formas amenazan al mundo entero; que la
lucha es inevitable a corto plazo entre les tendencias destructoras de
la dominación burguesa y la voluntad de vida y progreso de las masas
trabajadoras; que esta lucha – que se quiera o no – toma la forma de una
lucha por el poder. La experiencia de los periodos revolucionarios que
ellos mismos llegaron a conocer, la mayoría de las veces como juguetes
de los acontecimientos que una teoría tradicionalmente interpretada no
les había permitido prever o entender, les forzó a una revisión
sistemática de esa teoría. Fueron obligados a aceptar la idea de un
periodo de transición catastrófico, durante el cual los anarquistas
lucharon revolucionariamente por cierto programa mínimo. Pero sobre
este programa mínimo así como sobre los métodos que emplear, el acuerdo
no se ha logrado todavía.

1. Algunas veces se concibe el programa
mínimo como un programa de luchas económicas (jornadas de seis horas,
salario único, control sobre la producción) dirigidas por « sindicatos
revolucionarios » y apuntando al dominio de dichos sindicatos sobre la
economía. Es el anarquismo sindicalista de Besnard y sus amigos. Ejerce
una notable influencia sobre la Asociación Internacional de
Trabajadores, y son la expresión más extrema que se refleja en la
fórmula puramente sindicalista de Alfonso Miguel: « Todo el poder a los
Sindicatos ».

2. Otros elementos conciben un programa
de naturaleza sobre todo político, que implica la formación de un
verdadero partido anarquista. Este debería luchar contra los otros
partidos para establecer su hegemonía en la revolución, y de ser
necesario haría con ellos compromisos transitorios para asegurarse el
éxito de las reivindicaciones comunes. Tales son los « plataformistas »
rusos e italo-norteamericanos del grupo « Eresia ». La consecuencia
lógica de esta actitud aparece en el casi bolchevismo de Archinoff y en
el bolchevismo al ciento diez por ciento de los Ernest Girault y
Ghislain. Por eso vamos a denominar esta tendencia el anarquismo
bolchevizante.

3° – Al fin existe una tercera gran corriente que se basa en las siguientes consideraciones:

1. El anarco-reformismo niega la crisis y
las perspectivas revolucionarias. Tiende a conservar el capitalismo
democrático y a andar paralelamente a él, se confunde entonces con el
liberalismo burgués. Lleva consigo a veces en este terreno al ala
izquierda anarcosindicalista, que se declara puramente educacionista y
económica y por consiguiente indiferente en materia de lucha política.
¡Como si toda lucha directa económica y toda propaganda subversiva no
tuviera un carácter concretamente, socialmente revolucionaria en todos
los ámbitos!

2. El anarcosindicalismo pretende tener
un carácter « económico puro », y en ese sentido, tiene propensión a
dejar que subsista sin combate al aparato político reaccionario de la
burguesía. Pero, de admitirse que este se derrumbe bruscamente sin haber
sido anulado en sus posiciones por la organización integral de las
masas. Ocurriría que el poder político caería muy naturalmente en manos
de los organismos « puramente económicos » del sindicalismo
supuestamente total, monolítico y de ideología anarquista. Pero esta
hipótesis es por otra parte puramente gratuita: tal sindicalismo no
existió ni ha existido en ninguna parte, y esto bastaría para probar que
no se hace la revolución con órganos de adaptación a las condiciones
internas del capitalismo democrático, con base corporativa o
profesional (1).

3. El anarcho-bolchevismo se constituye
también sobre bases monolíticas y autoritarias, pero con el designio
confesado de meterse en el juego de los partidos, y salir triunfador con
una política de jefe (compromisos, rupturas, etc….). Dicha política
vale para ahogar o « estabilizar » la revolución, pero de ninguna manera
para impulsar hacia adelante. Como el anarcosindicalismo y más aún que
él, el anarcho-bolchevismo es una utopía autoritaria.

Así, por mucho que los inspiren las
mejores intenciones, los anarquistas de las tendencias aquí expuestas
habrían fracasado en la búsqueda de un programa mínimo realmente
anarquista y revolucionario.

En cuantos a los elementos que se
podrían llamar anarquistas-realistas o anarquistas de acción directa,
formulan más o menos las propuestas generales siguientes:

I- El anarquismo en acción se manifiesta
en la actualidad en los elementos más avanzados y más desinteresados
de la lucha de clases, que sostienen en todos los terrenos, frente a
todos los dominadores del movimiento obrero, el principio de la acción
directa y de la autonomía revolucionaria de los individuos y de las
masas.

II. – No se propone llevar una
competencia destructiva a las organizaciones obreras existentes
oponiéndoles organizaciones permanentes y exclusivas dominadas por los
anarquistas, sino que predica la emancipación de los trabajadores por
ellos mismos en órganos transitorios espontáneamente creados en margen
de las organizaciones burocráticas, y susceptibles de grupos de
colectividades trabajadoras enteras sobre un programa práctico inmediato
de lucha directa.

III. – Tiende a llevar al máximo,
mediante la propaganda y el ejemplo, la iniciativa y la audacia de las
colectividades trabajadoras así compuestas. Extendiendo el campo de
acción de las mismas a todas las funciones sociales, éstas
desarraigarán los organismos parlamentarios y burocráticos de la antigua
sociedad y substituirán a la dominación burguesa la auto dirección de
las masas trabajadoras en la producción y la revolución.

[Observación: Los diversos elementos
(ingleses, alemanes, belgas, holandeses, franceses, italianos) que se
vinculan con este programa mínimo del « anarquismo en acción » no están
del todo de acuerdo sobre el valor relativo de la acción de grupo y de
la acción sindical, de los comités de acción y de sistema de los
consejos. Pero encuentran un terreno común en la afirmación que sigue,
que, por parte nuestra, consideramos capital.]

IV. – El periodo de transición que nos
separa del régimen de plena libertad y pacífica armonía que nos es dable
entrever es un periodo de lucha de clases y de revolución permanente;
una insurrección continua de las masas contra la presión mortal del
capitalismo, del estatalismo, del régimen de castas. Es el periodo
decisivo de la lucha entre la humanidad trabajadora y el sistema secular
de los privilegios, un parto laborioso y doloroso, fuera de la miseria y
del caos social, por el exterminio del capitalismo.

Creo no haber traicionado el pensamiento
de compañeros tales como Mühsam (Alemania), Constandze (Holanda),
Aldred (Inglaterra), Berneri (Italia), Michaud (Francia) y Mahni
(Bélgica) intentando dar una expresión común a sus aspiraciones, sean
las que fueren las diferencias que puedan, por otra parte, subsistir
entre ellos. Y voy a añadir inmediatamente que en este terreno que traté
de definir aquí estoy dispuesto a colocarme entre ellos, porque creo
que ahí no se defienden los intereses de una secta, sino los intereses
más generales de las clases trabajadoras y de la humanidad. En realidad,
este terreno no es el de una doctrina, sino el de los intereses
revolucionarios de la masa. Por eso, al dirigirme a los lectores de este
periódico, sindicalistas, comunistas, socialistas, anarquistas de todas
las tendencias, les invito a discutir fraternalmente la famosa
cuestión del periodo de transición que se viene presentando como un
obstáculo insuperable para la unión de los revolucionarios proletarios
de las diversas escuelas, pero que no obstante únicamente podrá ser
resuelto de hecho por la unión práctica de todos en la lucha final
contra el capitalismo.

A.P. (France) [http://www.la-presse-anarquista.net/spip.php?article2608].

1) Singular ejemplo de ceguera e incapacidad de
considerar lo que ocurrió luego en España en julio de 1936, o sea menos
de 4 años después de este artículo. André Prudhommeau y su compañera no
quedaron en la ceguera y se esforzaron con valentía en ayudar muy rápido
y en el mismo país a los compañeros de la CNT. Ante la imposibilidad de
distancia crítica, prefirieron seguir auxiliando desde Francia.

En http://www.fondation-besnard.org/article.php3?id_article=1169