Teniendo en cuenta algunas de las respuestas recibidas por nuestra iniciativa Proyectil Fetal, es menester expresar más enfáticamente qué es nuestro feminismo anarquista, libertario, latinoamericano, sudaka, conchudo, queer e inconveniente para que junt*s pensemos en prácticas, modos e ideas, libertarias, cuyo reloj no atrase por lo menos un siglo respecto a lo que está pasando hoy en las calles de l*s excluid*s y l*s anómal*s contra-hegemónicos.
El patriarcado no funciona por creencias. Como el Estado, podemos no creer en él, sin embargo nos oprime lo mismo. El patriarcado no necesita nuestra creencia : necesita nuestros cuerpos y nuestros cerebros. Más aun : el Estado, la Iglesia, y el patriarcado han contribuido muy mucho a banalizar una representación unívoca del “feminismo” para neutralizar toda su fuerza contra-hegemónica.
Por el contrario, los feminismos, como las expresiones de género, son múltiples e irreductibles a única lógica y categoría. Proyectil Fetal desea no presentarse como lo hacen las feministas locales que más prensa y visibilidad suelen tener (porque son habilitadas por los poderes antes mencionados justamente para hacer ver al feminismo como un sinsentido). Proyectil Fetal elige, no sin discusión y debate interno y externo, llamarse feministas por las duras respuestas y los interpelantes cuestionamientos que este término aún suscita entre l*s supuest*s aliad*s de lucha. Compartir con una iniciativa de discurso, aka un proyectil, el mito de “el feminismo”, único, esencial…
Efectivamente, el patriarcado no es los varones, como tampoco varones solos son aquellos dotados de pene. Asimismo, existen mujeres tanto o más patriarcales que el más patriarcal. Así como lo femenino no es ni propio, ni exclusivo, privativo de lo que la sociedad a través del DNI, la medicina y otras instituciones denomina “mujer”, lo mismo ocurre con lo masculino. El patriarcado, dispositivo ideológico solidario con el capitalismo, cuya actitud tangible se denomina sexismo/machismo, no es ni propio, ni exclusivo ni privativo de aquello denominado “varón”. Más aún, las mujeres que acceden a espacios concretos de poder son a las claras patriarcales, aunque usen los artilugios de lo que la sociedad considera hoy femenino (vestidito, flores, tacón alto). La HIStoria (como el feminismo angloparlante llama al relato oficial de los conquistadores y opresores, basándoles en “his” -pronombre posesivo masculino) es una historia (ficción) dominante escrita desde y por la hegemonía claramente patriarcal, que presiona, obnubila y elimina la diversidad, la heterogeneidad, lo divergente de todas las expresiones de género, animales, plantas, medio ambiente, aunque en diferentes grados de prioridad. Otros epítetos que se le puede dar a la HIStoria son capitalista, autoritaria, represora, opresora, sin imaginación, sin cuestionamiento, totalitaria, acalladora. En cuanto a la ciencia (médica) y sus brazos armados, bueno, queda para otra comunicación donde discutiremos largo y tendido la noción autodestructiva y controladora positivista del progreso, tan cara a la izquierda, cuyo proyecto demostró con creces, ser capaz de las peores aberraciones.
Sin embargo, cabe destacar que en la antigüedad, cuando no había siquiera aún Estado, por ejemplo la cultura creto-micénica, veinticinco siglos antes de Cristo, (de hecho, el Estado es una convención y un fenómeno post revolución francesa, positivista, iluminista, industrial, moderno), también había opresión y exclusión de las expresiones de género no hegemónicas. Más aun, en las pocas pero nutridas experiencias históricas anti-estado (Comuna de París, guerra civil española) también hubo opresión de expresiones de género divergentes.
El varón y la mujer no son los únicos sexos, ni los únicos géneros. Por suerte, existe un abanico mucho más nutrido de expresiones de género, genitalidades, corporalidades y prácticas sexuales divergentes y contrahegemónicas no reductibles al binarismo sexual (varón/mujer). Hace más de medio siglo que los feminismos no se plantean que la lucha sea de las mujeres contra los varones. Pero sea dicho esto sin una profunda autoemancipación de todos los presupuestos naturalizados en nuestros cuerpos, productos de la sociedad de control, aun si el Estado fuera abolido, la opresión y las prácticas de dominación contra cierto tipo de mujeres rebeldes y las expresiones de género divergentes persistirían. Y esto ya fue advertido a principios del siglo XX por la anarquista Emma Goldman, a cuyos textos habría que volver con la misma asiduidad con la que se visita a otros.
Nuestra manera de vivir y pensar las prácticas libertarias en constante reformulación es contra la dominación y las jerarquías que hacen hueso adentro de nuestro cuerpo.
Ingenuo sería hoy pensar, con todas las experiencias que hemos tenido ya, con todo lo que nuestros antecedentes nos han legado, que abolidas todas las instituciones, abolido el Estado, se acabarán, sin más, mágicamente, las dominaciones, las hegemonías.
Una vez más. El machismo/sexismo es una actitud encarnada por cualquier expresión de género, dependiente del dispositivo ideológico patriarcado, solidario con el capitalismo, pero independiente de él (por eso ha habido patriarcado antes del capitalismo).
Los feminismos no son lo opuesto del machismo, los feminismos no son actitudes contrarias a los varones, para segregarlos y hacerlos padecer ; los feminismos, muchos de ellos, quieren la emancipación de los varones, pero no a costa de los cuerpos de los excluid*s y anómal*s. Los feminismos son ideologías, y como tales no todos son contrahegemónicos. Los feminismos no terminan. Los feminismos se superan, devienen y el Estado no es, desgraciadamente, el único enemigo verdadero.
Por eso, la necesidad inmediata, la urgencia física, carnal, de que el anarquismo, revisando sus cimientos decimonónicos, se rejuvenezca en un feminismo puto contrahegemónico, que se atreva a hacer estallar las bases mismas de la dominación contenida dentro de nuestros corazones, formateados bajo esa lógica, con un crudo rechazo a todo dogmatismo.
Las barricadas de lucha son múltiples, plurales, atópicas, y cada punto neurálgico donde se manifiesta la dominación y donde se luche en su contra necesita un cuerpo que grite “anarkía”, no como debe ser, como fe, sino como irrespetuoso alarido y acción en constante devenir y mutación, que cuestione toda jerarquía, todo orden impuesto, toda autoridad. Todos los cuerpos refregados unos contra todos, cual gatos. Ni binarismo sexual, ni binomio sexo/género, de cuyas lógicas se desprenden las inequidades, las desigualdades, la división del trabajo y sus tareas. Ni ciencia ni ningún otro aparato ideológico de represión simbólico o concreto que nos discipline y controle. Y ante todo, el derecho a cambiar, a modificarnos, a equivocarnos.
Llamamos a l*s divers*s , anómal*s, los genitales contrahegemónicos que han sufrido en la carne la apropiación de sus cuerpos, l*s abyect*os, a unirse en anarquía, afinidad y organización.
Tod*s l*s oprimid*s deben ser libres, de otr*s y de sí mism*os, esta barricada queer-abyecta feminista llena de pasión locura y fluidos se levanta con ese objetivo.
Nuestras vidas anhelan el riesgo de los días de la acción puta y subrepticia en callejones oscuros.
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Fuente: PROYECTIL FETAL