Aquí les hacemos llegar el informe redactado por los compañeros Vicente Oscar Mellado y Josep Garganté de CGT-TMB Bus de Barcelona.
Los días 25, 26 y 27 de enero, los citados compañeros se desplazaron a Milán para conocer de primera mano cual era la situación de la huelga de los autoferrotranvieri.

Aquí les hacemos llegar el informe redactado por los compañeros Vicente Oscar Mellado y Josep Garganté de CGT-TMB Bus de Barcelona.

Los días 25, 26 y 27 de enero, los citados compañeros se desplazaron a Milán para conocer de primera mano cual era la situación de la huelga de los autoferrotranvieri.

Teniendo en cuenta, que esta lucha ha tenido unas repercusiones importantes dentro del movimiento sindical en Italia y, puesto que se enmarcaba dentro del ámbito del transporte urbano como nuestros compañeros de Barcelona, el interés era doble.

Antes de pasar al análisis del conflicto, exponemos a continuación nuestra actividad durante esos días :

En primer lugar, tuvimos una reunión con dos compañeros de transportes de la Confederación Unitaria de Base (CUB) que nos pusieron al día y nos informaron que la huelga del transporte público urbano se había atrasado al viernes 30 de marzo.

En concreto, en Milán no se iba a realizar el paro porque los taxistas tenían convocada huelga para el mismo día. Parece ser que por ley no es posible realizar huelga el mismo día dentro del mismo sector.

Más tarde nos entrevistamos con un compañero de autobuses de SLAI-COBAS. Éste, aparte de explicarnos el ambiente entre los compañeros en Milán, nos informó de las condiciones de trabajo de los autobuseros en su ciudad.

Por la tarde, nos desplazamos hasta la Universidad para estar en un acto de apoyo a los autoferrotranvieri, donde colgamos una pancarta de la CGT que utilizamos para nuestra protesta frente al consulado italiano en Barcelona. También intervenimos, explicando nuestro apoyo e interés en su lucha.

Al día siguiente, nos desplazamos a una de las cocheras de autobuses, donde se estaba realizando una asamblea de trabajadores. Allí denunciamos el comportamiento de uno de los miembros dirigentes de la CGIL que estaba hablando con la prensa de forma sesgada y faltando a la realidad de lo que se decidía en la asamblea.

En nuestra opinión, el viaje ha servido para unir lazos de solidaridad con los compañeros de Italia y para conocer más a fondo la situación del sector.
Josep Garganté

La lucha de los autoferrotranvieri en Italia

Rebeldes con causa

Ha sido noticia en las portadas de toda la prensa italiana. Aquí, en el Estado español, no se ha publicado ni una mísera columna.

A finales de diciembre del 2003, los trabajadores del transporte urbano de Italia (autobuses, metro y tranvía) fueron a la huelga por el impasse en que se encontraba la negociación de su convenio colectivo.

Tras un día de paro, los sindicatos CGIL, CISL y UIL, mayoritarios en el movimiento sindical italiano, decidieron, sin consultar a los propios trabajadores, firmar un acuerdo que no respondía a las expectativas creadas.
A partir de ese momento, miles de trabajadores, apoyados por el Coordinamento Nazionale di Lotta Autoferrotranvieri (CNLA), entidad surgida entre trabajadores y sindicatos de base que toma las riendas del conflicto tras la traición de los sindicatos mayoritarios, deciden no secundar el acuerdo firmado por las tres centrales sindicales mencionadas anteriormente y continuar la lucha.
De esta manera, un conflicto que había empezado por una cuestión salarial se va profundizando, cuestionando las leyes sindicales vigentes.

Espontáneamente, trabajadores del transporte urbano de ciudades como Milán y Roma bloquean cocheras y estaciones de metro. A ellos se les unen, ciudadanos que simpatizan con su causa, cortando calles y protestando por el derecho a un transporte público de calidad.

Los paros espontáneos se extienden hasta concretarse en una huelga general del transporte público urbano para el día 9 de enero.

En este momento, ya hay más de 2000 trabajadores amenazados con sanciones económicas y de penas de cárcel por parte del gobierno.

Tanto el gobierno como los sindicatos firmantes del acuerdo rechazan la huelga y tratan de sabotearla por todos los medios posibles.

A su pesar, el viernes 9 de enero toda Italia se queda sin servicio de transporte público urbano. Entre un 70 y un 90% de trabajadores del sector secundan la huelga.

Los delegados de gobierno de casi todas las ciudades afectados por la huelga lanzan proclamas en pro de requisar los vehículos.

Su efecto es mínimo y durante toda la jornada la ciudadanía tiene que desplazarse por medios alternativos.
A su vez, la mayor parte de los medios de comunicación, así como el gobierno, tachan la huelga de “salvaje” y a los trabajadores como “rebeldes”, tratando de descalificarla.

A pesar de ello, los ciudadanos en general muestran una alta simpatía hacia los huelguistas. Saben, por su propia experiencia, que la introducción del euro ha significado un aumento muy significativo en el coste de la vida.
Ante esta situación, varios ayuntamientos, con el apoyo del estado y las tres centrales sindicales firmantes, tratan de superar la crisis laboral ofreciendo pagar la parte que no financia salarialmente el gobierno central.

De esta manera, empiezan a haber las primeras divisiones, aunque a pesar de ello el CNLA, enfrentándose de nuevo a gobierno y sindicatos mayoritarios, lanza una nueva fecha de huelga general del transporte público urbano para el viernes 30 de enero.

Nuevamente, el día del paro, Italia vuelve a estar sin autobuses, metro y tranvía. Alrededor de un 70% de los trabajadores secunda la huelga, pero el ánimo ya no es el mismo.

Más ayuntamientos deciden financiar el aumento salarial, pero este incremento es a cambio de empeorar las condiciones laborales, cambiando tipo de jornadas, tiempos, etc.

Las asambleas de trabajadores no lo acatan, como sucedió en la que estuvimos en Milán. El supuesto “cambio de cromos” es muy costoso.

A partir de ahí, con las fuerzas más divididas y con el peso de los descuentos por huelga en la nómina, el movimiento de lucha se desinfla.
El conflicto de los trabajadores del transporte público urbano ha puesto encima de la mesa varias cuestiones de interés :

1º Que el gobierno, sea el italiano o el español, va a tratar por todos los medios de apretar el cinturón de los trabajadores, destruyendo las condiciones de trabajo estable y derechos que se han conseguido en el pasado, con el fin, no de reducir costes, sino de beneficiar al empresariado.

2º Que frente a esta situación, y teniendo en cuenta la respuesta tímida y pasiva de los sindicatos mayoritarios es posible saltar por encima de ellos, cuando estos no escuchan a la plantilla y caen en las redes del empresario o gobierno.

3º Que los sindicatos de base deben ser parte importante del apoyo que reciban los trabajadores en lucha, pero que nunca deben sustituirles.

4º Que todo conflicto se puede ganar o perder, pero que aún no consiguiendo todo lo propuesto, la lucha siempre da resultados.

Josep Garganté

¡Salarios, derechos y dignidad !

El conflicto del transporte público urbano ha abarcado a 120.000 trabajadores, que bajo un mismo convenio pedían un aumento de 106 euros mensuales y el pago único de 3000 euros para recuperar el nivel de vida perdido tras los dos años transcurridos desde que venció la última renovación del convenio. Situación agravada por la implantación del euro y el aumento de precios encubierto.
El acuerdo firmado por CGIL, CISL y UIL significaba una remuneración de 81 euros mensuales y 970 euros como pago único.
Este acuerdo fue ratificado sin contar con la aprobación de los trabajadores representados de forma traicionera y alevosa.
Las huelgas que han llevado los trabajadores en contra de la voluntad del gobierno y de estos tres sindicatos pone en duda su representatividad entre la plantilla.
Por su parte, los sindicatos de base, coordinados a través del Coordinamento Nazionale Di Lotta Autoferrotranvieri (CNLA), han mostrado como las leyes sindicales están hechas a la medida de las tres centrales sindicales antes mencionadas.
Sólo por el hecho de ser mayoritarias, estas tres centrales sindicales pasan automáticamente a tener un tercio de representatividad en todas las empresas en que se presenten, aunque tengan menos afiliados y votos que los sindicatos de base.

A su vez, las leyes sindicales dejan en manos del empresario que sindicato o sindicatos negocian y firman el convenio, incluso sin tener mayorías, expulsando de esta manera a sindicatos con importante implantación en esas empresas.

Del mismo modo, el CNLA ha puesto en jaque el restrictivo derecho a huelga que existe en Italia, muy parecido al del Estado español.

Puesto que los trabajadores se saltaron los servicios mínimos, que en otros países no existen, se encontraron con todo el aparato represivo-judicial frente a ellos.

Por todo ello, y como en otras ocasiones, un conflicto económico ha acabado saltando a la arena de que democracia tenemos y a quien beneficia, haciendo saltar los resortes de unas leyes hechas contra los trabajadores.

Josep Garganté