El sábado pasado fue un día soleado en Londres y las multitudes se dirigían en masa a Wimbledon y a la Regata anual Henley. Mientras tanto, Julian Assange, el fundador del sitio web Wikileaks.org, se dirigía en tren desde su arresto domiciliario en Norfolk, a tres horas de la capital, hacia el auditorio Troxi de Londres, para reunirse conmigo y con el filósofo esloveno Slavoj Žižek para participar en una conferencia pública acerca de WikiLeaks, el poder de la información y la importancia de la transparencia en el sistema democrático.
El evento fue
organizado por Frontline Club, una organización fundada por
corresponsales de guerra, en parte como homenaje a los muchos compañeros
muertos mientras realizaban su trabajo en el frente de batalla. El
co-fundador de Frontline Club, Vaughan Smith, miró el inusual cielo
despejado con inquietud, y dijo “Los londinenses nunca van a un evento
en un lugar cerrado en un día como este”. A pesar de años de experiencia
brindando información certera desde Afganistán a Kosovo, en este caso
la apreciación de Smith fue equivocada.
Alrededor de 1.800 personas asistieron al evento, prueba del enorme
impacto que ha tenido WikiLeaks desde que denunció la tortura y la
corrupción utilizadas para derrocar gobiernos.
Assange está en Inglaterra a la espera de una audiencia judicial que
se realizará el 12 de julio en la que se tratará su posible extradición a
Suecia, ya que es requerido por ese país para ser interrogado con
relación a un supuesto caso de abuso sexual. Si bien no se presentaron
cargos formales en su contra, se encuentra bajo arresto domiciliario
desde hace más de seis meses, lleva un brazalete electrónico y debe
presentarse diariamente en la estación de policía de Norfolk.
WikiLeaks fue oficialmente lanzado en 2007 y tiene como objetivo
recibir información secreta filtrada por informantes, utilizando la
última tecnología para proteger la identidad de las fuentes. La
organización ha logrado cada vez mayor reconocimiento mundial con la
sucesiva publicación de grandes cantidades de documentos confidenciales
del gobierno de Estados Unidos vinculados a las guerras de Irak y
Afganistán, y miles de cables de las embajadas de Estados Unidos en todo
el mundo.
De los partes confidenciales de ambas guerras, Assange dijo que
“proporcionaron una idea de la sordidez de la guerra: desde los niños
que son asesinados en los controles al borde de la carretera a las miles
de personas que son entregadas a la policía iraquí para ser torturadas,
pasando por lo que realmente significa el llamado “Apoyo aéreo cercano”
(CAS, por sus siglas en inglés) y cómo se
realiza el combate militar moderno, y la vinculación de eso con otra
información como ese video que descubrimos de los hombres que se rinden y
son igualmente atacados”.
Los cables del Departamento de Estado están siendo publicados poco a
poco, generando una fuente permanente de vergüenza para el gobierno de
Estados Unidos e inspirando indignación y protestas a nivel mundial, ya
que los cables confidenciales revelan las operaciones secretas y cínicas
de la diplomacia estadounidense. El “Cablegate”, como ha sido
denominada la mayor revelación pública de documentos del Departamento de
Estado en la historia de Estados Unidos, fue una de las chispas que
encendió la Primavera Árabe. Los tunecinos y yemeníes que vivían bajo
regímenes represivos en Túnez y Yemen, por ejemplo, sabían que sus
gobiernos eran corruptos y crueles. Pero leer los detalles y ver hasta
qué punto el gobierno de Estados Unidos apoya a estos dictadores ayudó a
iniciar la revuelta.
De manera similar, los miles de cables vinculados a Haití analizados
por el periódico independiente Haiti Liberte y la revista The Nation
revelaron la amplia manipulación estadounidense de la política y la
economía de ese país. (Esta columna fue mencionada en uno de los cables
sobre Haití en el que se hacía referencia a nuestro informe sobre
quienes criticaban la actitud del gobierno de Obama de negar tras el
terremoto las visas de 70.000 haitianos que ya habían sido aprobadas).
Una serie de cables detalla los intentos de Estados Unidos de
obstaculizar el envío de petróleo subsidiado desde Venezuela para
proteger los intereses comerciales de Chevron y ExxonMobil. Otros cables
muestran la presión realizada por Estados Unidos para evitar un aumento
del salario mínimo en Haití a pedido de las empresas de indumentaria
estadounidenses. Estamos hablando del país más pobre del Hemisferio
Occidental.
Como consecuencia del papel desempeñado como redactor en jefe de
WikiLeaks, Assange ha recibido reiteradas amenazas y hasta incluso
pedidos de que se lo asesinara. El Vicepresidente de Estados Unidos, Joe
Biden, lo calificó de “terrorista de alta tecnología”, mientras que
Newt Gingrich dijo: “Julian Assange está involucrado en el terrorismo.
Debería ser tratado como un combatiente enemigo, y WikiLeaks debería ser
clausurado en forma definitiva”.
De hecho, los intentos realizados hasta el momento de cerrar
WikiLeaks han fracasado. Bank of America habría contratado a varias
empresas privadas de inteligencia para coordinar un ataque contra la
organización, de la que se dice que tiene una gran cantidad de
documentos que revelan actividades potencialmente fraudulentas del
banco. WikiLeaks también acaba de demandar a MasterCard y Visa, que
dejaron de procesar las donaciones realizadas con tarjetas de crédito a
través de su página web.
El proceso de extradición plantea una amenaza aún mayor para Assange:
teme que Suecia lo extradite luego a Estados Unidos. Teniendo en cuenta
el trato recibido por el soldado Bradley Manning, acusado de filtrar
muchos documentos clasificados a WikiLeaks, Assange tiene motivos
razonables para temer. Manning estuvo recluido en aislamiento durante
casi un año, en condiciones que muchos afirman son similares a la
tortura.
En el evento en Londres, el apoyo a WikiLeaks fue impresionante. Pero
Julian Assange no podía quedarse a conversar una vez terminada la
conferencia. Tenía apenas el tiempo suficiente para regresar a Norfolk y
retornar a su arresto domiciliario. Más allá de lo que le suceda a
Assange, WikiLeaks ha cambiado al mundo para siempre.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero
internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y
televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro
«Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos
extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique
Cono Sur.