Se ha conocido nueva información que indica que el desastre de la central nuclear de Fukushima en Japón es mucho más grave de lo que se reconoció en un principio, dada la fusión total de tres de los cuatro reactores afectados. Mientras tanto, en Estados Unidos, las dos plantas nucleares de Nebraska, ambas cercanas a la ciudad de Omaha, han entrado en estado de alerta a causa de las grandes inundaciones provocadas por el desborde del Río Mossouri.

La Central Nuclear Cooper se declaró en estado de emergencia de nivel 1 y se verá obligada a cerrar si el río aumenta su nivel en aproximadamente otros siete centímetros. La planta de energía nuclear de Fort Calhoun permanece cerrada desde el pasado 9 de abril, en parte debido a las inundaciones. En Minnesota, el calor extremo ocasionó la falla de los dos generadores diesel de emergencia de la planta Prairie Island. La falla del generador de emergencia fue uno de los principales problemas que derivó en la fusión de los núcleos de los reactores en Fukushima.

La Central Nuclear Cooper se declaró en estado de emergencia de nivel 1 y se verá obligada a cerrar si el río aumenta su nivel en aproximadamente otros siete centímetros. La planta de energía nuclear de Fort Calhoun permanece cerrada desde el pasado 9 de abril, en parte debido a las inundaciones. En Minnesota, el calor extremo ocasionó la falla de los dos generadores diesel de emergencia de la planta Prairie Island. La falla del generador de emergencia fue uno de los principales problemas que derivó en la fusión de los núcleos de los reactores en Fukushima.

En mayo, el Ministro de Medio Ambiente de Austria, Nikolaus
Berlakovich, convocó en respuesta al desastre de Fukushima a una reunión
de los once países de Europa libres de energía nuclear. En la reunión,
los países invitados resolvieron ejercer presión a favor de una Europa
libre de energía nuclear. Al mismo tiempo, Alemania anunciaba que
abandonará la energía nuclear en unos diez años y afianzará la
investigación en energía renovable. La semana pasada, además, en las
elecciones nacionales de Italia, más del noventa por ciento de los
votantes rechazó rotundamente los planes del Primer Ministro Silvio
Berlusconi de reiniciar los programas de generación de energía atómica
en ese país.

Los directores de los programas nacionales de energía nuclear están
participando esta semana en Viena de la Conferencia Ministerial sobre
Seguridad Nuclear organizada por el Organismo Internacional de Energía
Atómica (OIEA). La reunión fue convocada en
respuesta a Fukushima. Irónicamente, los funcionarios, entre ellos
Gregory Jaczko, director de la Comisión Reguladora Nuclear de Estados
Unidos, mantienen su reunión bien a salvo, en un país que no posee
plantas nucleares. Austria se encuentra al frente de la nueva alianza
anti nuclear europea.

La reunión del OIEA fue precedida por un
informe de la agencia de noticias Associated Press que establece que,
sistemáticamente y durante décadas, los reguladores nucleares de Estados
Unidos han bajado los niveles de exigencia de las regulaciones de
seguridad a fin de permitir a los operadores mantener en funcionamiento
las plantas nucleares. Las plantas de energía nuclear de Estados Unidos
se construyeron todas durante las décadas que precedieron al desastre de
la central nuclear Three Mile Island en 1979. De estas ciento cuatro
plantas, todas ellas excedieron su plazo de funcionamiento. Las
habilitaciones originales se emitieron por cuarenta años.

El periodista de Associated Press Jeff Donn escribió: “Cuando se
empezaron a construir las primeras plantas, en las décadas del 60 y 70,
se esperaba que fueran reemplazadas por versiones mejoradas mucho antes
de que vencieran sus habilitaciones.” Los enormes costos iniciales de
construcción, las cuestiones de seguridad y el problema de
almacenamiento de los desechos nucleares radioactivos durante miles de
años disuadieron a los inversionistas del sector privado. En lugar de
desarrollar y construir nuevas plantas nucleares, los propietarios
(generalmente compañías con fines de lucro como Exelon Corp., una
compañía que a través de los años realizó importantes contribuciones
para las campañas de Obama) simplemente intentan hacer que los viejos
reactores continúen funcionando por más tiempo y solicitan a la Comisión
Reguladora Nuclear que prorrogue las habilitaciones por veinte años
más.

Europa, ya bastante adelantada con respecto a Estados Unidos en
cuanto al desarrollo y utilización de tecnologías de energía renovable,
se propone acelerar su camino en esa dirección. En Estados Unidos, la
Comisión Reguladora Nuclear dio su aprobación preliminar para la
expansión planificada por Southern Company de la planta Vogtle en
Georgia, lo que eventualmente significaría la primera autorización para
la construcción de una nueva planta de energía nuclear en Estados Unidos
desde el accidente en Three Mile Island. El proyecto recibió el impulso
del Presidente Barack Obama, quien prometió ocho mil trescientos
millones de dólares de fondos federales en garantía de préstamo.
Southern planea utilizar el nuevo reactor AP1000 de Westinghouse. Sin
embargo, una coalición de grupos ambientalistas inició acciones para
impedir el permiso, señalando que la inseguridad del nuevo reactor es
inherente a su diseño.

Obama estableció lo que él denominó Comisión de Excelencia sobre el
Futuro Nuclear de Estados Unidos. Uno de sus quince miembros es John
Rowe, presidente y director ejecutivo de Exelon Corp. (la misma compañía
de energía nuclear que realizó abundantes contribuciones a la campaña
de Obama). La comisión realizó un viaje de reconocimiento a Japón para
observar cómo ese país prosperaba en términos de energía nuclear
justamente un mes antes del desastre de Fukushima. En mayo, la comisión
reiteró su postura, que es la postura de Obama, y que sostiene que la
energía nuclear debe ser parte del combinado de energías a utilizar en
Estados Unidos.

En vez de eso, el combinado de energías de Estados Unidos debería
incluir un programa nacional de empleo para convertir los edificios
existentes en energéticamente eficientes, además de instalar tecnología
para la generación de energía solar y eólica donde sea adecuado. Este
programa no podría ser tercerizado y disminuiría de inmediato nuestro
consumo de energía, reduciendo por ende nuestra dependencia de
combustibles fósiles extranjeros, así como del carbón y energía nuclear
de origen nacional. Un programa de estas características podría
favorecer a los industriales de Estados Unidos, ya que el dinero
permanecería dentro de la economía estadounidense. Sería una respuesta
simple, eficaz y sensata a lo sucedido en Fukushima.


Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

___________

Escuche (en español)

Publicado el 23 de junio de 2011

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero
internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y
televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro
«Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos
extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique
Cono Sur.