Una investigación de Amnistía Internacional (AI) sobre las llamadas «rendiciones», la entrega extrajudicial de detenidos ilegalmente por EE UU en su guerra global contra el terrorismo, ha revelado que aviones fletados por la CIA utilizaron los aeropuertos de Barcelona y Málaga, y no sólo los de Baleares y Canarias, como dijo el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en su comparecencia en el Congreso del pasado 24 de noviembre. El ministro erró además el destino de uno de los aviones : confundió el aeropuerto de Orebro (Suecia) con Bagdad (Irak).
La investigación de AI -titulada «Por debajo del radar : vuelos secretos a la tortura y la desaparición»- ha registrado casi un millar de vuelos relacionados con la CIA tras el 11-S, la mayoría de los cuales utilizaron el espacio aéreo europeo.
El informe, no obstante, sólo enumera las escalas de cuatro aviones, los que parecen más claramente vinculados a operaciones de traslado de personas secuestradas a países con cárceles clandestinas o donde se practica la tortura. Aunque todos pertenecen a empresas privadas, tienen autorización para aterrizar en bases militares de EE UU en todo el mundo.
Uno de estos aparatos, el Gulfstream IV, con matrículas N85VM y N227SV (el cambio de matrícula es una constante de estos aviones), realizó 114 escalas en la base estadounidense de Guantánamo (Cuba) hasta julio de 2005, casi la mitad de las que hizo en todos los demás aeropuertos juntos.
El texto (que se puede consultar en www.es.amnesty.org) detalla 24 escalas de estos aviones en España : 21 en los aeropuertos de Palma de Mallorca e Ibiza, en Baleares, y de Santa Cruz de Tenerife y Los Rodeos, en Canarias. Básicamente, son los mismos de los que dio cuenta Moratinos al Congreso.
Sin embargo, AI revela tres escalas que no citó el ministro : una en Barcelona y dos en Málaga. EL PAÍS ha tenido acceso a los registros utilizados por AI en su investigación y ha podido comprobar que, en realidad, no se trata de tres sino de cuatro.
La primera, en Barcelona, se produjo en octubre de 2002. La protagonizó el mismo Gulfstream III que supuestamente fue utilizado para llevar de Estados Unidos a Jordania al canadiense Maher Arar, quien fue liberado en octubre de 2003 por las autoridades sirias después de 13 meses de detención ilegal.
El avión llegó al aeropuerto del Prat procedente de Londres y una hora y media después despegó con rumbo desconocido.
Este mismo aparato hizo escala en el aeropuerto Pablo Picasso de Málaga en dos ocasiones, el 14 y el 17 de mayo de 2005. La primera vez procedía de Londonderry (Irlanda del Norte) y la segunda partió con destino a Stephenville, en la costa este de Canadá.
Por su parte, el Gulfstream IV, asiduo a la base de Guantánamo y supuestamente empleado para llevar a Egipto al imán Abu Omar, secuestrado en Milán (Italia) en febrero de 2003, hizo escala en Barcelona en enero de 2004, procedente de Dulles, en Washington D. C.
EL PAÍS ya adelantó, el pasado 12 de diciembre, que un avión fletado por la CIA, un DHC-8, había hecho escala en Barcelona en octubre de 2005 camino de Azerbaiyán. La novedad del dato aportado por AI radica en que el Gulfstream IV al que hace referencia es el mismo aparato que hizo ocho escalas en Baleares y Canarias y al que el propio ministro Moratinos relacionó con la CIA en su comparecencia parlamentaria.
Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores indicó ayer que el ministro ofreció al Congreso «toda la información de que disponía en ese momento» y que «la comparecencia se refería a las denuncias sobre la legalidad de la escalas de aviones en Baleares y Canarias».
A juzgar por los datos conocidos ahora, dicha información no sólo pudo resultar incompleta sino, en algún caso, errónea. El Ministerio de Asuntos Exteriores distribuyó a los diputados unas tablas según las cuales el Boeing-737 que llegó el 9 de marzo de 2004 a Palma de Mallorca, procedente de Mitiga, el aeropuerto militar de Trípoli (Libia), despegó tres días después, el 12 de marzo, con destino a Orebro (Suecia).
Sin embargo, los registros de dicho vuelo revelan, según ha comprobado EL PAÍS, que su destino no fue ORB, el indicativo aeronáutico del citado aeropuerto sueco, sino ORBI. Desde el año 2003, este indicativo corresponde al aeropuerto internacional de Bagdad (Irak), anteriormente conocido como aeropuerto internacional Sadam, con indicativo ORBS.
Este avión es el mismo que en enero de 2004 voló desde Mallorca a Skopje (Macedonia), donde supuestamente recogió al alemán de origen libanés Khaled el-Masri, que pasó tres meses secuestrado en Afganistán.
Un secuestro que computa como condena
Muhammad al-Assad, Muhammad Bashmilah y Salah Qaru son tres yemeníes que fueron puestos en libertad entre el 14 y el 28 del mes pasado por las autoridades de su país. Según Amnistía Internacional (AI), el primero fue detenido en diciembre de 2003 en Tanzania y los dos últimos, en octubre de ese año en Jordania. Durante año y medio estuvieron retenidos en al menos cuatro centros de detención administrados por EE UU.
Aunque nunca supieron donde estaban, los investigadores de AI creen, a partir de sus testimonios, que podría tratarse de Yibuti, Afganistán y algún país de Europa del Este. Son conjeturas, pues en las cárceles secretas no había ventanas y sus carceleros quitaban incluso las etiquetas de los alimentos para evitar que identificaran su origen.
El vuelo de regreso a Yemen, el 5 de mayo de 2005, duró unas siete horas sin escalas. Los funcionarios yemeníes aseguran que las autoridades estadounidenses les avisaron de su llegada con sólo un día de antelación y se comprometieron a facilitarles los expedientes de acusación, lo que nunca hicieron. Finalmente, el 13 de febrero de 2006, fueron juzgados por un tribunal local.
A falta de indicios de su implicación en actos terroristas, se les acusó de falsificación de documento de viaje. El juez les condenó a dos años de cárcel, pero hizo constar que EE UU los había tenido detenidos en un lugar desconocido. «Cuéntese el periodo que el acusado pasó en prisiones fuera del país como parte de la condena», ordenó en la sentencia. Calculó que, además de los nueve meses de prisión en Yemen, llevaban 18 meses desparecidos. Y ordenó su excarcelación.
Fuente: MIGUEL GONZÁLEZ/EL PAIS